Uruguay le avisa a Chile y a todos: un candidato nunca baja los brazos

Oscar Tabárez, el Maestro, de 72 años, asumió en 2006 su segunda etapa como entrenador de Uruguay. Pasaron 13 años. Reinaldo Rueda, licenciado en educación física y salud, de 62, asumió en enero de 2018 como técnico de Chile. Desde que el sabio uruguayo se presentó otra vez en el seleccionado celeste, en la Roja –como ocurrió en otros seleccionados, sobre todo en la Argentina–, pasaron seis DT, casi todos nacidos en nuestro país. Nelson Acosta, Marcelo Bielsa, Claudio Borghi, Jorge Sampaoli, Juan Antonio Pizzi, hasta el arribo del colombiano.

El fútbol no ofrece garantías, más allá de la nobleza de la planificación y el largo plazo. Chile consiguió la Copa América con dos rúbricas que nuestro medio no puede olvidar: en 2015, con Sampaoli y en 2016, con Pizzi, mientras que Uruguay consiguió solo una: Argentina 2011. Es más: en las competencias que Chile se consagró, el conjunto oriental cayó en los cuartos de final y en la primera rueda.

El gol de Edinson Cavani

Sin embargo, el fútbol no se nutre de resultados de modo excluyente. Tabárez, tal vez, es la figura más respetada en esta parte del mundo –las charlas con los medios suelen ser una cátedra que excede el juego– y Rueda es solo un entrenador de dilatada trayectoria.

Uruguay se nutre del clásico 4-4-2 y depende del poder de ataque, comprobado en el tiempo: Suárez-Cavani es una pareja explosiva. El delantero de PSG –de regular temporada–, salta, se eleva, cabecea y define el espectáculo, con la sapiencia de un equipo que nunca baja los brazos. Un conjunto experimentado, confiable. Acaba como líder del Grupo C y ahora, se encuentra con Perú.

Chile se agiganta en estos desafíos, luego de algunos desatinos en tiempos recientes. El ensayo –un 3-4-1-2–, con algunos suplentes, deja cuentas pendientes. Se cita con Colombia, el único con puntaje ideal, con tres triunfos. Será el choque más atractivo.

Cerca del final ingresó un intruso, una situación que ocurre en América del Sur y en Europa, mezclado entre dos buenos equipos y dos buenos entrenadores. Pero Uruguay demostró tener una cabeza más lúcida.