Por qué River cree que lo que viene será mejor
Sentado en la sala de conferencias de prensa del Monumental, Marcelo Gallardo no terminaba de masticar la agritud del empate contra Boca que ya imaginaba un escenario mejor. Su equipo acababa de dejar pasar una oportunidad grande de darle un cachetazo más a su antónimo de toda la vida: no es fácil imaginar un Boca tan modesto como el de este domingo cuando vuelvan a encontrarse, muy pronto. Pero ni así pudo River gatillar una nueva alegría, que apenas se quedó en la cargada por el pasado inmediato.
Según analiza el técnico, el nudo de la cuestión de lo que viene no está en los detalles nominales. No es tan importante, cree, que a Boca le hayan faltado ayer Zárate, Salvio y Ábila –los dos primeros seguramente jueguen el 1° de octubre en el mismo estadio, en la ida de las semifinales de la Copa Libertadores– ni que River haya extraviado la "frescura" en el día de descanso que le faltó después de haberse esforzado el jueves en Paraguay. El enfoque apunta a que, sean los que fueren que salten de nuevo al Monumental, lo que permanecerá inalterable es lo esencial, lo invisible a los ojos. Las ideas.
River confía en las propias, que lo hacen habitualmente agresivo, dominador, dinámico. Voraz. Y en las de Alfaro, que se mostró más conservador que nunca desde que dirige a Boca. En ese juego de estrategias, de cartas escondidas y otras a la vista, resulta evidente que el equipo visitante apostará a una serie con dos miradas muy distintas. Se asumió ayer (se asumirá de nuevo) inferior en el Monumental y trazará un plan básicamente defensivo, para agruparse alrededor del fenomenal Andrada, aunque la cancha les quede larguísima a los atacantes. Hacer un buen negocio (empatar) y salir a definir el asunto en la Bombonera: esa es la cuestión. El "respeto" que mencionó Gallardo.
En ese escenario, River deberá dar el plus que le faltó en este superclásico. Esa frescura ausente necesitará reaparecer para que el pase filtrado llegue a destino, para que la movilidad sea mayor, para que la tensión competitiva no tenga altibajos, para que los niveles individuales de jugadores clave –Palacios, Pratto, Pinola– crezcan. "No tengo dudas de que vamos a estar mejor", se plantó el entrenador. Exudaba confianza. Detrás suyos se alinean los hinchas que ayer sonreían menos al final de la tarde: también saben –como Gallardo– que en los mano a mano coperos, el River de esta época suele tener una marcha más.
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