Bioeconomía. Las empresas argentinas lideran en la región
Las grandes compañías y pymes nacionales destinan inversiones para desarrollarse y ganar mercados en el exterior, donde la demanda de productos sustentables es creciente
Ante la progresiva demanda de productos y servicios biotecnológicos en alimentación, energía, "química verde", salud y protección del medio ambiente, las empresas locales consolidan su perfil exportador en sectores estratégicos y contribuyen significativamente al crecimiento de la economía. La última medición indica que constituyeron el 67 por ciento del total exportado por la Argentina en 2017, que redundó en 39.300 millones de dólares y 2,47 millones de puestos de trabajo. "Es una realidad que hoy representa el 16 por ciento de nuestro PBI, con nuevas inversiones" previstas en el sector, destacó el secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Andrés Murchison.
"El país posee un claro liderazgo regional en biotecnología y cuenta con todos los elementos para seguir generando desarrollo y arraigo en las distintas regiones del país con empleos de calidad. Tenemos gran cantidad de recursos naturales, con abundante biomasa, tanto agrícola como forestal, pasible de ser transformada en energía o en productos de mayor valor, además de excelentes recursos humanos, un sistema regulatorio ejemplar y destacadas instituciones de investigación y desarrollo", especificó Murchison, consultado por La Nación.
El funcionario se refirió al trabajo "en red" que realiza el Estado con "unas doscientas empresas abocadas a la biotecnología, con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y también con universidades privadas y públicas que forman especialistas, científicos, técnicos e ingenieros de gran valía. Estoy convencido de que los avances tecnológicos acelerarán este proceso" que inició la Argentina en la década del 80, con sus primeros productos biotecnológicos.
Sectores y demanda
En los últimos tres años, la Argentina exportó anualmente US$430 millones e importó US$389 millones, en promedio. Las exportaciones representaron cerca del 19 por ciento de las ventas totales del sector, proporción que llegó al 45 por ciento en salud humana, de acuerdo con un informe sectorial de biotecnología presentado a principios de este año por el Observatorio de la Economía del Conocimiento y el Ministerio de Producción y Trabajo. El estudio señala que los principales destinos de las exportaciones argentinas son a países de la región y representan cerca del 55 por ciento del total. En tanto, los principales orígenes de las importaciones son los Estados Unidos, Suiza, Alemania y Reino Unido, y se corresponde con los países de origen de las principales empresas multinacionales del sector.
Un análisis de la composición de estas exportaciones, realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indica que la bioeconomía "contribuye de manera significativa a la generación de divisas en varios países de la región" y aporta evidencia de la existencia de varios tipos de bioeconomías vinculadas con la agricultura y agroindustria; la industria alimentaria; la pesca y acuacultura; la silvicultura e industria del papel; las fibras naturales y artículos de vestir; la bioquímica y bioplásticos; la bioenergía; y las industrias biofarmacéutica y de biocosméticos.
La Argentina se ubica dentro de los veinte países con mayor cantidad de empresas biotecnológicas a nivel mundial y en segundo lugar en América Latina, luego de Brasil.
No obstante, la Cepal advierte que en todos los países "las exportaciones de la bioeconomía se concentran en productos básicos (por ejemplo, agricultura y agroindustria) o de agregación de valor en productos básicos (por ejemplo, alimentos). El componente de exportaciones de bioeconomía de alto valor agregado es poco significativo, superando el 1 por ciento del total únicamente en la Argentina, Brasil, Costa Rica y Uruguay", remarca.
En la Argentina, con activo dinamismo, las empresas surgieron en los últimos diez años y la mayoría son de capital nacional, de variados tamaños; algunas pertenecen a compañías multinacionales y otras son partes de grandes grupos empresarios locales, pasando por un variado universo de pequeñas y medianas (pymes). "Cuando hablamos de biomateriales, en general son pymes emprendedoras monoproducto o que tienen una línea de productos basados en el mismo biomaterial", señaló Murchison, quien apostó a que la proyección al mercado internacional se afiance, en cuanto existe una notable "demanda para este tipo de productos, por parte de un número creciente de consumidores, sensibles al paradigma de la sustentabilidad".
Ganar escala
El secretario Murchison resaltó el plan de acción dirigido a biomateriales y bioproductos, elaborado por la Comisión Nacional Asesora en Biomateriales (Cobiomat), "para lograr un alto consumo y producción de estas innovaciones elaboradas en el país" con una estrategia que involucra iniciativas público-privadas, al gobierno nacional, a los provinciales y municipales. Citó como ejemplo, nuevos "proyectos muy concretos, con diferente grado de avance, que ya están invirtiendo para una futura instalación de plantas de bioplástico, producido a partir de almidón de maíz y de mandioca, en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, y alguna provincia del Noroeste, aún por definir".
"Es importante destacar que las bolsas y otros elementos de bioplástico que se comercializan en el país y que se exportan, se fabrican con granallas o rollos importados. Cuando estas nuevas fábricas estén funcionando, la disponibilidad de bioplástico en mayor volumen y a menor precio permitirá que múltiples emprendedores apliquen su creatividad en diversos diseños industriales para ofrecer todo tipo de productos. El mercado interno entonces actuaría como pilar para una industria que con esta base podrá ganar escala y explorar una enorme oportunidad para la exportación, a países de la región y al resto del mundo", remarcó.
US$39.300 millones fue el valor que registraron las exportaciones derivadas de la bioeconomía en 2017, de acuerdo con un informe elaborado este año por Ariel Coremberg
En tanto, el secretario Ejecutivo de la Cobiomat, Martín Lema, añadió: "Estamos trabajando con los promotores de varios proyectos de inversión nacional y extranjera que montarán fábricas de biomateriales en nuestro país, inversiones que apuntalaremos con este plan. Además, existe una gran cantidad de pymes emprendedoras que comenzaron a producir bioproductos innovadores".
Entre esas empresas, la Comisión "ya recibió doce solicitudes formales y cinco de ellas están muy avanzadas en el estudio técnico previo para que le otorguemos el sello Bioproducto Argentino en los próximos meses", acotó Murchison. El sello, cuyo uso es gratuito, "y que actuará como una Marca País, contribuirá a que el consumidor pueda identificar mejor aquellos productos asociados con una economía circular, materiales más sustentables y que traccionan el agregado de valor a productos, subproductos e incluso deshechos del agro, a través de una mayor industrialización, por incorporación de tecnología y diseño", ponderó el secretario.
El momento de la bioeconomía
"Nos gusta decir que éste es el momento de la bioeconomía", enfatizó Graciela Ciccia en declaraciones a la nacion. La directiva y miembro fundadora de la Cámara Argentina de Biotecnología, fundó su apreciación sobre el hecho de que "ahora el sector cuenta con la aprobación de la Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento, que hacía muchos años esperaba ser reglamentada, y que aporta un marco regulatorio moderno para el desarrollo de actividades productivas intensivas en ciencia, tecnología e innovación".
La norma "incluye beneficios impositivos, como la reducción del costo laboral, alícuota reducida del impuesto a las ganancias, estabilidad y alivio fiscal para los exportadores. Busca crear nuevos puestos de trabajo y de aumentar el potencial exportador a 15 mil millones de dólares anuales", ponderó Ciccia, quien también dirige el área de Innovación y Desarrollo Tecnológico del Grupo Insud.
La especialista sostuvo que los emprendedores "celebran esta iniciativa que les permitirá acelerar sus desarrollos exponencialmente" y puso en relieve el impulso de los diversos ámbitos relacionados con la bioeconomía, para que se reglamente esta ley, porque "se conjugaron distintos enfoques, necesidades y disciplinas, como el software, nanotecnología, biotecnología, producción audiovisual, industria aeroespacial y satelital, microelectrónica, inteligencia artificial y robótica, entre otras".
Ciccia recordó que la CAB, fundada en 2011, vincula "a científicos y emprendedores de todo el país con empresas argentinas líderes, por ejemplo en los encuentros anuales de Bio Argentina, que va por su sexta edición, y en los últimos años incluimos el fomento de generación de nuevas startups (organizaciones innovadoras)". En este punto, citó el "apoyo que muchas firmas les están brindando, como el fondo de inversión que gestiona GridX, creado por Grupo Insud, Bagó, Gador, Vicentin y Bioceres, que permitió ya el desarrollo de cinco startups y planea crear veinte más en los próximos cuatro años".
La experta observó que, ante los fuertes cambios de escenarios que se presentan (calentamiento global, súper población, etcétera) "se abre la oportunidad de potenciar un mundo donde hay que industrializar lo biológico y promover su interfaz y convergencia con otras disciplinas, como la informática, la bioinformática, la big data, la nanotecnología, la electrónica y la impresión 3D y 4D".
Los exportadores de biotecnología de la región reclaman ante la OMC
Los productos biotecnológicos de la Argentina y otros países de América Latina enfrentan actualmente algunas complicaciones en el comercio exterior. Recientemente, la Secretaría de Agroindustria presentó ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) una Declaración Ministerial suscripta por los miembros del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) que también integran Brasil, Paraguay y Uruguay, en la cual advierten que existen demoras injustificadas por parte de algunos países importadores en autorizar su entrada.
La dependencia del Estado argentino aseguró que "en forma inmediata", Estados Unidos y Canadá apoyaron la posición del cono sur, por entender que esas demoras pueden "complicar innecesariamente el comercio internacional agrícola y afectar la seguridad alimentaria, además de frenar la innovación tecnológica en la agroindustria de los países exportadores, donde estos productos ya han sido evaluados como seguros".
La Declaración se refiere particularmente a "las situaciones de presencia en bajos niveles (Low Level Presence -LLP, como se lo conoce por sus siglas en inglés) de embarques remitidos a los países importadores" e indica que, para evitarlos, "los países del CAS consideran que las decisiones regulatorias deben basarse en criterios científicos transparentes y armonizados internacionalmente, y que el trabajo conjunto entre los países resultará una herramienta clave para abordar la cuestión". Además, resalta que la presentación "constituye una petición para que otros países revisen sus políticas y consideren adherir a los principios consensuados en el CAS, además de expresar un compromiso de sus países miembro de continuar trabajando en conjunto para que el tema sea resuelto en el ámbito multilateral". El reclamo apunta a que no recaigan sobre los exportadores más restricciones "de las necesarias, para cumplir objetivos legítimos y ser coherentes con las obligaciones internacionales pertinentes, incluida la OMC y acuerdos como el de la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias y el referido a Obstáculos técnicos al comercio". En la Declaración, de carácter ministerial, que fue presentada por el gobierno argentino ante el comité sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la OMC, se destaca la importancia de la innovación para la producción agrícola y se observa que "la biotecnología, utilizada de forma segura durante más de veinte años, se ha convertido en una herramienta clave".
Los ministros de Agricultura de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay coincidieron en señalar que, en un contexto de creciente demanda internacional de alimentos y significativas limitaciones, como el acceso restringido a tierras cultivables, agua dulce, y el cambio climático, la biotecnología desempeña un papel fundamental en el tratamiento de estos problemas globales.
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