Británicos de todas las edades juzgados por recientes disturbios racistas
Una adolescente de 13 años se aferra a la mano de su madre al declararse culpable ante una de las cortes que juzgan a los participantes en los recientes disturbios racistas e islamófobos que sacudieron el Reino Unido.
La muchacha, vestida con un suéter crema y short de ciclista, se entera por el fiscal de Basingstoke que corre el riesgo de ir a la cárcel por haber golpeado y pateado la puerta de un hotel que acogía a solicitantes de asilo, el 31 de julio en la cercana ciudad de Aldershot, en el sur de Inglaterra.
Los peores disturbios desde 2011 en el país se desencadenaron el 29 de julio, tras el asesinato a puñaladas de tres niñas. Durante una semana, muchedumbres atacaron mezquitas y lugares de alojamiento para solicitantes de asilo en decenas de ciudades de Inglaterra e Irlanda del Norte.
Para frenar la ola de violencia, el gobierno prometió una respuesta judicial rotunda y rápida. Más de mil personas fueron detenidas y más de 500 de ellas inculpadas.
Los tribunales encadenan desde entonces comparecencias y condenas de personas de todas las edades con perfiles variados, involucradas en los incidentes que el primer ministro laborista Keir Starmer atribuyó a "bandas de matones".
Esa diversidad deja entrever, según analistas, los problemas profundos que aquejan a los sectores más desfavorecidos del país, más allá de la implicación de grupos de ultraderecha como la Liga de Defensa Inglesa, señalados por la policía.
- Una "ola de locura" -
Un niño de 11 años fue acusado de posesión de cócteles molotov en Belfast y dos de 12 años se declararon culpables de agresión por haber arrojado proyectiles contra agentes en el norte de Inglaterra.
En la lista de inculpados hay unos 50 menores, así como personas mayores, como un hombre de 69 años acusado de vandalismo en Liverpool.
La familia de Kieron Gatenby, de 19 años, rompió a llorar cuando este fue sentenciado a 16 meses de reclusión en una penitenciaría para delincuentes juveniles, después de haber sido filmado arrojando un huevo durante los disturbios en Hartlepool, en el noreste.
Su abogado afirmó que el joven nunca había expresado ideas racistas, pero que se había visto "arrastrado por una ola de locura".
En Southport, donde se produjeron los apuñalamientos que desataron los disturbios, AFP escuchó a jóvenes yendo al lugar de los disturbios del día anterior expresar su "impaciencia" por participar en nuevos incidentes.
El sospechoso del triple asesinato fue presentado inicialmente en las redes sociales, de forma errónea, como un solicitante de asilo de confesión musulmana.
Posteriormente se reveló su identidad, Axel Rudakubana, que cumplió 18 años días después del ataque, nacido en Cardiff en una familia oriunda de Ruanda, un país predominantemente cristiano.
La justicia descartó que tuviera motivaciones terroristas.
Un joven de Southport, Patrick, de 22 años, dijo a AFP que consideraba "estúpido" que la muchedumbre atacara una mezquita, aunque estima que las violencias contra los agentes son una expresión de profundo enojo con las autoridades.
- Aspiradoras y snacks -
Según una investigación del Financial Times, siete de las diez zonas más pobres de Inglaterra, que a menudo también tienen un número de solicitantes de asilo superior a la media, se vieron sacudidas por los disturbios.
Algunos piden al gobierno laborista, que en julio puso fin a 14 años de poder de los conservadores, que investigue las causas profundas de la violencia.
Las autoridades insisten sin embargo en que ninguna reivindicación puede justificar las tropelías racistas e islamófobas, los saqueos de comercios ni los desmanes en edificios públicos.
La justicia ya pronunció unas 70 condenas, casi todas a penas de cárcel: 26 meses contra un hombre que arrojó una aspiradora por una ventana, tres años para otro que se apoderó de la cachiporra de un agente.
Algunos participantes en los disturbios se convirtieron en blancos de burlas en las redes sociales, como John Honey, fotografiado cuando robaba snacks en un restaurante barato de comida rápida en Hull (noreste).
Su sentencia se retrasó, cuando el juez se enteró de que un guardia de la prisión le había pedido un autógrafo debido a la fama que había alcanzado en línea.
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