Desconecta. Cocinar sobre la encimera: así es la inducción invisible, la tendencia que empieza a revolucionar las cocinas
Desconecta. Cocinar sobre la encimera: así es la inducción invisible, la tendencia que empieza a revolucionar las cocinas

MADRID, 9 Dic. 2025 (Europa Press) -
Cocinar sobre una encimera completamente lisa parecía, hasta hace poco, cosa de diseño futurista. Sin embargo, la llamada inducción invisible ha empezado a aparecer en estudios de interiorismo y proyectos de reforma como una de las innovaciones más llamativas del momento. Su propuesta es sencilla pero sorprendente: convertir la propia encimera en la superficie donde se cocina, sin placas a la vista y sin romper la continuidad del espacio.
El interés no surge solo por estética. Las cocinas abiertas al salón, cada vez más habituales en viviendas nuevas y reformas, buscan líneas limpias, superficies despejadas y una integración total de los electrodomésticos. En ese contexto, la posibilidad de ocultar la placa bajo la encimera encaja de lleno con un estilo minimalista que prioriza tanto el diseño como la funcionalidad.
También influye un enfoque práctico: cuando la placa no se usa, la encimera permanece completamente libre, ofreciendo más espacio para trabajar, apoyar utensilios o simplemente mantener un aspecto ordenado. Para quienes tienen cocinas pequeñas o buscan aprovechar cada centímetro, esta solución puede marcar la diferencia.
QUÉ ES LA INDUCCIÓN INVISIBLE Y CÓMO FUNCIONA
La inducción invisible es, en esencia, una placa de inducción tradicional colocada bajo la encimera. La diferencia está en que la superficie superior -normalmente porcelánica- actúa como zona de cocción sin necesidad de ver el típico cristal negro. Para que funcione correctamente, la encimera debe tener un grosor específico indicado por el fabricante, generalmente entre 10 y 20 milímetros.
Bajo esa superficie se sitúan las bobinas de inducción, que generan un campo electromagnético capaz de calentar directamente el fondo del recipiente. El calor no lo produce la encimera, sino la olla o la sartén, de modo que la superficie se mantiene a temperaturas mucho más bajas que en una placa convencional. Las zonas de cocción suelen estar señalizadas por discretos marcadores luminosos y pueden controlarse mediante mandos integrados o un pequeño control táctil externo, dependiendo del modelo.
Para cocinar es necesario utilizar recipientes compatibles, ya sea menaje especial con base adaptada o, en su defecto, distanciadores que permiten proteger la encimera y evitar choques térmicos. Más allá de este requisito, el funcionamiento es idéntico al de cualquier placa de inducción.
VENTAJAS: ESTÉTICA Y FUNCIONALIDAD
El primer atractivo es evidente: una encimera continua, sin placas visibles y con más superficie útil cuando no se está cocinando. Esta característica resulta especialmente valiosa en cocinas pequeñas o en aquellas integradas en el salón, donde mantener el orden visual ayuda a que el espacio parezca más amplio y uniforme.
También destaca la facilidad de limpieza. Al no haber marcos ni un cristal independiente, basta con pasar un paño sobre la encimera para eliminar restos y salpicaduras. La superficie, además, alcanza temperaturas moderadas porque el calor se concentra en el fondo del recipiente, lo que añade un plus de seguridad.
A nivel técnico, la cocción es rápida, eficiente y estable, con un rendimiento comparable al de las placas de inducción convencionales. La estética minimalista, unida a la funcionalidad, explica por qué empieza a verse como una tendencia con recorrido en reformas y proyectos de interiorismo.
INCONVENIENTES: LO QUE DEBES SABER ANTES DE INSTALARLA
El principal freno es el precio. Una placa de inducción invisible suele partir de cifras superiores a los 1.000 euros, y a ello hay que sumar el coste de la encimera porcelánica, que no es precisamente barata. Es una solución que se mueve claramente en la gama media-alta y no siempre compensa desde un punto de vista estrictamente funcional.
A esto se añade una oferta más limitada de modelos y la obligación de elegir encimera de porcelánico técnico, dejando fuera materiales populares como el granito, el cuarzo o la madera. Las reparaciones también pueden ser más complejas, ya que no se accede a la placa desde arriba, sino por la parte inferior de los muebles.
Por último, el menaje debe ser compatible o utilizar distanciadores, lo que implica una pequeña adaptación respecto a una placa de inducción tradicional.
¿ES PARA TODO EL MUNDO?
La inducción invisible no es una necesidad, pero sí una de las innovaciones más estéticas y funcionales que están llegando a las cocinas contemporáneas. Tiene sentido para quienes buscan aprovechar al máximo la encimera, priorizan un diseño limpio y están reformando con un presupuesto amplio. En esos casos, la integración total y la comodidad que ofrece pueden marcar la diferencia.
Para el resto de usuarios, una buena placa de inducción convencional seguirá siendo más económica, más versátil en materiales y suficiente en prestaciones. Aun así, todo apunta a que la inducción invisible irá ganando presencia en el mercado a medida que se abaraten materiales y se amplíe la oferta.


