El Gobierno de Malí niega haber dado "mandato oficial" para abrir un diálogo con los grupos yihadistas
El Gobierno de Malí ha negado haber "dado el mandato oficial" a ninguna organización para la apertura de un proceso de diálogo con los grupos yihadistas que operan en el país, días después de que el ministro de Asuntos Religiosos y Culto, Mamadou Koné, confirmara la puesta en marcha de estos contactos.
En un comunicado, el Ejecutivo que encabeza Choguel Maiga ha resaltado en un comunicado publicado por la oficina del primer ministro en su cuenta en Facebook que "ha tenido conocimiento, a través de la prensa, del anuncio de negociaciones entre el Estado de Malí y los líderes de grupos armados terroristas".
"El Gobierno informa a la opinión pública nacional e internacional de que, a día de hoy, ninguna organización nacional o internacional ha recibido el mandato oficial para llevar a cabo dicha actividad", ha apuntado, antes de asegurar que "toma nota" de las "recomendaciones" durante el Diálogo Nacional Inclusivo sobre las "negociaciones con todos los hijos del país para reconciliarles para la estabilidad de Malí".
En este sentido, ha hecho hincapié en que tiene en cuenta "las buenas voluntades manifestadas para llevar a cabo las negociaciones", por lo que ha aplaudido "su iniciativa" y les ha dado las gracias por las "acciones llevadas a cabo para recuperar la estabilidad y la quietud en las distintas regiones del país".
Sin embargo, ha recalcado que "cuando el Gobierno de Malí juzgue oportuno abrir negociaciones con los grupos armados, de la naturaleza que sean, el pueblo maliense será informado a través de los canales apropiados", dando carpetazo a un anuncio que habría supuesto un nuevo pulso con Francia, opuesto a un diálogo.
Koné destacó el lunes que la apertura de negociaciones con los yihadistas, entre ellos las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico en la zona, era "una demanda popular". "La enorme mayoría de la población maliense lo pidió antes incluso de la transición", dijo, en referencia al proceso abierto tras el golpe de Estado de agosto de 2020 contra el entonces presidente, Ibrahim Boubacar Keita, marcado por una segunda asonada en mayo.
El ministro resaltó en declaraciones concedidas a la emisora Radio France Internationale que la semana pasada encargó esta misión "de buenos oficios" al Alto Consejo Islámico (HCI), un organismo encabezado por el imam Chérif Ousmane Madani Haidara, quien ya negoció con la Katiba Macina un acuerdo de alto el fuego en marzo en Niono, actualmente roto.
De hecho, Moufa Haidara, encargado de negociaciones en el seno del HCI, confirmó las palabras de Koné y destacó que el objetivo era "encontrar un compromiso, entre malienses, para que la guerra cese". "Son Iyad ag Ghali y Amadou Koufa --líderes del Grupo de Apoyo para el Islam y los Musulmanes (JNIM) y la Katiba Macina, respectivamente-- quienes ocupan el terreno", señaló, antes de expresar su deseo de "detener el derramamiento de sangre".
El propio Haidara resaltó en declaraciones al diario francés 'Le Monde' que se iba a "discutir de todo", si bien matizó que habrá "líneas rojas". "Aún no han sido fijadas por el Gobierno", apuntó. "Lo esencial es que tenemos en común los lazos de sangre y la fraternidad entre musulmanes", defendió.
El hecho de que tanto Ag Ghali como Koufa sean malienses ha sido uno de los principales argumentos esgrimidos en los últimos años por quienes apostaban por explorar la vía del diálogo, que ya se planteó en su momento Keita, quien en febrero de 2020 anunció contactos.
Por su parte, el propio Ag Ghali, un veterano combatiente separatista tuareg que posteriormente se pasó a las filas yihadistas y ahora lidera la filial de Al Qaeda en el Sahel, también se mostró entonces dispuesto a negociar con una condición, la salida de Malí de las tropas internacionales, en particular las francesas.
Francia rechaza el diálogo
Las declaraciones sobre este diálogo para poner fin a un conflicto que arrancó en 2012 en el norte del país y que con el paso de los años se ha extendido a otras regiones, e incluso a los vecinos Níger y Burkina Faso, llegaron en medio del aumento de las tensiones entre Bamako y París.
Francia, y en particular su presidente, Emmanuel Macron, han mantenido en todo momento su rechazo al diálogo con los yihadistas. Tras el anuncio de Koné, el Gobierno francés no ha valorado la decisión, sin pronunciarse tampoco por ahora sobre el desmentido emitido por el Ejecutivo.
Durante los últimos días, un portavoz del Ministerio de Exteriores se limitó a recordar que "Francia está implicada en el Sahel, a petición de los países de la región y junto a sus socios europeos e internacionales, en una lucha común contra los grupos terroristas", una lucha que "está decidida a continuar", como lo demuestran los golpes asestados en los últimos meses a JNIM.
Sin embargo, Macron dejó muy claro lo que pensaba en una entrevista a 'Jeune Afrique' en noviembre de 2020. "Con los terroristas no se discute, se les combate", recalcó, recordando que estos matan a diario no solo a civiles, sino también a militares, incluidos franceses.
Macron anunció en junio que la operación 'Barkhane' dejaría de existir en el marco de una "transformación profunda" de la presencia militar francesa en el Sahel que pasa, a grandes rasgos, por reducir el número de efectivos y el cierre de bases en el norte de Malí y apostar por la operación 'Takuba' de fuerzas especiales europeas, con la idea de mantener la capacidad operativa frente a los yihadistas sin necesidad de una gran presencia de botas en el terreno.
Polémica por los mercenarios rusos
En este contexto, a mediados de septiembre saltó la noticia, desvelada por Reuters, de que el Gobierno de transición que encabeza el líder golpista Assimi Goita está negociando la contratación de mercenarios rusos, hasta mil, para apoyar la lucha antiterrorista.
La información cayó como un jarro de agua fría en París y en otras capitales europeas con tropas presentes en Malí y fue respondida con la amenaza de una retirada de dichos contingentes. La reacción no amilanó a Bamako, que defendió su decisión de buscar otras vías para garantizar su seguridad.
Desde el estrado de la Asamblea General de la ONU, Maiga puntualizó que "la nueva situación nacida del fin de la operación 'Barkhane', que sitúa a Malí ante un hecho consumado y le expone a una especie de abandono en pleno vuelo, nos lleva a explorar vías y medios para garantizar mejor la seguridad de forma autónoma o con otros socios".
En respuesta, Macron consideró "inaceptables" las palabras de Maiga, a quien recordó que su Gobierno es resultado de un doble golpe de Estado, y días más tarde aseguró que si Francia no hubiera intervenido en 2013 para frenar a los yihadistas "no habría Gobierno en Malí", echando en cara a las autoridades su "falta de trabajo".
Bamako reaccionó convocando al embajador francés, pero aunque el pulso no ha cesado, la sangre no parece haber llegado al río. El propio Maiga descartó hace días que pueda haber un "divorcio" entre los dos países, si bien insistió en que sienten que han sido abandonados por Francia y en la necesidad de buscar aliados.
Francia ha continuado con sus operaciones, que le han traído éxitos destacados en los dos últimos años, con la muerte de importantes líderes yihadistas. Precisamente, en plena polémica por los mercenarios rusos Macron anunció la muerte en un bombardeo en agosto de Abú Adnan Walid al Saharaui, líder de Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), el otro gran grupo terrorista que opera en Malí.
La muerte de Al Saharaui, confirmada por Estado Islámico, podría suponer una oportunidad para el diálogo con este grupo, que tradicionalmente se ha opuesto a cualquier negociación. Así lo cree el think-tank International Crisis Group, que sostiene que, a falta de un nuevo líder --que dan casi por seguro que sería maliense--, algunos comandantes locales podrían adoptar una postura más conciliadora.