En Moscú, "la vida continúa" a pesar del conflicto en Ucrania
Sentada en un restaurante de moda en el centro de Moscú, Alexandra asegura que quiere seguir viviendo sin renunciar a su estilo de vida, pese al conflicto en Ucrania.
"Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres continuaron maquillándose y comprando lápiz de labios, eso demuestra que la vida continúa", dice esta analista informática de 32 años que prefiere no rebelar su apellido.
"Salimos y nos divertimos", agrega sonriendo.
Ya sea por patriotismo, prudencia o indiferencia, la docena de moscovitas entrevistados por la AFP reclaman su derecho a una vida "normal" a pesar del conflicto que empezó hace más de dos años, a unos 600 kilómetros de distancia, y que ha provocado una escalada de tensiones entre Rusia y Occidente.
Todos evitan hablar directamente del tema en un contexto de creciente represión por parte de las autoridades.
Sin embargo, según Alexandra, el ambiente en la capital rusa "es el mismo que antes" del conflicto.
"La gente sale a pasear, se conoce, se divierte, vive, trabaja, hace su vida. En este sentido, nada ha cambiado" asegura.
Junto a ella una multitud de jóvenes charla, con vasos en la mano, en Mercado Central, un establecimiento de tres plantas que reúne bares de moda y puestos de comida.
Una realidad que contrasta con la vida cotidiana de Kiev, donde los habitantes de la capital ucraniana están acostumbrados desde hace tiempo al toque de queda nocturno, las alertas antiaéreas, los ataques con misiles y drones y la presencia de soldados en las calles.
- "¿Por qué no darse un capricho?"
Esa noche en Moscú, las entradas están agotadas para ir a ver La Traviata, una ópera de Verdi, en el famoso Teatro del Bolshói.
"¿Por qué no podemos ir?", se pregunta Anna Saviolova, una niñera de 49 años, que también establece paralelismos con la Segunda Guerra Mundial, llamada en Rusia la Gran Guerra Patria.
Diana Kitaeva, una pastelera de 28 años que había soñado con el Bolshói durante años, está de acuerdo: "¿Por qué no darse un capricho?".
A pesar de las decenas de miles de muertes del lado ruso, las autoridades no dan un número de víctimas oficial y el Kremlin hace todo lo posible para garantizar que las hostilidades tengan el menor impacto posible en la vida cotidiana de los moscovitas.
La movilización de 300.000 hombres jóvenes a finales de 2022 ha afectado muy poco a la capital rusa.
La mayoría de los reclutas provenían de regiones en muchos casos desfavorecidas y lejos de las principales ciudades.
Durante las recientes celebraciones del Día de la Victoria, el 9 de mayo, no se vieron soldados mutilados en la Plaza Roja.
Y los funerales de los combatientes no dan lugar a ninguna ceremonia oficial en la capital, donde solo unos pocos carteles, que invitan a alistarse o ensalzan el coraje de los soldados rusos recuerdan las batallas en curso.
- "200 rublos más" -
Pese a todo, los moscovitas no son inmunes al conflicto en Ucrania.
La inflación, consecuencia directa de las sanciones occidentales, es una de sus principales preocupaciones.
Tras alcanzar casi el 20% a principios de 2022, la subida de precios se mantiene en un nivel de casi el 8% interanual, según cifras oficiales.
Para la clientela exclusiva de Mercado Central, donde un cóctel solía costar menos de 500 rublos (5,5 dólares), "ahora cuesta 200 rublos más", unos 2,2 dólares suplementarios, señala Bogdan Vorobiov, de 24 años, que vino a tomar cervezas con sus amigos.
Otro efecto del conflicto es que desplazarse por el centro de la ciudad con el teléfono es cada vez más complicado.
Desde los ataques con drones en la capital rusa, en mayo de 2023, las señales de satélite en el centro de Moscú la capital están desconectadas y la geolocalización es aleatoria e impredecible.
"Me he acostumbrado a vivir en tiempos de crisis", dice Alexandra, resumiendo el sentimiento general.
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