Gran retrospectiva de la artista textil colombiana Olga de Amaral en París
La primera gran retrospectiva de la artista textil colombiana Olga de Amaral en París se abre este sábado en la Fundación Cartier, con cerca de 90 obras que mezclan espectacularmente el algodón, el lino, la crin de caballo o el pan de oro.
Algunas obras, como gigantescas alfombras de retales de tonos rojizos, cuelgan de barras de hierro y se desparraman sobre el suelo. Otras, de la serie "Bruma", cuelgan del techo del museo e imitan la lluvia mediante miles de hilos cuidadosamente trenzados.
Nacida en 1932 en Bogotá, Olga de Amaral es uno de los grandes nombres del arte textil, una rama largamente considerada "inferior" en la historia del arte porque ha sido asociada a la artesanía, explica Marie Perennès, comisaria de la exposición.
"Olga es la única representante de ese movimiento en Sudamérica. Y la especificidad de Olga es de haber incluido en su obra los textiles precolombianos, los textiles populares. Es algo que aporta a su educación más modernista, más matemática, en la filosofía del Bauhaus", explicó a AFP este jueves.
El arte textil "es esencialmente femenino porque fue doméstico durante mucho tiempo. Y es un arte que rápidamente fue considerado polvoriento, menor, porque es un poco artesano", añade.
"Ella lo va a trabajar hasta darle su título de nobleza, a darle sus dimensiones monumentales".
Olga de Amaral se forma en la Academia de Artes de Cranbrook, en Michigan (Estados Unidos), donde conoce al artista de origen portugués Jim Amaral, con quien se casa en 1957.
La formación de la escuela alemana Bauhaus que sigue la joven artista colombiana, que tenía una formación inicial de arquitecta, la lleva precisamente a borrar esa frontera entre arte y artesanía.
Con su marido se instalan en Bogotá y crean una empresa de telas decorativas.
Inspirada inicialmente por las culturas indígenas de Cundinamarca y Boyacá, Olga de Amaral pronto experimenta con los materiales para lograr un aspecto liso, que le facilita jugar con los patrones geométricos.
Tras mezclar algodón y lino, introduce la crin de caballo a finales de 1960. Llegan los primeros encargos, para decorar hoteles, y las exposiciones, como la Bienal de la Tapicería en Lausana (Suiza).
Una visita al Museo del Oro de Lima le causa una profunda impresión, y empieza a utilizar el pan de oro en sus creaciones.
Destaca en esa vertiente la serie "Alquimias", a base de lino, de gesso (una mezcla de yeso y pigmentos), de pintura acrílica y pan de oro.
El oro es una fascinación heredada de la época y las iglesias barrocas. Pero también es producto de su amista con la ceramista Lucie Rie en Londres, que utiliza el oro para reparar obras rotas, en la tradición japonesa del kintsugi.
Bogotá le dedica la primera gran exposición en 1993, y la consagración definitiva llega en las décadas siguientes, con adquisiciones de la Tate Gallery o el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Jz/mb