La huída de una familia rusa ante el avance del ejército ucraniano
Marina, Evgueni y sus hijos cuentan al llegar a Moscú los bombardeos que estremecieron su poblado y los obligaron a huir precipitadamente de la región rusa fronteriza de Kursk ante el avance del ejército ucraniano.
Les tropas ucranianas lanzaron el 6 de agosto una ofensiva relámpago en Rusia y tomaron desde entonces decenas de localidades.
Según las autoridades locales, más de 120.000 personas huyeron de los combates y los bombardeos.
Marina y Evgueni, que pidieron no publicar sus apellidos ni el nombre de su pueblo, percibieron durante la primera noche de la ofensiva que las explosiones eran más frecuentes de las que suelen oír en ese lugar cerca de la ciudad de Korenevo, a unos 10 km de la frontera ucraniana.
Ya se habían acostumbrado a oír estruendos lejanos desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania en febrero de 2022, pero esa noche la intensidad se volvió insoportable, cuenta Marina, una peluquera de 39 años.
Sus dos hijos, de 8 y 17 años, "pedían que nos fuéramos", recuerda la mujer, con lágrimas en los ojos. El pueblo primero se quedó sin electricidad ni agua y luego se cortó la red telefónica.
- Minas, drones y cadáveres -
Las explosiones se volvieron tan cercanas que "era muy fuerte, la casa temblaba y los drones volaban" por el cielo, dice Marina.
Pese a los riesgos, Evgueni decidió llevarse la familia hasta Kursk, la capital regional, "por unos días", pensaba. Se resignaron a dejar a su perro y al gato en el lugar.
Partieron en coche hacia la gasolinera, para llenar el tanque.
Al ver la larga columna de automóviles en la carretera y los lugares cercanos sin habitantes, se percataron de la magnitud del ataque.
La familia logró llegar a Kursk el 8 de agosto al amanecer y donde fueron alojados en un centro para evacuados. Sus vecinos no tuvieron tanta suerte, pues resultaron heridos por un dron cuando huían en auto.
Otros vieron minas en la carretera. "Y sobre todo cadáveres, aun al volante de sus vehículos calcinados" o a su lado, cuenta la familia.
Marina, Evgueni y sus hijos trabajaron unos días en Kursk como benévolos distribuyendo ayuda humanitaria a otros desplazados.
"Esperábamos que todo terminase pronto", dice Marina.
- Pueblo ocupado-
Pero el domingo, restos de un misil ucraniano cayeron en un edificio residencial en Kursk, hiriendo a 15 personas, según las autoridades.
La familia decidió entonces seguir viaje hasta Moscú, donde los esperaban amigos de infancia. Viven ahora ocho en un pequeño apartamento d eun ambiente en el norte de la capital rusa.
Marina y Evgueni tratan de informarse constantemente de las últimas informaciones que circulan en las redes sociales sobre lo que sucede en su región.
Media hora antes de verse con los periodistas de AFP en un centro de distribución de ayuda humanitaria del Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa de Moscú, Evgueni logró por fin contactar a un vecino que le confirmó que el ejército ucraniano ocupaba ahora su pueblo.
"Se instalaron en la casa de mi suegro, que acababa de renovar, cerca del almacén, que ya saquearon", dice con amargura.
Muchos vecinos ya no pueden partir. "Y eso plantea un problema para nuestras tropas, que no pueden disparar (contra las posiciones ucranianas), por la presencia de civiles", explica.
"Francamente, la situación es complicada. Nadie sacará (a las fuerzas ucranianas) en un día. Cuanto más permanezcan ahí, más difícil será sacarlos", comenta.
Y "para sacarlos, será necesario demoler y bombardear nuestras casas y ya no quedará lugar para nosotros. Así, ya no nos queda nada", agrega.
El vecino logró que el gato y el perro de Marina y Evgueni salieran de la casa donde estaban encerrados desde hacía varios días.
"Ahora tendrán que buscar alimento por sus propios medios en la calle", dice con tristeza Evgueni, sugiriendo un paralelo con su propia situación.
Bur/eg/js