líderes de todo el mundo y miles de fieles despiden al papa francisco en roma

(Añade detalles de la ceremonia.)
By Joshua McElwee, Crispian Balmer, Philip Pullella
CIUDAD DEL VATICANO, 26 abr (Reuters) - El féretro de madera del papa Francisco fue trasladado a la plaza de San Pedro el sábado para una misa fúnebre a la que asistieron una gran multitud de dolientes, entre ellos poderosos dirigentes internacionales, peregrinos y eclesiásticos.
Se escucharon aplausos cuando el ataúd, con una gran cruz incrustada, fue sacado de la basílica de San Pedro y llevado a la plaza bañada por el sol por 14 portadores vestidos de negro y con guantes blancos.
Las campanas repicaron al final de la ceremonia cuando los últimos líderes de más de 150 países ocuparon sus puestos.
Entre los asistentes de más de 150 países estará el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien se enfrentó con Francisco en numerosas ocasiones por sus posiciones diametralmente opuestas en materia de inmigración.
La ceremonia al aire libre, en la que participaron 220 cardenales, 750 obispos y más de 4.000 sacerdotes, tiene una duración prevista de 90 minutos.
El féretro del Papa fue colocado sobre una alfombra frente al altar, con el libro de los Evangelios encima, mientras los coros del Vaticano cantaban.
Una multitud de cardenales vestidos con túnicas rojas se sentaban a un lado del altar, frente a filas de líderes mundiales vestidos con trajes negros al otro lado. Delante de ellos había cientos de sacerdotes con vestimentas blancas y más atrás miles de fieles.
Los fieles acudieron al Vaticano desde primera hora de la mañana y muchos de ellos acamparon para intentar conseguir un lugar al frente de la multitud para la ceremonia.
"Queríamos despedirnos porque era un santo vivo, muy humilde y sencillo", dijo Mary James, una monja franciscana, que se quedó despierta toda la noche para garantizar un buen lugar.
El papa argentino falleció el lunes, a los 88 años, tras sufrir un derrame cerebral. Su muerte marcó el inicio de un periodo de transición meticulosamente planificado para la Iglesia católica romana —integrada por 1.400 millones de fieles— y caracterizado por rituales ancestrales, pompa y luto.
Durante los últimos tres días, alrededor de 250.000 personas desfilaron ante su cuerpo, que fue expuesto en un ataúd abierto ante el altar de la cavernosa basílica de San Pedro, del siglo XVI.
Antes de ocupar sus asientos, Trump y su esposa Melania presentaron sus respetos al féretro de Francisco en la basílica de San Pedro. El féretro fue sellado el viernes por la noche.
Entre los demás jefes de Estado que volaron a Roma se encontraban los presidentes de Argentina, Francia, Gabón, Alemania, Filipinas, Polonia y Ucrania, junto con los primeros ministros de Reino Unido y Nueva Zelanda, y muchos miembros de la realeza europea. Se escucharon aplausos en la plaza cuando apareció el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que se reunió con Trump durante su estancia en Roma, según informó un portavoz del líder ucraniano.
El Vaticano ha indicado que unos 250.000 dolientes llenarán la amplia explanada empedrada y la principal vía de acceso a la basílica. La ceremonia estará presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, un prelado italiano de 91 años.
"Se nota mucha energía, sí. (...) Estamos cansados, pero en última instancia queremos venir y dar las gracias al papa Francisco por todo lo que hizo por su Iglesia" , dijo Eduardo Valencia, visitante procedente de México.
Francisco, el primer papa no europeo en casi 13 siglos, luchó por reformar la Iglesia católica romana durante sus 12 años de pontificado, poniéndose del lado de los pobres y marginados, al tiempo que desafiaba a las naciones ricas a ayudar a los migrantes y a revertir el cambio climático.
"Francisco dejó a todos un maravilloso testimonio de humanidad, de vida santa y de paternidad universal", reza un resumen formal de su papado, escrito en latín y colocado junto a su cuerpo.
Los tradicionalistas se opusieron a sus esfuerzos por hacer más transparente la Iglesia, mientras que sus llamamientos al fin de los conflictos, las divisiones y el capitalismo desenfrenado a menudo cayeron en saco roto.
RUPTURA CON LA TRADICIÓN
El Papa rechazó gran parte de la pompa y los privilegios que suelen asociarse al papado y llevó ese deseo de mayor sencillez al funeral, tras haber reescrito los elaborados ritos funerarios que se utilizaban anteriormente y que ocupaban todo un libro.
Francisco también optó por renunciar a la práctica centenaria de enterrar a los papas en tres ataúdes entrelazados hechos de ciprés, plomo y roble. En su lugar, fue depositado en un único ataúd de madera revestido de zinc, que fue sellado durante la noche.
En otra ruptura con la tradición, será el primer papa en ser enterrado fuera del Vaticano en más de un siglo, al preferir preferido la basílica de Santa María la Mayor, a unos 5,5 kilómetros de San Pedro, como lugar de descanso final.
Su tumba solo tiene inscrito en la parte superior "Franciscus", su nombre en latín. Sobre la losa de mármol cuelga una reproducción de la sencilla cruz chapada en hierro que solía llevar alrededor del cuello.
El cortejo fúnebre recorrerá la ciudad por última vez, permitiendo a la población romana despedirse.
Italia ha puesto en marcha una de las mayores operaciones de seguridad que ha visto el país desde el funeral de Juan Pablo II. Se ha cerrado el espacio aéreo sobre la ciudad y se han movilizado fuerzas de seguridad adicionales, con misiles antiaéreos y lanchas patrulleras para vigilar el evento.
Tan pronto como Francisco sea enterrado, la atención se centrará en quién podría sucederle.
Es poco probable que el cónclave para elegir a su sucesor comience antes del 6 de mayo, y podría no empezar hasta varios días después, lo que daría tiempo a los cardenales para celebrar reuniones periódicas con antelación para evaluarse mutuamente y valorar la situación de la Iglesia, acuciada por problemas financieros y divisiones ideológicas.
(Información adicional de Hanna Rantala, Gosia Wojtunik, Angelo Amante y Giulia Segreti Redacción de Crispian Balmer Edición de Gavin Jones, Diane Craft, Kate Mayberry y Frances Kerry; editado en español por Tomás Cobos)