Los prisioneros de Azov, herramienta de presión de Rusia contra Ucrania
Olena Ishchenko se debate entre la desesperación y la furia al leer los resultados de la autopsia de su esposo Oleksandr, un soldado ucraniano muerto en una prisión en Rusia.
Moscú afirma que murió de un problema cardíaco, pero un análisis de su cadáver, repatriado a Ucrania, determinó que había sufrido múltiples fracturas de costillas y un traumatismo torácico.
"Quiero que Dios castigue a todos los que lo tocaron, que lo hirieron", dice Ishchenko.
Oleksandr, integrante de la brigada ucraniana Azov, fue uno de los cientos de prisioneros tomados por las fuerzas rusas tras la conquista del puerto de Mariúpol al inicio de la guerra.
Rusia utiliza esos prisioneros como moneda de cambio con Ucrania.
En 2014, el entonces naciente batallón ultranacionalista Azov alcanzó reconocimiento al recapturar Mariúpol, luego de que separatistas prorrusos la tomaran brevemente.
El movimiento se convirtió en un ejército regular y en 2022 obtuvo reconocimiento nacional al defender ferozmente Mariúpol atrincherados en el complejo siderúrgico Azovstal.
La mayoría de los combatientes de Azov capturados tras un devastador asedio siguen prisioneros y sirven como herramienta política para Rusia, que los acusa de "neonazis".
- "Les tienen miedo" -
Tras su captura, Oleksandr fue enjuiciado y exhibido en la televisión estatal rusa con aspecto demacrado.
Su esposa imploró en su momento a las autoridades ucranianas que negociaran la liberación de Oleksandr, el padre de su hija.
"Esperemos que aguante", recuerda que le dijeron.
"No aguantó. ¿Y ahora qué hago? ¿Matar a alguien? ¿Cómo sigo viviendo?", pregunta.
De los 900 soldados de Azov capturados en Mariúpol, unos 230 fueron liberados, pero ninguno de ellos después de mayo de 2023, indica Petro Yatsenko, del Cuartel de Coordinación para el Tratamiento de Prisioneros de Guerra ucraniano.
"Los queremos de vuelta lo antes posible, pero Rusia nunca quiere devolvernos a estos defensores de Mariúpol", explica Yatsenko.
Moscú retiene a los célebres combatientes como un intento de dividir a Ucrania, donde algunos acusan a las autoridades de abandonarlos, sostiene Yatsenko.
Consignas de "liberen a Azov" abundan en Kiev, desde graffitis hasta pancartas en edificios gubernamentales y en cafés de moda otrora distantes de los grupos nacionalistas.
"Hasta 2022, la gente no quería saber lo que era Azov, mucha gente lo ignoraba. Pero la guerra despertó a muchos", afirmó Kristina Iniieu, de 26 años, quien trabaja en la industria creativa.
Participó junto a centenares de personas en el caluroso verano de Kiev en una manifestación por la libertad de los soldados de Azov.
"Para los rusos, Azov es como una llama terrible, les tienen miedo, los odian", declaró Iniieu, con la voz apenas audible entre los bocinazos de los vehículos en la protesta.
- Valor propagandístico -
La esperanza de liberar a los prisioneros de Azov surgió cuando Kiev capturó a cientos de soldados rusos durante una ofensiva en la región rusa de Kursk, lanzada a inicios de agosto.
Pero el último intercambio, anunciado el 24 de agosto, no incluyó combatientes de Azov, lo que irritó a muchos en el ejército.
"Hay una petición colosal de la sociedad por el regreso de aquellos en Mariúpol que en 2022 hicieron todo para asegurar que Ucrania continúe existiendo", publicó en redes sociales Denis Prokopenko, comandante de Azov.
Pero la decisión está en manos de Moscú, y el valor propagandístico de los combatientes complica aún más su liberación.
Durante años, Rusia fustigó a Azov con acusaciones de "neonazismo" que la brigada rechaza.
La acusación llevó a Estados Unidos a prohibir venderles armas, una medida levantada en junio.
Rusia aún realiza juicios públicos de los combatientes de Azov para destacar los orígenes de extrema derecha del grupo, con lo cual justifica su versión de que la invasión fue para "desnazificar" Ucrania.
- "Torturados" -
Tamara Koriagina dijo que apenas reconoció a su esposo, Serhii Mikhailenko, en las imágenes publicadas por un sitio ruso donde aparece "confesando" crímenes.
"Lloré mucho porque estaba pálido, delgado, con los ojos vacíos. Entiendo que pasó muchas cosas y fue torturado", declaró a la AFP en Kiev la mujer de 24 años.
Mikhailenko fue sentenciado a cadena perpetua y deberá purgar su pena en Siberia.
Koriagina revisa páginas web rusas en busca de pruebas de que sigue vivo.
Entre tanto, abundan los relatos de los prisioneros liberados sobre malos tratos. Regresan a Ucrania con aspecto demacrado y con cicatrices.
Cada prisionero de guerra ucraniano liberado y entrevistado por la ONU reportó torturas bajo el cautiverio ruso, incluyendo "golpizas brutales, posiciones de estrés prolongado, choques eléctricos en los genitales y ataques con perros".
El servicio penitenciario federal y el Ministerio de Defensa rusos no respondieron a las consultas sobre el trato de los prisioneros de guerra ucranianos.
Aferrada a la convicción de que volverá a ver a su esposo, Koriagina recuerda los tiempos felices caminando por el muelle de Mariúpol.
"Nos gustaba caminar allí, había mucha gente, muchos besos, mucha paz", dice.
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