Nieta de Long cree que el abrazo con Owens en Berlín-1936 sigue dando esperanza
El abrazo del saltador de longitud alemán Luz Long con el estadounidense Jesse Owens en 1936 es uno de los momentos icónicos del deporte olímpico. La nieta del primero estimó en una entrevista con la AFP que la historia sigue inspirando y dando "esperanza" a personas de todo el mundo.
Owens ganó el oro en el salto largo y Long se quedó con la plata en unos Juegos Olímpicos celebrados en Berlín y que pasaron a la historia por el contexto político, en plena Alemania nazi y en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
Long ayudó además a Owens a clasificarse a la final dándole una indicación de dónde dejar su toalla como marcador y referencia para ejecutar el salto.
Jesse Owens fue el héroe de aquella edición, coronándose además en los 100 y los 200 metros. Ver a un atleta negro triunfando en Berlín suponía una bofetada a la postura del Tercer Reich acerca de una raza aria superior.
"Ese gesto, delante de la mirada de Adolf Hitler y de otros destacados líderes nazis que creían en la supuesta inferioridad de las razas no arias, ha sido celebrado durante décadas como un triunfo de la humanidad sobre el racismo y la inhumanidad", estimó Julia Kellner-Long, nieta de Luz Long, en su charla con la AFP.
Owens regresó a Estados Unidos y, a pesar de sus hazañas olímpicas, todavía era víctima del segregacionismo imperante en la época. Pese a ser un héroe del deporte, tenía que seguir sentándose en la parte trasera de los autocares.
"Después de los Juegos, Luz recibió una llamada de un alto dirigente nazi, Rudolf Hess, que le ordenó no volver a abrazar a un negro nunca más", contó Kellner-Long.
- Fallecido en la guerra -
Ni ella ni su padre Kai conocieron nunca a Luz, que murió en el conflicto bélico mundial el 13 de julio de 1943 en Sicilia. Su última carta a sus familiares fue escrita el 29 de mayo, el día después de que naciera su segundo hijo.
Kai perdió además en 1944 a su hermano pequeño Wolfgang por una meningitis.
"Luz no era una tema habitual de conversación en nuestra familia", admite Kellner-Long, cuyo padre Kai llegó a conocer a Jesse Owens en dos ocasiones.
"No hubo ninguna escena en la que una pequeña niña se sienta en las rodillas de su padre y escuche la historia heroica de su abuelo", apunta.
Pero todo cambió en 2004, cuando Kai sugirió que Julia representara a la familia en un acto con Gina Hemphill-Strachan, nieta de Jesse Owens. Era la inauguración de la remodelación del Estadio Olímpico de Berlín, donde tuvo lugar la competición en 1936.
Julia Kellner-Long no pensaba mucho en aquel abrazo de varias décadas antes, hasta que 80.000 espectadores empezaron a aplaudir y a ella le comenzaron a "temblar" las piernas.
"¡Qué energía!", cuenta. "Era como si los dos estuvieran ahí, Jesse y Luz. Para mí fue una experiencia indescriptible", asegura.
- "No racialmente consciente" -
El abrazo fraternal y deportivo es para ella un ejemplo a seguir y una inspiración que debe seguir viva en un mundo con conflictos importantes abiertos y sin aparentes vías de solución.
"Esta historia no muere. Es como una llama que sigue viva, un rayo de esperanza. A día de hoy, la historia de Luz inspira a gente en todo el mundo y transmite esperanza. La humanidad de Luz, su valentía, su integridad", se enorgullece.
La amistad con Owens trajo además problemas en la época a Luz.
"Desde ese momento, Luz fue clasificado por los nazis como 'no racialmente consciente' y fue seguido de cerca, durante años, acerca de sus posiciones políticas", cuenta Kellner-Long.
Los descendientes de Long y Owens siguen en contacto.
Stuart Rankin, nieto de Jesse Owens, escribió en 2015 el libro "Luz Long: la carrera de un deportista en el Tercer Reich".
"La imagen que siempre tendré grabada en mi mente es la de un sonriente Luz Long siendo el primero en felicitar a mi abuelo cuando salió del foso del salto largo", sonríe Rankin.
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