Situación angustiosa en Mayotte, que espera visita de Macron
LA NACION
Falta de agua, comida insuficiente... La situación sigue siendo muy complicada en el archipiélago francés de Mayotte devastado por el ciclón Chido, en el océano Índico, donde el presidente Emmanuel Macron tiene previsto acudir el jueves.
Los habitantes pasaron la noche del martes bajo toque de queda de 22h00 a 04h00.
El nuevo primer ministro, François Bayrou, objeto de críticas por haber priorizado el lunes el consejo municipal de su ciudad, Pau, en el suroeste de Francia, aseguró que viajará a Mayotte "tan pronto como su gobierno esté formado".
Según un balance oficial aún muy provisional el paso del ciclón Chido el sábado dejó 22 muertos y 1.373 heridos en el archipiélago.
Sin embargo las autoridades temen que haya "varios cientos" de muertos, quizás incluso "algunos miles", en este departamento, el más pobre de Francia.
El recuento es especialmente complicado ya que Mayotte presenta una fuerte tradición musulmana y, según los ritos islámicos, los fallecidos deben ser enterrados lo más pronto posible.
Los servicios de emergencia siguen trabajando intensamente cuatro días después de la catástrofe.
"Más de 100 toneladas" de agua y alimentos serán distribuidas el miércoles, aseguró el ministro del Interior, Bruno Retailleau.
Además se espera que lleguen 180 toneladas de suministros por vía marítima el jueves, según el estado mayor de las fuerzas armadas.
Un hospital de campaña será instalado "antes del fin de semana o al inicio de la siguiente, para aliviar al centro hospitalario de Mayotte, que está dañado, y a su personal, que está agotado", añadió el ministro de Ultramar, François Noël Buffet.
Aunque no se detectó cólera en Mayotte, su reaparición sigue siendo "una preocupación" en un territorio que registró varios casos mortales en primavera, reconoció el miércoles la ministra de Salud, Geneviève Darrieussecq.
Otra prioridad es el envío de tiendas de campaña y lonas para restablecer los hogares que quedaron completamente destruidos o cuyos techos fueron arrancados por las ráfagas de viento que superaron los 220 km/h.
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