Tanto si es una "recesión" como una "depuración" habrá costos para eeuu de una menor actividad

Por Howard Schneider
WASHINGTON, 13 mar (Reuters) - El secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dice que una recesión "valdría la pena" si sirve para poner en marcha las políticas del presidente Donald Trump, mientras que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha hablado de un período de "depuración" y el propio Trump dice que la economía está en "transición".
Sea como sea, la historia demuestra que las recesiones -en caso de una- son asuntos costosos: El dolor nunca se reparte por igual, y el resultado -desde la duración y profundidad de la recesión hasta la velocidad y amplitud de la recuperación- es impredecible.
CONTRACCIÓN DEL PIB
En términos generales, una recesión ocurre cuando la producción total de una economía, medida por el Producto Interno Bruto (PIB), disminuye de forma significativa. Una regla empírica común es que cuando el PIB se contrae durante dos trimestres consecutivos, el país está en recesión.
Pero eso no capta lo esencial. El Comité de Ciclo Económico de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER), que determina cuándo comienzan y terminan las recesiones, examina además del PIB aspectos como el desempleo, los ingresos personales excluidas las prestaciones públicas, el gasto de los consumidores y la producción industrial.
Los parámetros pueden deteriorarse solo un poco durante mucho tiempo o pueden desplomarse con tanta fuerza que sea obviamente una recesión, como ocurrió durante la pandemia de COVID-19, cuando la actividad cayó rápidamente pero repuntó con velocidad y provocó una recesión de dos meses, la más breve en Estados Unidos.
Por el contrario, una economía débil en 2016 no alcanzó para que se declarara una recesión.
El NBER nunca declara recesiones mientras ocurren, una reflexión que deja para otros, que miran cosas como los cambios en la tasa de desempleo, donde los aumentos de medio punto porcentual o más en un año han significado en el pasado que hay recesión.
Nada en los datos concretos como el desempleo, el PIB o el gasto de los consumidores sugiere actualmente que eso esté ocurriendo. La conversación se debe a encuestas que muestran la disminución de la confianza empresarial y del consumidor, y los recuerdos del primer mandato de Trump, cuando aranceles mucho más pequeños que los propuestos ahora, y precedidos por los recortes de impuestos, causaron un estancamiento del crecimiento económico mundial.
¿QUÉ CAUSA LAS RECESIONES?
En enero, el riesgo de una recesión en Estados Unidos se consideraba pequeño. La baja tasa de desempleo y el aumento de los salarios hacía que los consumidores siguieran gastando, la inflación se acercaba al objetivo del 2% fijado por la Reserva Federal y el banco central estadounidense había recortado las tasas de interés en un punto porcentual desde septiembre.
Los funcionarios de la Fed lo consideraban una base estable para un crecimiento continuo, y muchos economistas pensaban que el banco central había acertado con un "aterrizaje suave" tras la alta inflación de 2021 y 2022.
Es una hazaña poco frecuente: A veces es la política del banco central la que desencadena una recesión, como ocurrió a principios de la década de 1980, cuando el entonces jefe de la Reserva Federal, Paul Volcker, envió a la economía a una dolorosa recesión con grandes subidas de las tasas de interés para controlar la alta inflación.
Esta vez, la volatilidad en la confianza, las caídas del mercado de valores y las preocupaciones de una próxima baja de la actividad se derivan de la medida de Trump para reconducir el comercio mundial con altos aranceles a los principales socios comerciales de Estados Unidos.
Este tipo de shocks son las otras fuentes de caídas. La pandemia fue otra de ellas, al igual que el impacto combinado a principios de la década de 2000 del desplome de los valores tecnológicos y los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
¿QUIÉN PAGA LA CUENTA?
Las recesiones tienen un costo. Las ganancias de las empresas caen, al igual que las cotizaciones bursátiles, lo que puede amplificar el impacto a medida que los inversores reducen su propio consumo. Los ingresos caen y los déficits públicos aumentan a medida que crece el número de personas que tienen derecho a prestaciones destinadas a compensar la debilidad económica, conocidas como estabilizadores automáticos.
Una de las razones por las que el confinamiento de la pandemia dio paso a un periodo de fuerte crecimiento económico fue la cantidad de ayudas gubernamentales tanto bajo la primera administración Trump como bajo la del expresidente Joe Biden. Ambos gobiernos dejaron enormes déficits a su paso, lo que algunos creen que puede limitar la respuesta esta vez si la economía se hunde.
Pero, por lo general, la característica más notable de la recesión es el aumento del desempleo, un hecho que hace recaer la carga más pesada de cualquier recesión sobre quienes se quedan sin trabajo.
El aumento del desempleo en Estados Unidos tiende a recaer de forma desproporcionada sobre los negros y los latinos, pero cada recesión es diferente.
La recesión de 2007-2009, por ejemplo, fue profunda y prolongada, y tuvo su origen en una crisis financiera que figura entre los tipos más difíciles de resolver. Algunos la han llamado la "hombre-cesión" por las grandes pérdidas de empleo en la construcción, la industria manufacturera y las finanzas, sectores dominados por los hombres. La recesión pandémica, por el contrario, se cebó inicialmente con las mujeres y los latinos, con despidos masivos en el sector servicios.
EL LADO POSITIVO
Si hay un lado positivo es que las recesiones reducen la inflación.
Últimamente se ha hablado de estanflación, con la creciente preocupación de que el crecimiento económico se ralentice o incluso se contraiga mientras aumenta la inflación como consecuencia de los aranceles estadounidenses dirigidos a Canadá, México, China y otros socios comerciales.
Pero si una desaceleración es lo suficientemente aguda, la inflación finalmente se ralentiza a medida que la demanda se debilita, y los precios pueden incluso caer, algo que Trump prometió que sucedería bajo su mandato. De hecho, es inusual que, fuera de una recesión, el nivel general de precios descienda.
También es probable que la Fed recorte las tasas de interés para suavizar el golpe de una recesión, haciendo que los mercados se ajusten a las nuevas expectativas sobre el crecimiento y la demanda.
La caída de los costos de los préstamos puede beneficiar especialmente a los futuros compradores de viviendas, ya que unos tasas hipotecarios más bajas -que la Administración Trump también podría acoger con satisfacción- impulsarían los mercados inmobiliarios y contribuirían a una eventual recuperación.
(Reporte de Howard Schneider; Edición en español de Javier López de Lérida)
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