Tanto las anfitrionas empresas norteamericanas, como las europeas, se concentraron en mostrar su catálogo de productos a la venta; las asiáticas fueron las que calentaron un poco el frío ambiente con cinco concept cars
Como todos los enero, la ciudad de Detroit recibió a la prensa automovilística mundial para el NAIAS (acrónimo de North American International Auto Show, o Salón de Detroit para los amigos). Y lo hizo como suele hacerlo: con un frío espeluznante. Lo particular de este año, fue que esos 14 grados bajo cero que hacían en el exterior se trasladaron también al interior del Cobo Center, al menos en cuanto a diseño se refiere. Hubo muy pocos lanzamientos de productos para destacar, y tan solo cinco concept cars nuevos, que son un poco el termómetro de la importancia del tema en el marco de un salón del automóvil. Y más destacable aún es que, al igual que el año pasado, ninguno de los tres fabricantes anfitriones –General Motors, Ford y FCA– hizo algún aporte en ese sentido.
Pero esto no es casual, y nos dice mucho acerca de la situación actual de la industria automovilística estadounidense. Por un lado, están sin dudas más interesados en mostrar los vehículos que tienen que vender –léase camionetas–, que en impresionar a los visitantes del salón con sus visiones del futuro inmediato. Y por el otro, las grandes novedades son los grandilocuentes anuncios de inversión en proyectos más a largo plazo: General Motors ya declaró que intenta producir un taxi totalmente autónomo para antes de 2020, y Ford anunció una inversión de 11.000 millones de dólares para electrificar toda su producción de vehículos de aquí a 2022. La señal que se puede leer es clara: recaudar la mayor cantidad de cash posible con la venta de productos de alta rentabilidad, para poder invertirlo en los costosísimos nuevos desarrollos que garantizarán la supervivencia de las empresas a largo plazo. Y en el medio, claro, no queda mucho espacio para andar gastando dinero en concept cars, que son extremadamente caros y bastante cuestionables en términos de retorno de inversión, más allá de que sean lo más atractivo para los que gustamos del diseño.
Desde el Lejano Oriente
Con las marcas europeas en una actitud parecida a la de las norteamericanas, todas las novedades conceptuales vinieron entonces desde el oriente: Nissan, Infiniti, Lexus, Acura y –sorpresa– la china GAC presentaron respectivos concept cars, la mayoría en formato SUV. Pero vamos de a uno.
El más interesante, por lo provocativo (que de eso se trata en buena medida un concept car) fue el Nissan Xmotion. Se suma a la tendencia de los SUV mucho más altos y erguidos, con aspecto más de tanque de guerra que de rural levantada. Alfonso Albaisa, el portugués que dirige el departamento de diseño de Nissan, no se cansó de decir que el vehículo está inspirado en lo más esencial de la cultura japonesa y, a juzgar por los resultados, hay mucho de eso, pero más por el lado de la estética mecha: ese género de robots tripulados que va desde Mazinger Z hasta Evangelion, pasando por Robotech. Pero todo lo mecánico, robusto e intimidante que es por fuera, lo es de zen por dentro: formas suaves, orgánicas, terminaciones en madera y un tablero dominado por una pantalla horizontal a todo lo ancho, en la que un pez koi (un símbolo de Japón) hace de anfitrión/asistente al estilo Alexa de Amazon.
Lexus, por su parte, optó por un formato más crossover para su SUV conceptual de superlujo LF-1 Limitless. Es impresionante ver cómo los diseñadores de la marca japonesa torsionan las superficies de chapa hasta el límite de la tortura. La buena noticia es que –al menos en los laterales– ya no hay tantas líneas y pliegues, así que el resultado es bastante limpio. Con el frontal es otro cantar: tiene un aspecto tan alienígena, que le metería miedo al mismísimo Depredador. Son tan retorcidos y extremos los detalles, que pareciera imposible que logren pasar a producción, pero Lexus ya ha dado pruebas de que tiene la capacidad para industrializar formas extremadamente complejas. En definitiva, queda claro que la noción de lujo para la marca premium de Toyota sigue fiel al paradigma de que “más es más”.
Mucho menos avanzado resultó el Acura RDX Concept, que es prácticamente una versión lista para la producción del próximo SUV mediano-grande de la filial premium de Honda. Poco de novedoso por aquí, salvo el detalle de una gráfica frontal con un logo sobredimensionado, que parece más un síntoma de la inseguridad que una idea estilística.
El Infiniti Q Inspiration fue el único concepto de la muestra con formato de sedán. O bueno, de coupé de 4 puertas como se les dice ahora. Muy estilizado en sus proporciones y muy rico en detalles (el interior es de ensueño), lo que llamó la atención con el Q Inspiration son sus marcadas similitudes con el Tesla Model S. Teniendo en cuenta que es una propuesta 100% eléctrica, es bastante obvio a dónde están apuntando los muchachos de la susbidiaria lujosa de Nissan.
Finalmente, la gran sorpresa la dio la ignota (para nosotros y también para los estadounidenses) marca china GAC, con su Enverge. Los chinos se descolgaron con un concept bastante aventurado: una especie de SUV de silueta acupesada y muy deportiva. Lo de coupé le va bien porque tiene solo dos puertas que se abren al estilo gaviota. Para ser francos, el concept chino luce un poco 2015, porque atrasa algunos años para los estándares de las principales marcas europeas y japonesas. Esto quiere decir que luce bien y convincente –incluso bastante espectacular–, pero es un compendio de recursos estilísticos que ya fueron vistos en los últimos cinco años. Las ventanillas laterales que se funden con el color de la chapa, en el Opel GT de 2016; la línea quebrada y muy marcada en el panel de la puerta, en el Mercedes-Benz Clase A de 2011 (Mercedes justamente está abandonando ese recurso), y toda la gráfica frontal adolece de cierta falta de originalidad. Más allá de estos detalles, es evidente que los chinos vienen avanzando a paso redoblado. No hace mucho estaban a cinco años, ya están a tres o menos…
Mientras tanto, en el mundo real…
Para cerrar, un pequeño repaso por lo (poco) que aportaron al diseño los nuevos autos de producción que se presentaron en la gélida Detroit.
Uno que seguro llegará a la Argentina: el Volkswagen Jetta, que aquí se conoce como Vento. Todo está ejecutado a la perfección en este auto, que no tiene fallas, pero tampoco genera demasiada emoción. Es interesante que en nuestro país será un referente en términos de elegancia clásica y aspiracional, mientras que en los EE.UU. es considerado un típico auto compacto y aburrido. Las diferencias de poder adquisitivo también generan diferencias de percepción en el estilo…
Y hablando de aburrimiento, Toyota parece enfrascada en quitarse ese mote y está llevando el diseño de sus autos al límite de la sobreactuación. Solo basta ver la parrilla barredora de nieve (que sería muy útil en Detroit, por cierto) del nuevo Avalon, un sedán enorme que se ubica por encima de nuestro conocido Camry. Lo (preocupante) es que este estilo tan sensacionalista de las trompas se está volviendo una tendencia, mal que nos pese a los que apreciamos la elegancia de lo simple.
Un destacado fue el nuevo BMW X2. Resultó muy controversial para los puristas de la marca por el abandono del clásico Hofmeister Kink (el típico quiebre en la ventanilla trasera que BMW viene aplicando en todos sus autos desde hace 40 años), pero sin dudas va a ser uno de los SUV/Crossover más atractivos de su segmento (el mismo que incluye al Audi Q3 y el Range Rover Evoque).
Y, por supuesto, lo más relevante para los yanquis: las pickups. En Detroit se presentaron las nuevas Chevrolet Silverado y RAM (de tamaño completo) y Ford hizo lo propio con nuestra conocida Ranger. No hay mucho margen para innovar en el terreno de las camionetas, porque el mercado es extremadamente conservador. De las tres, hay que decir que la Silverado se lució, porque logra transmitir tanto robustez como tecnología, e incluso hasta cierta sensualidad con sus volúmenes esculpidos.
¿Ganó la nostalgia?
Siempre que hablamos de diseño, la mirada se orienta hacia los concept cars, que nos dan una idea de lo que ocurrirá los próximos años. Pero –y esto es una opinión personal– lo mejor del salón estuvo en tres vehículos que están más vinculados al pasado que al futuro. El nuevo Jeep Wrangler, que incorpora un montón de tecnología, pero se sigue manteniendo fiel a sí mismo, rústico y aventurero. Lo mismo le cabe al nuevo Mercedes-Benz Clase G, que prácticamente no ha cambiado exteriormente en los últimos 40 años, pero ha ido incorporando más y más lujo en su interior. Este particular combo lo ha convertido en el vehículo fetiche de los multimillonarios de la Costa Este de Estados Unidos. Por último, Ford presentó una versión homenaje al Mustang que usó Steve McQueen en la película Bullitt. El pony car moderno luce muy bien, sin dudas, pero resulta que al lado pusieron el original restaurado. Y adivinen cuál se robó todas las miradas