En pocas semanas más llegarán a la Argentina los flamantes modelos Cooper y el más deportivo Cooper S, de 163 CV. Fabricados en Oxford por el grupo BMW, mantienen la mística y la tradición de la marca combinadas con mucho confort y mecánica de última generación
En pocas semanas más, el nuevo Mini llegará a la Argentina. Fabricado por el grupo BMW en la tradicional planta de Oxford, Inglaterra, y presentado artísticamente en la pantalla grande con la remake de The Italian Job, conserva la inspiración que lo convirtió en un auto revolucionario combinada con toda la tecnología de la que hoy dispone la industria del automóvil.
Aunque todo comenzó mucho antes. Cuando en 1913 el primer Morris Oxford salió de la fábrica, pocos vecinos imaginaron que, casi un siglo después, esa ciudad inglesa seguiría siendo la cuna de uno de los modelos más famosos del mundo.
Al primer diseño le siguieron otros, como el Morris Minor, un compacto cuya primera versión es de la década del 20 y que prepararía el camino para lo que estaba por venir. Pero el puntapié de la verdadera historia grande se dio en marzo de 1957, cuando el entonces presidente de British Motor Corporation (BMC), Leonard Lord, le encargó a su jefe de diseño, Alexander Arnold Constantine Issigonis, al que todos conocían como Alec, que se dedicara por completo al diseño de un auto compacto.
Debía ser económico (estaban en plena crisis del petróleo), utilizar partes existentes de otros coches de la marca para reducir costos y tener espacio para cuatro personas con un poco de equipaje.
El resultado del trabajo del creativo ingeniero vio la luz el 26 de agosto de 1959. Con un precio de menos de 500 libras, un motor de 848 cc y 34 CV de potencia máxima, el Morris Mini Minor, que se eternizaría como Mini, era el primer automóvil de serie con tracción delantera y motor transversal. Todo en sólo 3 m de largo, 1,1 m de alto y 1,1 m de ancho.
A decir verdad, en los primeros tiempos no despertó demasiado el interés de los compradores. En 1960, sólo se habían producido 64.000 unidades.
Pero, como es sabido, la década del sesenta marcó giros históricos en varios aspectos. Muchos de esos hitos que ganarían fuerza planetaria se iniciaron, casualidad o no, en Inglaterra. Mientras un grupo de cuatro jóvenes con raros peinados nuevos llevaban su música de Liverpool al mundo, el Mini comenzaba a ganar fama.
Tanto, que en julio de 1964 la diseñadora de moda londinense Mary Quant, cuyo nombre es poco conocido para la mayoría de nosotros, sacudió al mundo con una prenda cuyo nombre evocaba al simpático vehículo: la mini falda.
El imparable boom entre los usuarios hizo que, para 1965, un millón de Mini circulara por las calles; en 1969, eran dos millones, y para 1970 ya eran tres millones las unidades salidas de fábrica.
¿La explicación? Aquel pequeño y modesto pero revolucionario modelo conquistó el gusto no sólo de quienes tenían unas pocas libras en el bolsillo, sino de usuarios muy famosos.
Bandera a cuadros
A pesar de su poca potencia, un amigo de Issigonis, el preparador de autos de carrera John Cooper (campeón de constructores de la Fórmula 1 en 1959 y 1960) vio sus posibilidades deportivas.
De esa cooperación, en octubre de 1961 nació el Mini Cooper, que incorporaba discos en los frenos delanteros y un motor de 997 cc y 55 CV. Dos años después, ya con 70 CV, sale de fábrica el Cooper S (Special).
Con ese modelo, los finlandeses voladores Rauno Aaltonen y Timo Mäkinen, y el irlandés Paddy Hopkirk al volante como pilotos oficiales ganan tres años el Rally de Monte Carlo (1964 con Hopkirk, 1965 con Mäkinen y 1967 con Aaltonen), con el agregado de que en la carrera de 1966 logran ocupar los tres primeros puestos (Mäkinen, Aaltonen y Hopkirk, respectivamente), pero fueron descalificados (hay quienes dicen que los franceses ya no soportaban tanta superioridad) ¡por un problema reglamentario con los filamentos de las luces delanteras!
Los éxitos deportivos contra autos más potentes fortalecieron la leyenda, aunque a pesar de la bien ganada reputación, vendrían años difíciles por la crisis de la industria automotriz británica, los cambios de administradores en la compañía y nuevas versiones que no fueron atractivas para los usuarios.
Pero el eclipse no tardaría en desaparecer. Cuando en 1995 BMW compró el grupo Rover, los británicos tenían cuatro marcas: Rover, MG, Land Rover y Mini.
Pero el romance duró poco y los alemanes rápidamente se desprendieron de las tres primeras (Rover y MG recuperaron su autonomía, y Land Rover pasó a Ford Motor Company). Sin embargo, mantuvieron a Mini con la idea de reverdecer los laureles del famoso compacto.
Con el propósito de mantener la filosofía original combinada con la mejor tecnología disponible, en 2001 BMW presentó el Nuevo Mini, aunque ya se había visto en el Salón de París del 2000.
Ahora está a punto de llegar a nuestro país el automóvil que ya es un boom de ventas en los mercados de todo el mundo.
En la Argentina, las ventas empezaron bien
La comercialización del Mini en nuestro país no podría haber empezado mejor.
Como es costumbre en cada lanzamiento internacional, también aquí se pusieron a la venta 25 unidades de edición limitada, con un costo de 34.900 dólares cada una; en menos de dos días todas tenían dueño.
El único canal de ventas en la Argentina es Bremen Motors, que abrirá dos salones: uno en la Capital Federal, frente a la sede central del ACA, y otro en la zona norte del Gran Buenos Aires.
Se venderán el Cooper, con motor 1.6 y 115 CV, que alcanza una velocidad máxima de 200 km/h (US$ 24.900 y US$ 26.500 con techo solar) y el Cooper S, que con más equipamiento, igual cilindrada y 163 CV llega a los 218 km/h (US$ 32.900).
Los interesados en conocer más pueden contactarse con la página www.miniargentina.com/ES/ donde encontrarán la historia, fichas técnicas, podrán contactarse con el concesionario y recorrer virtualmente la planta de Oxford, donde diariamente se fabrican 600 Mini.
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