Las ventajas del gasolero
Luego de nuestras pruebas concluimos en que la inversión se justifica cuando se viaja muchos kilómetros.
Los potenciales compradores de vehículos, en especial los que buscan su primer auto, se hacen casi siempre una pregunta concreta: ¿compro un naftero o un diesel? ¿Cuál me conviene más? Claro está, en la elección mucho depende del uso al que esté destinado. Sin embargo, desde el punto de vista de la rentabilidad, la respuesta es concreta también: el diesel. Pero, a partir de un determinado kilometraje de uso.
Durante muchos años, esta mecánica fue menospreciada en su aplicación en los automóviles de serie (los primeros datan de la década del 60) porque sus desventajas, en prestaciones y comodidad eran manifiestas. En otras palabras, los motores gasoleros eran lentos, ruidosos y trepidaban tanto que las vibraciones hacían castañetear los dientes.
Pero la tecnología avanzó: inyección directa con gestión electrónica, esquemas multivalvulares, turbocompresores, intercambiadores de calor y otros desarrollos técnicos (como el common-rail) lograron que la distancia entre los motores diesel y los nafteros (ciclo Otto) se redujera rápidamente. En especial en los últimos 10 años.
Hoy las prestaciones entre ambos tipo de motores, tanto en velocidad máxima como en aceleración no son tan disímiles y el confort de marcha tampoco tiene mayores diferencias.
Las ventajas del diesel
El punto a favor indiscutible de las mecánicas diesel frente a las que utilizan nafta es el consumo. El gasoil es un derivado del petróleo mucho menos refinado que la nafta; por lo tanto, su obtención es menos costosa. La consecuencia de esto queda reflejada en los surtidores: 0,50 centavos contra más de 1 peso que cuesta el litro de nafta especial (95 o 97 octanos) porque, en la actualidad, son muy pocos los motores (los modernos definitivamente no) que pueden utilizar nafta común.
Más allá de los precios del gasoil y la nafta, el diesel, por sus características técnicas, consume menos cantidad de combustible (la mezcla utiliza más aire que gasoil, en una proporción de 1 gramo de éste por cada 18 a 20 de aire) y su rendimiento es superior (conserva mejor la energía latente del combustible, al menos un 10% más que la nafta).
Obviamente, también esto favorece su rentabilidad. No obstante, como ya se dijo, a partir de un determinado kilometraje.
¿Por qué? Porque en nuestro país, el precio de venta de los gasoleros es mayor, lo que implica el pago de una póliza de seguro más cara, una patente más onerosa y créditos de mayores montos; tampoco hay que olvidar el gravamen del 10% sobre el precio de venta que la ley impuso a los vehículos diesel a partir del 1º de enero de 1997. Sin embargo, con el tiempo, el peso del consumo es decisivo para que sean más rentables.
No es su única ventaja frente a sus hermanos nafteros. La mecánica diesel es extremadamente confiable y más longeva, debido a la mayor fortaleza de sus materiales (trabajan a mayor presión) y simplicidad de funcionamiento.
Desde el punto de vista del mantenimiento, el diesel requiere períodos más cortos para cambios de aceite y filtros, pero la diferencia no es significativa en la rentabilidad total.
Por último, otra ventaja decisiva: el precio de reventa. Incuestionablemente, por un diesel usado se puede obtener más dinero que por un naftero.
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