Náutica. Los comandos morse
Por la facilidad de maniobra que brinda, y por la seguridad inherente a su condición, la planta propulsora compuesta por dos máquinas en paralelo, conectadas a sendas hélices, y absolutamente divorciadas entre sí, desde la toma de combustible hasta las conexiones eléctricas, es la disposición motriz más común en las embarcaciones de unos 33 pies en adelante, más o menos.
Comandar esa potencia y los movimientos que le confiere al barco requiere, primero, un volante, que acciona los timones situados inmediatamente detrás de cada propulsor o, en su caso, las patas giratorias integrales con las hélices.
Pero las máquinas en sí precisan un segundo control para cada una el que, básicamente, acciona la caja marina, con su punto muerto, marcha adelante y marcha atrás, y el acelerador.
Aquí las aguas se dividen. La empresa líder en el tema es Morse, y por extensión los mandos _cualquiera sea su procedencia- también se llaman así. Con la palanca de cambios no hay mayor problema: arriba es punto muerto, y atrás y adelante comandan idéntica acción en el barco. Como se ve, nada más que tres puntos.
Con el acelerador, tampoco: atrás da el mínimo de régimen, y cuanto más adelante, más vueltas y, por ende, más velocidad.
De modo que un sistema eficiente (foto), bimotor, tiene a la izquierda del volante sendas palancas de cambio, y a la derecha, ambos aceleradores.
Algo más fácil
Aunque hay otra opción, aparentemente más simple. Se trata de apenas dos palancas, juntas y a la derecha. Cada una contiene en sí misma el cambio (en punto muerto, arriba), y el acelerador, hacia delante en marcha avante y hacia atrás en reversa.
En este caso si se desea acelerar en vacío a uno u otro motor, hay que tomar con la mano la palanca en el centro de su giro, abajo, y extraerla lateralmente (un recorrido como del grosor de un dedo); de esa manera queda desembragada.
Naturalmente que hay ventajas y desventajas en ambos sistemas, y cada patrón elegirá y utilizará uno u otro en beneficio de su propio parecer y comodidad.
En el sistema de palancas separadas para cada máquina, la maniobra en puerto se hace más fácil, porque uno determina por anticipado las vueltas -generalmente a muy bajo régimen-, dejando quietos entonces a los aceleradores, y operando solamente con las palancas de cambios, con cada una de ellas en cualquiera de sus tres únicas posiciones. Si las cajas son hidráulicas, como en los grandes motores, este sistema parece ser el preferido.
La otra opción, la monopalanca para cada motor, puede ser más sencilla en barcos menores, aunque requiere un buen pulso en las maniobras de puerto, por el riesgo de pasarse de vueltas inesperadamente y hacer brincar al barco.
Hasta ahora estos comandos eran del tipo de cable transmisor, algo parecido al cable de frenos de la bicicleta, pero recientemente se están instalando más y más comandos hidráulico-eléctricos.
Es común en estos casos que los patrones se quejen de falta de sensibilidad, porque no sienten en sus dedos o en la palma de la mano al mecanismo.
Probablemente sólo sea una cuestión de costumbre. Después de todo, ¿no son famosos los navegantes por su visceral e inconfesado apego a todo lo que la experiencia da como usado y aprobado, y su renuencia a aceptar algo demasiado novedoso?
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