En estas mismas líneas hace dos años nos preguntábamos si estaba llegando el ocaso de los grandes salones de automóviles. En aquella edición del Salón de París ya hubo algunas ausencias notorias entre los grandes fabricantes mundiales. La tendencia se acentuó en Fráncfort 2017 (se alternan con la muestra francesa, porque son las más grandes del mundo) y parece consolidarse en este París 2018, en el que no hacen acto de presencia unas 16 marcas de primera línea, mientras otras lo hacen en forma extraoficial, a través de concesionarios y representantes en Francia.
En suma, no somos demasiado injustos si decimos que se trata de uno de los salones más modestos de la historia. Justo en el aniversario 120° del Mondial de l’Automobile parisino, fundado por el pionero Jules-Albert de Dion, en1898.
¿Cuáles son las causas de esto? Por un lado, los fabricantes se quejan de los generosos gastos que les ocasiona un salón. Por eso, algunos prefieren realizar una presentación exclusiva, con toda la atención de la prensa para ellos.
La industria europea en particular está, además, en un punto de inflexión por el cambio en la forma de homologar los vehículos: la nueva reglamentación es más exigente en materia de emisiones contaminantes, por lo que buena parte del presupuesto debe volcarse al desarrollo de nuevos motores, tecnologías híbridas y autos eléctricos para satisfacerla y evitar otros escándalos medio ambientales.
Esto deriva en que la presentación de nuevos modelos sea menor que antaño, lo que puede restar el interés de un público que sí disfruta de estar cerca de una colección de vehículos en un único espacio. El interrogante sigue abierto: ¿están en extinción los grandes salones?