En la década del 80, IBM desarrolló la PC. La consideró poco menos que un juguete dentro de su negocio mundial de enormes computadoras para empresas, universidades y dependencias oficiales. Pero muchos emprendedores vieron el filón de la computación personal, tomaron la PC y edificaron grandes imperios para producir hardware y software. Esas empresas crearon un modelo de lanzamiento de productos y de relacionamiento con desarrolladores, proveedores e, incluso, la prensa, basado en un megaevento de un día con los invitados que más les interesaban. Sin compañías rivales a la vista.
En el mundo del automóvil, en cambio, los grandes salones internacionales marcaron, y aún lo hacen, la forma de mostrar los nuevos modelos tanto a la prensa como al público. Eso sí, con las marcas compitiendo dentro de ellos con sus stands, shows y conferencias de prensa. En el Salón de París del año pasado, que se realiza desde 1898, hubo no pocos ausentes entre los grandes fabricantes. Entre otros, Ford, Volvo, Mazda y Lamborghini. Un stand en París cuesta unos US$ 13 millones.
El martes último, Audi tomó el modelo de las empresas de tecnología para presentar el A8 y mostrar toda su gama de productos y planes para el futuro. Era un megaevento exclusivo de la marca. Y no son pocas las que a nivel mundial piensan que este formato es superior al de los salones para mostrar productos. Con el advenimiento de los autos eléctricos y la conducción autónoma, todos los conceptos de la industria automotriz están bajo revisión. ¿También lo está el modelo de los grandes salones internacionales del automóvil? Por lo pronto, hay muchos fabricantes que apuntan a otras estrategias. El tiempo dirá. •