La movilidad del futuro será más respetuosa con el medio ambiente y más segura que la actual gracias a los sistemas de propulsión alternativos y a la digitalización”, sentenció la canciller alemana Angela Merkel durante su visita a la IAA Mobility 2021 en Munich.
Como buena política, Merkel resaltó en su discurso el futuro promisorio y feliz por el cual el presente de la industria automotriz en general y la alemana en particular está en jaque. Ella está del otro lado del mostrador: el 31 de octubre de este año, la Unión Europea expedirá sus estadísticas acerca de quiénes, entre los fabricantes que venden autos en Europa, cumplieron el año pasado con la meta impuesta de que su flota de modelos tuviese un promedio de emisión de CO2 (dióxido de carbono) de 95 g/km. El incumplimiento no es gratuito: implica multas multimillonarias y las terminales alemanas, con sus numerosos modelos grandes y potentes, son los más amenazados (solo el Grupo Volkswagen debería pagar unos 9200 millones de euros).
El futuro, en suma, también hizo que la VDA (la asociación de la industria automovilística alemana) impulsara cambios drásticos: mudar el salón de Frankfurt (donde se desarrolló durante casi 70 años) a Munich y cambiar el enfoque: ya no solo automóviles, sino movilidad sustentable en general. Con excepción de las motocicletas, que tienen sus propias muestras, esta de Munich engloba bicis eléctricas, monopatines y hasta vehículos aero-terrestres. No quedó espacio para grandes deportivos (salvo 100% eléctricos) o fastuosos modelos con motores de combustión. La contaminación del planeta ha cambiado, definitivamente, el rumbo de la industria automotriz global.
Otra nota que no se puede soslayar es la modalidad doble de este salón (presencial y virtual), que es el primero de los cuatro grandes en volver “físicamente” y lo hizo con una afluencia de 400.000 visitantes en solo seis días de exposición. No todas las marcas estuvieron (algo que viene de lejos), pero el reciclaje de la industria y los autoshows ya comenzó de verdad.