El CEO global de Citroën habló en forma exclusiva para la Argentina con La Nación sobre la nueva familia de productos que lanzarán en la región y de los desafíos que plantean las nuevas formas de movilidad a la industria automotriz
El jueves de la semana última, en la planta de Porto Real, en Rio de Janeiro, comenzó la producción en serie del nuevo Citroën C3. El modelo es el primero de una familia de tres vehículos pensados especialmente para los consumidores de América del Sur, y fue desarrollado en la región por un equipo integrado por expertos de la Argentina, Brasil, Francia y otros países.
La fabricación de este B-SUV es de tal importancia para la marca, que el CEO de Citroën, Vincent Cobée, estuvo en Brasil para participar del evento, tras el cual mantuvo un diálogo en exclusiva para nuestro país con LA NACIÓN.
–¿Qué significa para la marca este proceso?
–Tiene varios puntos para ver. Primero, como una marca global apuntamos a expandir nuestra presencia y la distribución de nuestros valores. Históricamente Citroën se ha caracterizado por haber realizado una gran expansión en territorios fuera de Europa y la idea es seguir haciéndolo. Latinoamérica, y en especial la Argentina y Brasil, son dos mercados muy importantes para nosotros desde hace mucho tiempo, donde realmente nos ha ido muy bien más allá de las circunstancias particulares que ha habido en estos países; por ejemplo, en el caso especial de la Argentina muchas veces las hemos manejado con apoyo global. Por eso, lo que queremos es volver a los fundamentos de nuestra marca que son innovación, diseño y fundamentalmente una gran experiencia de confort y calidad de nuestros usuarios.
En segundo lugar, estamos en un proceso de desarrollo de una nueva familia de productos dentro de la cual el primero es el C3. Y decidimos hacerlo fuera de Europa para, de alguna manera, sacar la centralidad europea y abrir el juego a las demás regiones para que sea más balanceado. La decisión fue decir: ‘descentralicemos nuestros productos, llevémoslos a las regiones donde queramos estar y donde podamos ser relevantes, competitivos y atractivos’; y una de ellas es Sudamérica. Por eso trajimos un vehículo que es muy al estilo Citroën: colorido, innovador, espacioso, confortable, con mucha tecnología… La producción del C3 aquí de alguna manera marca un punto de inflexión, porque comenzamos a producir un producto global, que se va a exportar a todos los países de América Latina y que queremos que se instale en los mercados locales. De alguna forma, es un hito fundacional para la marca en la región.
–¿Y qué expectativas tienen con el C3 aquí?
–Tenemos un objetivo claro: queremos mejorar sustancialmente nuestra cobertura regional, aumentar fuertemente nuestra presencia en los mercados locales y también el market share en los países a los que lleguemos. En el caso particular de la Argentina, hoy tenemos el cinco por ciento del mercado y nuestra intención es duplicar esa participación. Creemos que con esta nueva familia de vehículos podemos mejorarlo significativamente.
–Lo que dijo anteriormente puede ligarse con que Citroën siempre se caracterizó por ser una empresa internacionalista. ¿Es así?
–Es un tema que tiene un par de aristas. En primer lugar, Citroën es una marca que cubre varias dimensiones: una es la del “bienestar”, que se relaciona con el confort, la funcionalidad, el placer de estar arriba del auto y también la relación que establecemos con nuestros clientes. La otra dimensión es que queremos ser relevantes y, en alguna medida, ser actores protagonistas de la sociedad generando cambios. Por eso apuntamos fuertemente por la innovación y por las nuevas formas de movilidad.
Todo eso lo venimos haciendo en Europa desde hace mucho tiempo, y creemos que es una buena oportunidad para hacerlo en otros mercados, no solo con los aspectos que tienen que ver con el confort de nuestros vehículos sino con los ligados a la movilidad a través de la innovación.
–Al respecto, Citroën siempre fue una marca disruptiva en lo que hace a nuevas formas de movilidad. Por citar un ejemplo, en Europa lanzó el nuevo Ami, un vehículo que puede ser conducido por adolescentes desde 14 años sin licencia. ¿Cuál cree que son los avances de la marca en ese sentido?
–Citroën siempre estuvo muy involucrada en la transición hacia las energías alternativas y hacia las nuevas forma de movilidad. También es una compañía que cree que son las ideas las que hacen evolucionar al mundo. Por eso, buscamos contribuir a la sociedad con ideas innovadoras. Personalmente, creo que si analizamos el tema de la movilidad a veces llegamos a la conclusión de que la movilidad individual se volverá cada vez más y más costosa. ¿Por qué? Por las regulaciones, los costos, las cargas impositivas, la inflación, etcétera. Para mí eso es algo triste, porque creo que el acceso a la movilidad individual es parte de la evolución de las personas, ya que la movilidad individual es no solo una aspiración básica personal sino una aspiración básica de toda la sociedad y que fue ésta la que hizo evolucionar al mundo.
En ese sentido, en Citroën queremos ofrecer una experiencia de alta calidad, absolutamente innovadora y a un precio accesible. El Ami es un ejemplo cabal de eso: es un vehículo chico, urbano, de dos plazas, que se vende a 7000 u 8000 euros, es 100% eléctrico, se puede recargar en cualquier parte, tiene una autonomía de 75 km y alcanza una velocidad máxima limitada a 45 km/h; es realmente disruptivo.
Entonces, con el Ami quisimos demostrar que se puede ofrecer tecnología, espacio, conectividad, colores, confort, diseño, etcétera y que sea accesible para la gente. Porque, ¿de qué sirve sacar un vehículo con esas características y que cueste 50.000 dólares si nadie lo puede comprar?
Dicho de otra forma, no somos fanáticos de la tecnología por la tecnología en sí; somos fanáticos de la tecnología como una manera de beneficiar a la sociedad. Y el Ami es un buen ejemplo de ese beneficio a la sociedad, pero el C3 también lo es.
–Y en esa misma línea, ¿cuáles son los planes a futuro?
–Creo que el futuro no será uno solo, creo que tendrá una combinación de muchas diferentes “direcciones”. Primero, como industria tenemos que desarrollar la habilidad de responder a las distintas necesidades, porque los procesos de electrificación no son los mismos en Europa que en los Estados Unidos o en China; y mismo dentro de una región también son diferentes, ya que, por ejemplo, en Brasil son completamente distintos a los de la Argentina. Entonces, creo que debemos guiarnos por los valores que ofrecemos al consumidor y no por las opciones tecnológicas que vayan apareciendo.
En segundo lugar, creo que muchos de estos cambios son sistémicos y no de un área en particular. Si tomamos el caso de la electrificación, ésta no tiene que ver solamente en un cambio de los combustibles que usamos, sino que hay una modificación en todo el ecosistema de movilidad; es un cambio de mentalidad respecto de la forma en que nos movemos. Creo que adelantar lo que va a pasar en el futuro es difícil por lo que debemos ser open minded y reactivos. Y pongo un ejemplo para que entienda: nadie puede decir hoy cuáles serán los requerimientos de autonomía de un vehículo eléctrico dentro de 10 años ; sí podemos decir qué va a pasar en uno año o dos, pero dentro de una década, ¿quién lo sabe? Porque pueden cambiar muchas cosas, por ejemplo, los recursos podrían no estar disponibles o quizás la gente cambie totalmente sus hábitos de consumo o quizás la tecnología vaya para otro lado… Por eso, para mí lo fascinante de la industria automotriz del futuro es que formará parte de un ecosistema mucho más grande y que no estará limitada solo a lo automotor.
En ese sentido, creo que el Grupo Stellantis tiene una ventaja muy grande: tenemos escala y tenemos una gran presencia en todo el mundo lo que nos da la capacidad de adaptarnos a las especificaciones locales cambios; por eso podemos tomar la iniciativa, podemos correr riesgos para ser relevantes.
No sabemos qué va a pasar en el futuro en muchos aspectos (materiales, tecnologías, movilidad, autonomía, regulaciones), pero sí sabemos que hay que llegar a los mercados con valores e intenciones muy claras. Y en ese sentido tanto nosotros como la gente saben cuáles son nuestras intenciones: ofrecer tecnologías innovadoras útiles para mejorar el bienestar de las personas.
Volviendo al tema de la electrificación, creo que la Argentina va a mudar hacia es tecnología mucho antes y mucho más rápido que cualquier otro país de Sudamérica. Si eso pasa, nosotros estamos listos: tenemos los autos, tenemos la tecnología.
Por eso, cuando decía open minded me refiero a estar abiertos para prever y absorber cuáles serán esos cambios, y con lo de reactivos, a actuar en consecuencia. ¿Cómo? Ofreciendo productos que sean revolucionarios y que cubran esas expectativas antes de que se genere una demanda y que lleguemos tarde a satisfacerlas.
–Volviendo a nuestra región, ¿qué planes tienen en el corto y mediano plazo?
–El C3 es el primero de una familia de tres vehículos. ¿Por qué? Porque queremos que la gente tenga libertad de elección. Queremos que cuando vayan a un concesionario tengan un abanico de opciones amplio con productos que se adapten a sus necesidades, ya sea un vehículo compacto o uno familiar, uno más eficiente o uno más potente, que sea informal o que sea elegante, etcétera...
–¿Esos planes incluyen el Ami?
–Es un posibilidad. Quizás en un futuro próximo lo podamos llevar a la Argentina.
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