La actriz y productora aprendió a conducir de muy joven; asegura que tener un vehículo le da una independencia que no cambia por nada
Eugenia Tobal es una actriz de pura cepa y con un carácter que la ha hecho pisar fuerte en cada una de sus interpretaciones en televisión, teatro y cine. Actualmente interpretando un protagónico en la serie Campanas en la noche, de Telefé, también se desempeña como productora, conductora y panelista. Y en todas esas facetas refleja el mismo respeto e ímpetu que tiene a la hora de ir al volante.
Sobre sus inicios en la conducción, Tobal cuenta: "Mi mamá siempre fue la que nos impulsó a aprender a manejar. Ella maneja muy bien y desde muy chica, y fue quien me enseñó. Luego mis dos hermanos varones mayores me ayudaron a perfeccionarme. A los 17 años ellos le pagaran dos clases a un profesor particular para enseñarme a estacionar porque no me tenían paciencia y enseguida saqué la licencia con la autorización de mis padres. Ese día fui sola con la camioneta de mi papá. Me aprobaron y mi mamá y él me esperaron con un ramo de flores para felicitarme".
Su primer auto fue un Daihatsu Cuore que la acompañó durante bastantes años. "Posteriormente empecé de a poquito a cambiar mis autos: tuve un Fiat 147, luego con mi hermano compramos un Volkswagen Gol y cuando me empezó a ir mejor económicamente pude cambiar más seguido el auto y tuve dos Peugeot. Siempre me basé en que el auto debe servir a la movilidad y darme comodidad y seguridad para viajar".
A partir de su evolución, un día se encontró con que quería algo más grande, así que en 2010 se pasó a Honda: "Era un momento en que podía llegar con la plata y dar el salto que no era muy grande para comprar una CR-V 4x4. ¡Hermosa! ¡La amé! Y desde entonces he estado siempre con Honda. Si bien hay que invertir un poco más, lo hacés con gusto porque sabés que el auto no te va a dejar nunca. Hago todos los mantenimientos en el service oficial porque al venderlo es mejor si está en buenas condiciones comprobables".
En 2015, le vendió la CR-V a su colega Federico D’Elía. Justo se había lanzado la nueva HR-V y enseguida compró una porque "es un poco más chica, muy femenina y gasta un poco menos; además, es ideal para manejarse en la ciudad y tiene un interior enorme", dice.
Respecto de los diferentes roles que han requerido que ella vaya al volante, describe que según la escena pueden grabarse con una cámara externa, pero que también "hay escenas que se toman con la cámara dentro del auto y vos manejando, especialmente cuando hay tanto texto que decir o se necesitan sólo imágenes del personaje. En esos los técnicos las ubican del lado de la ventanilla o adentro de acuerdo con lo que quieren capturar; a veces, los actores simulan que manejan para evitar el riesgo de actuar y manejar al mismo tiempo. Últimamente, se usa bastante tener imágenes más reales y en esas escenas no se habla tanto porque si no sería peligroso. He tenido muchas escenas al volante y también los actores estamos preparados para representar que estamos manejando", comenta.
Al enumerar las cosas que hay en el habitáculo, dice que, por ejemplo, lleva "alfajores para dar a las personas en situación de calle"; una bolsa de alimento balanceado "para los perros que encuentro por ahí"; ropa, zapatos, una manta y papeles, porque no tira nada en la calle". Y agrega: "Vivo en San Isidro, mis padres en la zona oeste y mi pareja en Zárate. Entonces las distancias son importantes y necesito un auto que me lleve con seguridad. ¡Ah! además que me lleve al trabajo".
En su memoria quedaron lugares únicos a los que llegó en un vehículo como cuando era chica y viajó con su familia y recorrió la Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay. Además, en 2018 paseó por todo el norte de España. Pero en especial se acuerda de uno: "Un viaje hermoso fue irme sola en auto por el norte argentino y recorrer Salta y Jujuy por la cornisa en la ruta vieja de Jujuy. Me conectó con lugares copados, únicos. Si no manejas, te perdés todos eso, porque como acompañante disfrutas pero al manejar la atención se amplia y te quedan más recuerdos de esos lugares".
A la hora de comprar un auto busca que le brinde "confort y seguridad", y que estéticamente "sea lindo". Y si se pincha un neumático, dice que podría cambiarlo, "pero a esta altura pediría ayuda, no me hago la canchera y si otro sabe cómo arreglarlo, lo llamo. ¿El auto de mis sueños? Debería tener alas y al apretar un botón que vuele como los pájaros, no como los aviones; capaz que alguna vez..."
Como conductora se sabe muy buena: "No tengo miedo al manejar. Ya les enseñé a mi sobrino y a una amiga y siempre digo que para manejar hay que perder el miedo. Soy corajuda pero respeto las normas y trato de ser lo más correcta posible. Amo agarrar el auto e ir a la ruta, pero no me molesta manejar en ciudad. Desde que conduzco tengo independencia móvil y hoy ni pienso en la posibilidad de no tenerla. Cuando cedo el volante, el que maneja me sufre porque soy bastante hincha como acompañante especialmente en medio del tránsito. Si hay un embotellamiento pongo música según mi estado de ánimo y me relajo pensando que en algún momento se va a descongestionar, porque si te alterás, perdés".
Finalmente, cree que la manera para mejorar el tránsito en el país es dar realmente educación vial a conductores y peatones, y claro, "tener mayor respeto por el otro, tolerancia y saber ¿Por qué afuera cumplís todas las normas y acá no? Al manejar, ponemos en juego la vida del otro y la propia. Debemos ser más cuidados y respetuosos. Sé que es una utopía, pero quién sabe… quizás algún día lo consigamos".