En primera persona: viajar en el subte y terminar en las vías
El primer día después de la reinauguración de la línea A no fue el previsto; LA NACION fue testigo de una falla inesperada en el día menos oportuno
Hoy era el día. Luego de que la línea A de subte permaneciese cerrada durante 54 días para la renovación de su flota y tras el acto de inauguración de ayer del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, muchos subieron por primera vez a los nuevos vagones. La expectativa era mucha.
En un recorrido realizado por este medio fuimos, junto con el fotógrafo Ezequiel Muñoz, a la estación cabecera de Plaza Mayo. Un chico, Daniel Martínez, dejó pasar dos formaciones antiguas, y esperó diez minutos a que llegue una de las nuevas. "No me lo quería perder", dijo. Otros, incluso, sacaban fotos a los asientos. El caso de Daniel resumía el de muchos.
El silencio. Los tableros electrónicos. El aire acondicionado. Esas eran algunas de las cualidades que enumeraban los usuarios de la formación que partió las 9.26 desde Plaza de Mayo hasta Carabobo. Funcionó a la perfección.
Para hacer el recorrido completo, quisimos, no obstante, tomar el subte, en dirección contraria: desde Carabobo a Plaza de Mayo. La historia fue otra. La formación 208 arrancó su viaje con problemas desde el inicio. Al principio, bromas. Después un poco de enojo. Y al final, resignación, malhumor y bronca.
El aire acondicionado no funcionaba. Puede pasar. Aunque lo cierto es que de las ocho formaciones nuevas, son dos las que presentaron el mismo problema. La 204, también. Una señora decía- en los primeros momentos del viaje- que, a causa del encierro, se estaba descomponiendo. Otra, se quejaba de que las ventanas no abriesen, ya que los nuevos vagones son herméticos. "Para eso tienen que tener un aire acondicionado fuerte", se quejaba.
Los flamantes tableros electrónicos, realmente muy útiles, no funcionaban correctamente. En vez de indicar que estábamos, efectivamente, en la estación Carabobo, señalaban que estábamos en Puán. Hasta ahí, nada serio. Son inconvenientes que se pueden solucionar rápido.
Pero el aire seguía siendo una molestia, sobre todo, para la gente mayor. Pasa en las demás formaciones y las líneas del subte, pero, quizá por la expectativa, los usuarios, cada vez se molestaron más.
Nos subimos alrededor de las 10:18 a la formación. Pensaba, luego del anterior viaje, que todo funcionaría correctamente. Pero no. Igual que los otros pasajeros al principio no me preocupé.
"El aire", gritó con bronca un usuario al bajar en una de las primeras estaciones. No había otro tema de charla allí, y como efecto dominó, las pocas personas que no hablaban de ello, lo empezaron hacer. Todavía seguían, algunos, haciendo bromas.
El motorman, entonces, decidió dar una respuesta. "Los voy a tener que bajar porque el aire no anda". La manera de decirlo, quizá, no fue la mejor. Esas fueron las primeas quejas fuertes. Y el cambio de humor.
Ya una estación antes de Plaza de Mayo, la formación se detuvo más de tres minutos. Pero finalmente arrancó, aunque no terminaría su recorrido. A pocos metros de la estación cabecera, se detuvo sorpresivamente. Pensé, entonces, que se solucionaría pronto y, a decir verdad, tampoco me preocupé mucho.
Sin información oficial, la incertidumbre provocó enojo. El motorman pidió un instructor. "Pará que bajo por afuera, si voy por adentro del subte, me matan", le dijo a un compañero. Ahí, fue cuando me dije que algo andaba mal.
No había solución, y sí calor. Aunque no era agobiante, pero la situación de nerviosismo exaspera las sensaciones. Así, un hombre presionó el botón de emergencia. Las sirenas empezaron a sonar. Muchos de los pasajeros decidieron entonces bajar. Otros, aguardaban. Una señora, incluso, me preguntaba qué debía hacer. "¿Decís que es seguro?", me consultó.
De repente la formación se movió. Aunque fue un movimiento muy leve, pudo a haber provocado una lesión considerable a una señora que justo bajaba y se quedó atrapada entre la pared y la formación.
Fue rescatable, en todo momento el comportamiento de los pasajeros. No hubo insultos. Sólo querían llegar a su destino. Empleados de Metrovías, uno de ellos que se desempeña en la estación Plaza de Mayo, acudieron para ayudar. Se colocaron escaleras de emergencia para que las personas pudiesen bajar.
La distancia entre el subte y las vías, no es mucha. Un paso en la escalera, y al siguiente uno ya había descendido y se encontraba, sorprendentemente, en las vías. Habían suspendido ya, claro está, todo el funcionamiento de línea A, que luego fue restablecido.
Fui el último en evacuar. Quería cubrir todo, hasta el último momento. ¿Qué pasaba? ¿Qué hacía el motorman? Y lo principal: la reacción de la gente.
"Tuve mucha suerte de estar en lugar justo, en el momento justo", pensé. Pero luego, una vez en las vías, vi a una señora, muy mayor, angustiada, y me conmoví. Su rostro así lo reflejaba. Trataba de caminar bajo tierra, con la ayuda de los empleados de Metrovías.