Furioso temporal: 6 muertos, miles de evacuados y 450.000 afectados
Cayeron 155 milímetros de agua en apenas siete horas y la ciudad volvió a paralizarse; se inundaron cientos de viviendas en la zona norte y el conurbano y hubo un incendio en la destilería de YPF en Ensenada; Macri y el Gobierno cruzaron acusaciones
El drama repetido que se vive en el área metropolitana con cada temporal se convirtió ayer en una catástrofe. Desde que la lluvia comenzó a arreciar, a la madrugada, el agua subió sin pausa y dejó a su paso devastación y muerte. Por lo menos seis personas murieron en la Capital, entre ellas un empleado del subte que se electrocutó en la estación Los Incas de la línea B y tres vecinos del barrio Mitre, cerca del shopping Dot Baires, de Saavedra, uno de los barrios más castigados.
El fenómeno, inusual por su duración y extensión, también tuvo graves consecuencias en el conurbano, en especial en San Martín y La Plata, cuyo centro quedó anegado y sin luz. Anoche, por efecto del temporal, se produjo un incendio en la destilería de YPF en Ensenada, que, según informó la empresa, fue controlado por los bomberos y personal propio.
Más allá de la tragedia por la pérdida de vidas, los daños son, por ahora, incalculables. Centenares de familias perdieron todo cuando las aguas arrasaron sus casas, dejando atrás escenas que recordaron a las de un tsunami. Miles de autos quedaron a la deriva o desaparecieron durante horas debajo de las turbias aguas acumuladas después de la caída, en apenas siete horas, de más de 155 milímetros de lluvia, récord para un día de abril. Decenas de miles de viviendas en 14 barrios porteños se quedaron sin luz. Y anoche la indignación derivó en protestas, como en Blanco Encalada y Moldes, en Belgrano, donde hubo un cacerolazo.
Aunque el gobierno porteño informó que hubo 300 evacuados en el barrio Mitre, anoche los reportes daban cuenta de por lo menos 2300 personas que debieron ser desplazadas por seguridad. También hubo un intento de saqueo al supermercado Coto de Parque Avellaneda.
El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, calificó el suceso como una "tragedia climática" que afectó a más de 350.000 vecinos porteños. Los barrios más castigados fueron Saavedra, Núñez, Belgrano, Villa Urquiza, Colegiales, Villa del Parque, Villa Lugano y Flores. Allí hubo cortes de energía, al igual que en Coghlan, Villa Pueyrredón, Agronomía, Villa Ortúzar y Villa Luro. Anoche permanecían sin luz unas 450.000 personas.
En cuanto a las víctimas mortales, el director del SAME, Alberto Crescenti, contabilizó seis: el trabajador de subte electrocutado, una mujer de 81 años en Ramón Freyre al 3700 y cuatro hombres, uno de ellos de 88 años, en Manzanares al 4300; uno de 65, en Burela y Le Breton, y otro en Álvarez Jonte al 5600, ambos dentro de sus propios autos, cercados por las aguas. El secretario de Seguridad, Sergio Berni, en cambio, dijo que los muertos eran ocho; fuentes de la Policía Federal agregaron uno en Melián y Correa y otro en Plaza al 4500, en adyacencias del barrio Mitre, donde anoche incluso personal del Ejército prestaba tareas de auxilio.
Macri atribuyó las consecuencias de la inundación no sólo a la histórica magnitud de la precipitación sostenida de ayer, sino a la suma del caudal que trajo, desde la provincia, el arroyo Medrano, que hizo que, en esta ocasión, se inundaran barrios que antes no se habían anegado. Y volvió a resaltar la importancia de las obras paliativas, en especial, en el Medrano y en el Vega, ambos en la zona norte de la ciudad.
El drama de Belgrano y Núñez
Justamente en ese radio se produjeron ayer las peores consecuencias. Saavedra, Belgrano y Núñez despertaron ayer bastante antes de que amaneciera. Las lluvias golpearon con fuerza esta zona atravesada por el arroyo Vega y los vecinos salieron a la calle para combatir las inundaciones. Intentaron liberar los sumideros de hojas y, especialmente, de bolsas de residuos. Otros, como podían, trataban de salvar sus autos o de levantar todo aquello que se pudiera de los pisos de sus casas, en las que el agua no paraba de subir.
El peligro fue una constante para automovilistas y peatones, forzados a andar sobre calzadas y veredas cubiertas de agua, sin saber qué encontrarían. Hubo, incluso, gente que cruzó las vías del tren Mitre, en la zona de Núñez –en cuya estación se había acumulado un metro de líquido–, sin reparar en la presencia del tercer riel electrificado. Los semáforos se apagaron y las bocacalles se volvieron zona de riesgo. Y las barreras de los pasos a nivel de Mendoza, Blanco Encalada y Monroe quedaron bajas, lo que obligó a los conductores a aventurarse a tientas en el cruce.
A diferencia de los vecinos de Belgrano, a los que la vivencia de cada temporal los golpea con furia, con comerciantes arruinados que deben salir a liquidar la poca mercadería mínimamente rescatable, los de Núñez padecieron el fenómeno como nunca antes.
"Hace 30 años que vivo y trabajo en este barrio y jamás había visto algo así por acá", dijo a LA NACION Alicia Rosas, encargada de la escuela Manuel José García, de Cabildo al 3600. Mientras, Miguel Brito, que secador y trapo en mano intentaba retirar la gran cantidad de agua sucia que había invadido un local de comidas para llevar en la esquina de Cabildo y Crisólogo Larralde, agregaba: "En Belgrano es común que pase esto, pero a nosotros nunca nos había tocado algo así".
"Hace un rato vi pasar flotando un grupo de muebles que, me imagino, habrán salido del depósito que está unas cuadras para atrás, sobre Larralde", dijo a media mañana Nelly Titotti, que vive en el barrio desde hace 13 años y también aseguró: "Nunca vi algo similar".
En Blanco Encalada y Arcos estaba lo que los vecinos llaman el "depósito de autos del Vega". Allí, por lo menos una veintena de vehículos que estaban estacionados y fueron desplazados por el agua eran movidos por sus dueños. Un Fiat Tipo quedó elevado entre el cantero de un árbol y una medianera. Debajo del puente ferroviario de Olazábal y Superí, un auto estaba incrustado contra la pared y otros dos, a metros de allí, quedaron montados uno sobre el otro.
En otros barrios las consecuencias se hicieron sentir. En Rivadavia al 7200, por caso, un puesto de flores se hundió en el enorme hueco que dejó la vereda al ceder, socavada por las aguas. Anoche, la lluvia seguía y el drama continuaba.