Reconocer también las necesidades de la gente
Ensenada y Berisso compartieron durante muchos años características comunes en su paisaje urbano. Abundaban las casas de chapa y madera, con cornisas artesanalmente decoradas y las habituales galerías laterales, con delgadas columnas de hierro fundido; sauces y vegetación bordeando los canales y arroyos vecinos a la ribera, y el paisaje fabril de fondo.
En Berisso, una población de origen migratorio -un verdadero crisol multiétnico- prevaleció en las primeras décadas del siglo XX. Junto con ella, la radicación de los frigoríficos Swift, en 1904, y Armour, en 1915, constituyó un factor decisivo en el desarrollo de la localidad. El trabajo en esos establecimientos proveyó bienestar tanto a aquellos inmigrantes como a los llegados desde las provincias en la segunda posguerra. Fueron agrupándose barriadas laboriosas, con casas de chapa y conventillos, fondas, clubes y todo tipo de negocios.
La declinación de la industria frigorífica desde la década de 1950 y el posterior cierre del Armour (1969) y el Swift (1983) fueron un duro golpe para lugares como la calle Nueva York. A pesar de los reconocimientos a sus valores históricos y testimoniales, desde la comuna, y a nivel nacional, el agudo proceso de deterioro de sus edificaciones no ha cesado.
La protección legal del patrimonio es sólo una arista en la conservación y recuperación de los bienes culturales. Las declaratorias y reconocimientos a los atributos de esta calle poseen sobrados fundamentos. Pero por sí solos poco pueden hacer si junto con ellos no se atienden las necesidades sociales y económicas de las comunidades residentes. Y, particularmente, si no se restaura la relación de cariño y valoración de cada uno con su lugar.
Sin fortalecer la estima y la idea de vida local, el pasado se vuelve más un lastre que un cimiento de identidad. No renunciar a su rica historia es hoy para la calle Nueva York tan importante como resolver la crítica situación de su población: principal protagonista de cualquier plan que pretenda una sana revitalización, respetuosa de su pasado y también del sueño que su gente vaya construyendo de cara al porvenir.
Arquitecto, experto en preservación
Jorge Tartarini