Tras el incidente con un taxista, Masa Crítica volvió a adueñarse de la ciudad
La agrupación a favor del uso de las bicicletas recuperó sus concentraciones tras el incidente que protagonizó un taxista hace unos días al arrollar a varios de sus miembros
Luego del incidente en el que un taxista arrolló a uno de los ciclistas que participaban de la recorrida de Masa Crítica nocturna , este domingo el movimiento volvió a tomar por asalto las calles de Buenos Aires.
La convocatoria fue, como siempre, el primer domingo del mes a las 16 en el Obelisco, pero las bicicletas recién se pusieron a rodar a las 17.30. En la Plaza de la República el clima era de fiesta, con música, disfraces, globos y pelucas. Si bien la mayoría eran jóvenes, había gente de todas las edades y con estilos muy diferentes, desde neohippies hasta ciclistas con ropa de competición. También, familias enteras y varios ciclistasque llevan hijos pequeños en asientitos sobre la bici. Incluso se va a una joven mamá con un bebe de meses pegado a su espalda. Todos conviven en armonía, aunque el olor a marihuana es indisimulable y varios toman cerveza.
También hay una variedad increíble de bicis. Viejas, flamantes, de carrera, plegables, playeras, dobles, un par que van a ras del suelo e incluso unas bicis muy altas hechas artesanalmente que recuerdan a aquellas antiguas en las que el ciclista iba encaramado a dos metros del suelo. Muchas tienen en la parte trasera cartelitos con frases como "1 auto menos", "Revolución en bici" y "+ amor, - motor".
Masa Crítica no es una organización, no tiene autoridades ni socios, pero sus miembros más activos son los que se encargan de guiar un poco el movimiento. Antes de empezar a pedalear, varios pintan pancartas que dicen "Gracias por esperar", para mostrarles a los automovilistas que ven cortada su marcha. Otros carteles dicen "Masa Crítica le pone color a la ciudad", "Masa Crítica es amor" y "Masa Crítica es poesía en las calles".
María Laura, una de las referentes , deja de pintar carteles para atender a LA NACION. Cuenta que es guía de turismo y que viaja todos los días en bici desde Parque Patricios, donde vive, hasta el Centro, donde queda la agencia en la que trabaja. La chica estaba andando muy cerca del joven que fue atropellado por el taxista y dice que el auto le pasó por al lado a toda velocidad con el muchacho sobre el capot del auto. El chico, a quien identifica como Freddy Morris, no está presente ya que "quedó mal psicológicamente". La referente del movimiento asegura que "tuvo un shock" cuando el taxi lo embistió y que recién se recuperó en el hospital.
María Laura también explica por qué cortan el tránsito, lo que más irrita a los automovilistas: "Es para que todas las bicis vayan juntas, para que no se junten bicis y autos, es por seguridad".
Entonces llega el momento de escuchar a Belén Ilé, una cantante amiga de la Masa que entona mientras toca la guitarra "Es domingo empieza el mes/ cita tengo para hacer/ una fiesta en la ciudad/ hoy salimo' a pedalear".
Una coincidencia general es que con la construcción de ciclovías mucha gente se animó a ir en bici a trabajar. Es lo que hacen siempre Damián (enfermero) y su esposa, Fabiana (directora de un jardín de infantes). El cuenta que pedalea desde Caballito hasta el Hospital Muñiz y ella desde Caballito hasta Recoleta, "todo por bicisenda". Los dos llevaron a la Masa a su hijo Lautaro, de 10 años, para incentivarlo a tener "una vida sana". "No lo quiero a Macri, pero sí a las bicisendas", dispara Damián. "A mí sí me gusta", responde rápido Fabiana. "El ambiente es tranqui, hay buen ánimo y un proyecto en común", comenta la docente.
Por su parte, Diego (estudiante de Arquitectura), asegura que la Masa es "una actitud de cambiar una realidad relacionada con el transporte". "Impulsar el uso de las bicis es primordial y las bicisendas dan seguridad", explica.
CIRCUITO URBANO
Por fin, la bicicleteada arranca, toma Diagonal Norte hasta Plaza de Mayo, rodea la Casa Rosada y sigue por Alem. La cantidad de bicis es realmente impresionante. Es muy difícil calcular, pero deben ser unas 2 mil. La Masa se adueña de calles y avenidas y los autos deben frenar. Hay un sentimiento lúdico, pero también algo de revancha frente a los coches y colectivos, amos y señores hasta hace poco de las calles porteñas. Luego, la masa toma Figueroa Alcorta. El sol ayuda y la ciudad parece más bella en bicicleta.
Hay ciclistas más activos que van oficiando de "tapones", cortando las calles laterales y recibiendo los bocinazos y los insultos de los automovilistas. La Masa dobla en Pueyrredón y alguien aporta música atronadora. Suena "Azul", de Cristian Castro y muchos gritan o sueltan alaridos cual indios.
En Pueyrredón y Santa Fe la cosa se pone álgida. El tránsito vehicular queda frenado en las dos manos de Santa Fe y en una de Pueyrredón. Los automovilistas rugen. Una mujer asegura llevar una niña con vómitos pero no tiene mucha suerte. Nadie pasa. Un colectivo de la línea 68 da una vuelta en U. Lo imita una camioneta con vidrios polarizados, desde donde una mujer extiende su dedo mayor a los ciclistas. Ojo: los peatones también se quejan. Una chica muy mona grita: "¿Che, y si vamos todos a laburar?". No advierte que es domingo.
Universos paralelos
Algunos pasajeros se bajan de un colectivo y discuten con los "tapones", pero el diálogo es imposible. Son universos paralelos. ¿Cómo convencer a alguien que está apurado de que las bicis "también son el tránsito" y de que pedalear "no contamina y tiene innumerables beneficios para la salud"?
Una moto pasa a toda velocidad por en medio de las bicis y crece la tensión. Varios ciclistas se ponen delante, la rodean y buscan que frene, pero el conductor de la moto acelera y, como puede, huye.
La Masa dobla en Córdoba y debe haber "tapones" en 10 cuadras transversales. Alguien con un altavoz ruega: "Más juntos, que no se estire". Entonces surge la autocrítica. Una participante de la Masa asegura mientas pedalea: "Nos van a matar a todos, hablamos de tolerancia y tenemos a todos esperando". Tampoco le gustan los excesos: "No me banco que tomen vino y fumen porro por la calle". Al lado pasa un flaco pedaleando en slip.
Mucha gente se asoma a los balcones y saluda. Algunos, desconcertados, preguntan a los ciclistas de qué se trata y reciben una explicación y un volante que detalla las principales ideas del movimiento
Mucha gente se asoma a los balcones y saluda. Algunos, desconcertados, preguntan a los ciclistas de qué se trata y reciben una explicación y un volante que detalla las principales ideas del movimiento. "Están totalmente locos", dice una señora de a pie, indignada.
La Masa dobla en Estado de Israel, sigue por Angel Gallardo, luego Gaona, se desvía por Donato Álvarez y continúa por Avenida San Martín. Van dos horas de trayecto y las vendedoras ciclistas de pan relleno y empanadas hacen su negocio.
La marcha ya está en Agronomía y pega la vuelta. Muchos siguen eufóricos, pero el esfuerzo es tremendo para otros. La vuelta al Obelisco es agotadora y todo termina cerca de las 23, luego de 5 horas de travesía y unos 30 kilómetros recorridos por media ciudad. Por suerte, esta vez no hubo lesionados. Las bicis se adueñaron de las calles. Y están para quedarse.
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