Entre el 95 y el 97% de la población no cubre los requerimientos diarios. Calcio, un nuevo aliado en la lucha contra la obesidad
Estudios muestran que su consumo reduce hasta en un 70% el riesgo de padecerla
Hasta no hace mucho tiempo, tomar leche era tan sólo un sinónimo de huesos sanos. Ahora, los científicos están descubriéndole nuevas propiedades al alto contenido de calcio de los productos lácteos. Según recientes estudios, su consumo diario ayuda a bajar de peso, a controlar la presión arterial e incluso a disminuir el riesgo de padecer resistencia a la insulina, un paso previo a la diabetes.
Una porción diaria de productos lácteos (un vaso de leche o un yogur) disminuye un 20% el riesgo de obesidad, hipertensión y resistencia a la insulina, reveló un estudio publicado en el journal de la Asociación Médica de los Estados Unidos. Es más, el consumo de dos o más porciones al día puede reducir el riesgo de obesidad hasta en un 70 por ciento.
¿Cómo se explican estas bondades recién develadas? "Hemos descubierto que, al optimizar el consumo de calcio, aquella persona que llevaba una dieta pobre en este mineral enciende una hormona llamada calcitrol que, además de actuar sobre los huesos, hace que las células grasas (los adipositos) aceleren su metabolismo y quemen más grasa", dijo a LA NACION el doctor Michael Zemel, director del Instituto de Nutrición de la Universidad de Tennessee, Estados Unidos.
Zemel -actualmente de visita en Buenos Aires para participar del Simposio Internacional de Nutrición y Actividad Física- publicó días atrás un estudio en la revista especializada Obesity Research, en el que demuestra que las personas obesas que realizan una dieta hipocalórica con alto contenido de productos lácteos logran una reducción de su peso corporal un 20% mayor que aquellas que realizan una dieta pobre en lácteos.
Además, entre quienes consumen lácteos el descenso de peso se produce en mayor medida (un 60% más) a expensas de grasa de la región abdominal, que es la que se vincula con la resistencia a la insulina.
"El efecto de una dieta hipocalórica con alto contenido de calcio no fue sólo una mejora del peso y una redistribución de la grasa corporal, sino también la reducción de la presión arterial y los niveles de glucosa en sangre a valores normales, que estaban en valores límites en los pacientes obesos que participaron del estudio", apuntó Zemel.
Un dato curioso, pero no menor, es que aquellos que incorporaron calcio a su dieta a través de suplementos vitamínicos obtuvieron resultados no tan alentadores como los de aquellos que agregaron lácteos a su dieta.
La investigación en torno del vínculo déficit de calcio-obesidad comenzó a partir de otros datos curiosos. "Años atrás, un análisis de la encuesta de salud de los Estados Unidos (apodada Nhanes III) había mostrado que las personas que consumían menos calcio eran más obesas", dijo Zemel.
Según un estudio posterior, por cada 1000 miligramos que se incorporan a la dieta la persona es, en promedio, ocho kilos más liviana.
Un cambio saludable
De lo que se trata, vale aclarar, no es de sumar productos lácteos a la dieta cotidiana, sino de reemplazar aquellos que menos colaboran con nuestra salud por estos y otros alimentos ricos en calcio. Un excelente ejemplo de ello es cambiar la habitual bebida gaseosa que un chico toma en el recreo por un yogur.
"El solo hecho de reemplazar una gaseosa, que por su contenido de azúcar ha demostrado representar un riesgo del 60% en la aparición de sobrepeso en la población infantil, por un vaso equivalente de yogur o de leche, que aporta un 20% menos de riesgo, representa en definitiva una reducción del riesgo de obesidad de un 80%", comentó el experto en nutrición infantil Esteban Carmuega.
Un cambio hacia hábitos alimentarios que incorporen una mayor proporción de lácteos es más que necesario en la Argentina, donde, como señaló Carmuega, "entre el 95 y el 97% de la población no cubre los requerimientos diarios de calcio".
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