Hombres golpeados: cuando la violencia no distingue el género
A pesar de que representan un escaso 2 por ciento de los casos de agresiones familiares, los hombres maltratados sienten vergüenza de denunciar su situación
Aunque las estadísticas demuestren que la cantidad de casos es considerablemente menor en hombres que en mujeres, el fenómeno de la violencia familiar no está reducido a una cuestión de género y afecta cada vez más a los varones, que deben soportar todo tipo de maltratos de sus parejas.
La idea resulta extraña. ¿Cómo es posible que un hombre pueda ser golpeado por una mujer sobre la que tiene una superioridad física? La respuesta viene de la mano de la psicóloga Adriana Silva, asesora consultora en violencia familiar e institucional. En diálogo con LA NACION LINE , la especialista señaló: "Nosotros asumimos que porque el hombre es más fuerte debería poder defenderse más fácil. La realidad es que la fortaleza física, si no va acompañada de una cierta fuerza emocional, no funciona. La incapacidad es exactamente la misma que tiene la mujer. El hombre no puede reaccionar porque su autoestima está bajísima".
En este sentido, Silva consideró que en la falta de reacción del varón ante la agresión de su pareja intervienen también valores culturales relacionados con el mundo masculino como la "prohibición" de levantarle la mano a una mujer; la obligación de protegerla o el temor a lastimarla.
Asimismo, no hay que dejar de tener en cuenta que, a pesar de ser relaciones agresivas, los lazos que unen son tan fuertes y la mella que se ha ido haciendo sobre la personalidad es tan importante, que la víctima queda paralizada.
Sin embargo, la psicóloga reconoció que la violencia que ejercen las mujeres sobre los varones es diferente y que, en estos casos, el porcentaje más alto es de tipo emocional y psicológico. "Tienen que ver más con la manipulación, con el insulto, con bajar la autoestima. Además, la violencia física está reforzada generalmente por amenazas de hacerle perder los hijos, de muerte, cosas que de alguna manera paralizan", explicó.
Cuando hablar avergüenza
Débora Tomasini, coordinadora general de los programas de Asistencia Integral a la Violencia Familiar y Sexual de la Dirección General de la Mujer, señaló que, según los datos que manejan en la institución, se estima que en los casos de agresiones físicas en el seno de la familia el 93% corresponde a las mujeres, entre el 2% y el 3% a los hombres, y el resto a la violencia cruzada, es decir, cuando hay golpes tanto de uno como de otro lado.
Esto explica quizás por qué en la Ciudad de Buenos Aires no existen centros especializados en la problemática de la violencia familiar desde la perspectiva de los hombres.
Así como ciertos factores culturales influyen en la respuesta del varón hacia la agresión femenina, los hábitos y costumbres también intervienen en la decisión de hacer público el estado de violencia. Por el tipo de sociedad patriarcal en la que vivimos el rol de golpeada suele ser patrimonio de la mujer. "Así como hasta hace unos años a las mujeres les costaba muchísimo y aún les cuesta denunciar el tema por miedo, por vergüenza o por una cantidad de cuestiones, a los hombres todavía les cuesta mucho más porque culturalmente ellos no deberían ser quienes son maltratados", finalizó Silva.
La persona que ejerce la violencia
Según explicó Silva, las personas violentas tienen características inseguras, con una autoestima muy baja y necesitan reforzar su autoridad frente a sí mismas constantemente. No aceptan sus propios defectos y los proyectan sobre los demás.
A través de la agresión, buscan reafirmar su poder sobre el otro. "Necesitan saber de alguna manera que este hombre va a estar siempre a su lado. No pueden permitirse quedarse solas, por lo tanto necesitan reafirmar el poder sobre esta otra persona para que permanezca con ella", señaló.