Viceversa. La gran muralla
Con la megacomitiva argentina en Pekín, no podemos resistir la "chinomanía". En materia de deslumbramientos, y echando mano a la elocuencia de las imágenes gastronómicas, se diría que pasamos de la pizza con champagne al arroz con palitos...
Y, la verdad, no es para menos: el gigante asiático puede dejar boquiabierto al más impávido de los mortales... y no sólo por la vastedad de su superficie (9.598.000 kilómetros cuadrados), de su población (1280 millones de habitantes, en 2002) o de su fuerza laboral (769,3 millones de personas). Tampoco por el número de departamentos que se construye anualmente en Shanghai (200.000) o las proyecciones de crecimiento para el futuro (al ritmo actual, se anticipa que pronto sobrepasará a Alemania como potencia manufacturera y que, en cincuenta años, podría convertirse en la máxima potencia económica mundial).
Lo que deja sin aliento, el epítome del espíritu chino, es la mentalidad capaz de plantearse una obra –como la Gran Muralla– y continuarla durante nada menos que... ¡quince siglos! Para quienes vivimos en una "esquina" del globo en la que los planes nacionales, con suerte, duran los cuatro años de un período de gobierno, semejante persistencia es abrumadora.
Tal vez algún día los argentinos también tendríamos que intentar nuestra propia "gran muralla". No con los métodos del siglo XV o para aislarnos del mundo, sino con la idea de construir "algo" ambicioso. Por supuesto, requerirá tiempo y esfuerzo, y tendrá que estar libre de pugnas políticas y vaivenes partidarios. Ese empeño colectivo podría ser –¿por qué no?– el de formular una sociedad del conocimiento. Así lo hicieron Finlandia e Irlanda, Suecia y Canadá. Pero para eso habrá que cultivar la educación, y la ciencia básica y aplicada, y garantizar el funcionamiento de los organismos de investigación, sin injerencias y perturbaciones continuas y lejos de los personalismos.
En cuanto a China, en educación, ciencia y tecnología, nuestros indicadores no están tan mal. Mientras aquí está alfabetizado el 96% de la población, allí ese número ronda el 85%. En la Argentina el 50% de los mayores de 25 años alcanza el nivel secundario; en China, el 18%. La Argentina tiene 162 graduados universitarios cada 10.000 habitantes y 1800 científicos e ingenieros por millón; en China, 56 y 473, respectivamente.
Tal vez todavía estamos a tiempo de alejarnos para siempre de esa gran muralla mental que, generación tras generación, nos hace "dejar para mañana lo que podríamos hacer hoy".
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