La piel, una víctima de la calefacción, el sol y el viento
Frío, viento, aire seco e incluso sol... Durante los meses más fríos del año nuestra piel resulta expuesta a una buena cantidad de factores que conspiran contra su natural belleza. Aunque estos elementos ambientales afectan al común de los mortales, son las personas que padecen afecciones dermatológicas crónicas, como la psoriasis, las que deben extremar las medidas de cuidado.
Para algunos especialistas, el principal factor a tener en cuenta es justamente aquel al que no solemos prestarle atención una vez que el verano se ha ido: las radiaciones solares. "Aunque estemos en invierno y no haya un sol como el del verano, tenemos que seguir protegiéndonos de las radiaciones ultravioletas que no sólo envejecen prematuramente nuestra piel, sino que también nos exponen a un mayor riesgo de cáncer cutáneo", afirma el médico dermatólogo Luis Alberto Lopardo, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología.
Proteger nuestra piel del fotoenvejecimiento que ocasionan las radiaciones ultravioletas y, al mismo tiempo, mantener alejado el peligro del cáncer de piel son dos objetivos que pueden ser alcanzados con el uso de protectores solares adecuados.
"Esto es especialmente importante en las personas que suelen pasar mucho tiempo al aire libre, que salen a correr, a jugar al tenis o que practican deportes de invierno como el esqui", agrega Lopardo.
En el último de los casos mencionados, el uso de productos que protejan a nuestra piel de los efectos dañinos de la sobreexposición solar debe ser extremado, ya que la nieve y la altura son dos factores que potencian el efecto de los rayos ultravioletas.
Pieles deshidratadas
El frío de esta época del año, que se acerca muchas veces de la gélida mano del viento, no es un buen amigo de nuestra piel, pues la reseca y hace que pierda su elasticidad natural. Los efectos del frío sobre la piel deben ser combatidos entonces mediante el uso de cremas humectantes o hidratantes que restituyan su humedad.
"Pero, al resecamiento natural de la piel que se produce con el frío, hay que agregar aquel otro resecamiento que ocurre en el interior de los hogares, las escuelas o las oficinas, como resultado de la utilización de estufas o de loza radiante para calefaccionar estos ambientes en los que pasamos buena parte de nuestro día", comenta el doctor Lopardo, ex docente de dermatología de la Facultad de Medicina de la UBA.
Aunque, el resecamiento puede ser combatido mediante el uso de productos humectantes o hidratantes (en invierno, preferentemente cremas), también es de gran utilidad implementar sencillas medidas que doten a los interiores de una humedad amigable para con nuestra piel.
"Entre cuatro paredes –aconseja Lopardo–, tenemos que tener un recipiente de agua o mejor aún un humidificador ambiental para que la piel no se reseque y no pierda su elasticidad habitual."
Quienes deben prestar especial atención a su piel durante los meses más fríos del año son las personas que padecen afecciones dermatológicas crónicas. Como señala el especialista consultado, "todos los eccemas, la psoriasis o el acné suelen empeorar durante el invierno. Por eso es importante que estas personas mantegan bien hidratada su piel, y consulten al dermatólogo ante signos de empeoramiento de su afección."
Para recordar
- Protegerse del sol invernal mientras se practican deportes al aire libre
- Tener cuidado con superficies como la de la nieve, que potencian el efecto de los rayos ultravioletas
- Tomar en cuenta que la calefacción reseca la piel, por lo que conviene tener un recipiente con agua en los ambientes o un humidificador
- Consultar con el dermatologo acerca de qué cremas se deben usar
- Controlar que no empeoren afecciones dermatológicas crónicas
Dónde consultar
- Sociedad Argentina de Dermatología www.sad.org.ar