Madre e hija frente al sida
La mamá de Marina no salía de su asombro: "Mi hija es muy joven, tiene 19 años, y prácticamente no ha tenido relaciones sexuales", repetía, mientras leía los resultados de los análisis. Marina -decían los estudios- era portadora del virus del HIV-sida.
Le expliqué que así como una mujer no puede estar un poco embarazada, tampoco existe garantía de que pocas relaciones sexuales liberen a una persona de la posibilidad de contraer una enfermedad de transmisión sexual.
Es más: la primera vez, la de la iniciación, conlleva riesgos particulares. En primer lugar, le conté, se produce un traumatismo que predispone al contagio. En segundo término, las adolescentes suelen presentar un cambio en el cuello uterino que también aumenta las probabilidades de contraer el virus.
En términos generales, y viendo sólo las estadísticas, cualquier paciente podría decir que contagiarse el sida no es fácil. Los números hablan de una posibilidad en 500. Sin embargo, tener 499 relaciones sexuales con protección y sólo una sin protección alcanza para que, esa única vez, el virus entre en el cuerpo.
Mariela inició el tratamiento. La mamá decidió que con sus otros hijos adolescentes conversaría sobre sexualidad. A ellos iba a decirles que, para contagiarse enfermedades como el HIV-sida, con una sola vez alcanza. Y que cuando llega el momento de la primera vez (y de las que siguen), la mejor manera de cuidarse es usando preservativo.