Cuidar el planeta, un acto de defensa propia
Cuando una problemática se vuelve tan recurrente dentro de un mismo ámbito –puede ser la ciudad o incluso el resto del mundo– se corre el riesgo de que la misma empiece a formar parte de la ingrata lista de cosas que están tan arraigadas a su causa que resulta casi imposible combatirlas.
El maltrato al medio ambiente, su contaminación y descuido parecen no cesar y aumentar pese a los intentos de combatir su finalización. Ante este escenario quizá sea necesario cambiar el enfoque. ¿Qué pasa si miramos la problemática desde otro ángulo, no por ello menos crítico, para entender en mayor profundidad el impacto que produce en su totalidad?
La problemática ambiental está fuertemente relacionada con los espacios verdes, el agua potable y la reutilización de residuos.
También es de público conocimiento que su aumento es perjudicial para todos los seres vivos que habitan este planeta: plantas, animales y humanos. Incluso los elementos no vivientes sufren su impacto modificando de forma indirecta al resto. Pero propongo detenernos en los humanos, las personas. ¿Quiénes son los que más sufren el deterioro del ambiente en el que habitamos? ¿Quiénes sufren en mayor medida la falta de política preventiva y combativa para erradicar dicha autodestrucción?
La respuesta más acertada parece ser que son quienes integran las poblaciones marginales. Tal vez se vean afectados por la poca planificación urbana de sus distritos, pero la realidad es que en su entorno, la contaminación es tristemente parte del paisaje. Ríos turbios, calles atestadas de residuos, agua contaminada. Como consecuencia de este entorno, la salud de todos sus residentes se ve afectada, especialmente en personas de temprana edad, afectando el positivo desarrollo de los recién nacidos. Y exponiéndolos a crecer en un entorno tóxico y dañino. Suena condenante que tal vez a los que menos tienen se les sume la difícil tarea de luchar contra una fuerza que -para muchos desentendidos- se arregla con propaganda de separación de residuos y tachos verdes.
Allí, en esa problemática crítica, se refleja la importancia y necesidad de la implementación de un plan de regulación. ¿Qué regular? Numerosos factores. La separación y reutilización de residuos y su destino, la contaminación industrial de ríos y cuencas urbanas, la deforestación indiscriminada, la emisión de gases…
En busca de la solución, sólo parece haber más problemas, pero tal vez de eso se trate. De seguir luchando contra algo tan antinatural como la destrucción del hogar propio, descubriendo nuevas aristas si es necesario, pero sin dejar de proteger lo que al fin y al cabo no es más que un acto de defensa propia.