Discriminar en la cancha
Según un informe de Unicef, el 63% de los jóvenes cree que en el fútbol se discrimina. Las ONG aconsejan crear comunidad
"Gordito p…", insulta uno de los jugadores, molesto y con la cara colorada de tanto correr. "No, no, las nenas no saben jugar, además se quejan cuando se lastiman", dice otro a la hora de armar los equipos. "Paragua, dale, pasala acá", grita un compañero en pleno partido. "Ganamos, ganamos, no ves que son repichis", festeja el equipo ganador ninguneando a los contrincantes de otro barrio. Estas son algunas de las frases xenófobas y machistas -junto con las abucheadas ofensivas- que se cuelan en un potrero de barrio, donde un grupo de niños se dio cita para jugar al fútbol.
A pesar de que estas situaciones, que atraviesan a niños de todos los estratos sociales, se encuentren naturalizadas, un reciente estudio de Unicef evidencia que un alto porcentaje de niños percibe y sufre la discriminación. Además pone una alerta en el deporte ya que el 63% de los jóvenes cree que el fútbol es un ámbito dónde se discrimina.
Las cifras de la encuesta fueron difundidas por Unicef en el marco de su campaña de concientización contra la discriminación que se puso en marcha durante la Copa América 2011. Andrés Franco, representante de Unicef Argentina, explica que el fútbol, al ser un deporte masivo, "propicia la amplificación de los hechos discriminatorios, y los chicos que son grandes espectadores y practicantes de este deporte lo perciben". Y agrega que esto puede manifestarse en los cánticos de las hinchadas y en la descalificación de los rivales.
Esto presupone un trabajo extra para las organizaciones deportivas que trabajan en los barrios, ya que deben integrar a todos los niños inculcándoles que la competencia en la cancha no se debe traducir en rivalidades entre sus pares.
Ezequiel Martin, de 24 años, que juega al fútbol en el Club Defensores del Chaco, en Moreno, dice que presencia actos de discriminación: "Lo hacemos sin darnos cuenta y hasta uno se ríe de los chistes que hacen los demás sin saber que está siendo cómplice. Me tocó ver otros equipos que se ríen de las chicas que dirijo porque están excedidas de peso y me da muchísima bronca; ni siquiera las juzgan técnica o tácticamente cuando se desarrollan en el partido y sólo ven la figura física", explica.
"Las descalificaciones o los insultos muchas veces no se entienden como actos de discriminación, sino que están aceptados como parte de las rivalidades deportivas", dice Liza Solmirano, directora de la Fundación Fútbol para el Desarrollo (FUDE), que organiza campeonatos entre 18 clubes barriales de Moreno, General Rodríguez y San Miguel.
Y piensa que estas expresiones no dejan de ser alarmantes ya que traducen esquemas de conflictos de la realidad. Entre clubes se burlan "de si su barrio está peor o catalogado como más peligroso que el de su contrincante", puntualiza.
Excluir a otro
Esta problemática es más preocupante entre los jóvenes y niños ya que, según datos del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), en la Argentina 3 de cada 10 personas se sienten discriminadas y 1 de cada 2 presenció un acto discriminatorio. En cambio, según la encuesta de Unicef realizada a jóvenes de entre 13 y 18 años, 4 de cada 10 sufrieron una situación de discriminación y 7 de cada 10 presenciaron en forma directa un acto de estas características.
La cancha de tierra está al sur de la ciudad de Buenos Aires, en un barrio precario donde alrededor de 50 niños de entre 10 y 15 años se reúnen para divertirse. Sin embargo, a la hora de armar los equipos aparecen los problemas: "No, no, ponela allá" (a la chica), dice un niño mientras que apunta a la hilera del equipo contrario.
Varios referentes barriales cuentan las dificultades a la hora de integrar a las mujeres y a los hombres en actividades deportivas. "Nosotros en la escuelita de fútbol por ejemplo, a pesar de que estaba pensada para que sea mixta, terminamos haciéndola sólo para hombres porque fue inviable hacer participar a las mujeres", dice Guillermo Arce, uno de los coordinadores de la ONG Caacupé, que arma campeonatos de fútbol y brinda la merienda a niños y jóvenes de la villa 21-24 todos los fines de semana.
"Hay que erradicar esta idea de que la mujer no sirve para jugar a la pelota", dice Solmirano. Y cuenta que ellos realizaron un trabajo paulatino de cuatro años hasta que finalmente lograron integrarlas. "Este año comenzó la categoría de mujeres en el campeonato para incluirlas de manera formal, no sólo con amistosos", cuenta Solmirano.
En el mismo predio hay un puñado de niños que desde el costado de la cancha, sostenidos de una chapa, observa cómo se desarrolla el partido. Son hijos de padres bolivianos que a pesar de las insistencias del entrenador no se animan a jugar. Uno de los organizadores explica que hay una gran rivalidad en el barrio entre paraguayos y bolivianos.
"Quiénes son paraguayos, quiénes de Bolivia. Quiénes llegaron hace más tiempo, hace menos tiempo, todo puede ser motivo de conflicto en nuestro barrio. Creo que estas son las trabas que dificultan mucho", explica Arce.
Cuando en la encuesta de Unicef se le preguntó a los niños y jóvenes cuáles pensaban que eran las personas más discriminadas en la Argentina, en primer lugar aparecieron los inmigrantes bolivianos y luego la discriminación por características físicas, ya sea color de piel o tamaño y peso, seguido por las personas pobres.
Las organizaciones sociales que trabajan en villas miserias y otros barrios precarios deben enfrentarse con múltiples desafíos ya que las chicas y jóvenes con los que trabajan traen un bagaje de violencia muy grande y con experiencias de exclusión. Los referentes barriales consultados coinciden en que a pesar de que la descalificación que se da entre los niños es igual en todos lados, la discriminación que reciben estos niños desde afuera es aún mayor.
"Todo el día te están mostrando lo que capaz es inaccesible para vos -dice Damián, de 18 años, que practica boxeo en la Asociación Quilmeña de Deporte y Salud (AQDS)-. Más que nada por la vestimenta o por unas zapatillas con resorte de gran costo. El problema es cuando lo hacen con mala intención."
Pedro Franco, que dirige este gimnasio en Francisco Solanas, partido de Quilmes, dice: "Acá en el barrio los discriminan por la forma de vestirse, pero principalmente por la falta de estudios. Hay muchos que tienen nada más el primario y llegan hasta ahí. Acá hay muchos chicos que hacen lo básico y después por ne Pedro Franco, que dirige este gimnasio en Francisco Solanas cesidad deben salir a trabajar, para ayudar a su madre. Esa es la mayor causa, la exclusión en los puestos de trabajo". Además confiesa que alumnos suyos incluso admitieron mentir su dirección para conseguir trabajo.
Franco agrega: "¿Vos viste lo difícil que es entrar al barrio un día de lluvia? Cuando hay enfermos o viejos, como la ambulancia no entra al barrio hay que llevarlos a andas y creo que los chicos se dan cuenta de esas cosas".
En el mismo sentido Solmirano dice: "Ellos mismos son discriminados cuando van al hospital y no los atienden. O el hecho de que en su barrio no les llegue el colectivo y cuando llueve no tengan forma de salir".
El duro trabajo de las ONG
Por estas razones, los clubes de barrio tienen una doble tarea a la hora de enseñar a los jóvenes la importancia de formar comunidad a pesar de las problemáticas sociales que viven a diario. En el gimnasio, Franco les inculca que nadie es más que nadie, más allá de que algunos tengan un poco más que otros. Y que el que no es buen compañero deje esa actitud del portón de la entrada para afuera.
La forma que tiene Franco de enseñarles esto es a través del diálogo y brindando consejos a sus alumnos. Dice que muchas veces no es necesario decirles nada ya que de a poco, los jóvenes se dan cuenta solos de que algunas conductas son inaceptables.
En el mismo sentido, Arce que trabaja en la villa 21-24 explica cuán importante es integrar a todos, tanto a los habilidosos como a los que les cuesta más. "Lo que tratamos de hacer es juntar objetivos y compartir sueños."
Desde la FUDE siguen intentando día a día poder generar lazos de solidaridad en barrios marginados de Moreno. "Yo entiendo que surjan rivalidades y es lógico que todos quieran ganar. Para estos chicos abrazar la idea de triunfo es algo maravilloso, más para estos chicos que les dicen que nacen perdiendo, que perdieron antes de ni siquiera intentarlo."
En el país latinoamericano de El Salvador, una organización como Fútbol Forever también se suma al desafío de la integración, a pesar de los altísimos índices de pobreza y la violencia generada por las pandillas y las maras. "Acá ni se concebía que las chicas pudiesen jugar al fútbol. Hoy por hoy todavía tienen que ir a jugar con zapatos porque no tienen zapatillas. Los chicos han aprendido a valorarse y respetarse, incluso en relación a las diferencias físicas. Antes se decían gordo, narigón o rengo, y hoy todos interactúan con respeto", sostiene Alejandro Gutman, responsable de la iniciativa.
A pesar de que el deporte es un lugar donde se discrimina, también puede ser el mejor lugar para dar pelea a la exclusión y las diferencias. Los referentes consultados coinciden en que es posible meterle el gol a la discriminación.
FRASES
"El fútbol al ser un deporte masivo propicia la amplificación de hechos discriminatorios"
Andrés Franco
Representante de Unicef Argentina
"La escuelita de fútbol terminamos haciéndola sólo para hombres porque fue inviable hacer participar a las mujeres"
Guillermo Arce
Coordinador de la escuela de fútbol de la ONG Caacupé
CÓMO COLABORAR
- Unicef
www.unicef.org/argentina - FUDE
www.fundacionfude.org.ar - ONG Caacupé
www.caacupeong.org - AQDS
www.aqds.org.ar - Fundación Laureus
www.fundacionlaureus.org.ar - Fútbol Forever
www.futbolforever.org