Fabricio Rubinetto: “Hay tantas familias como chicos esperando”
Dirige dos hogares de menores y asegura que se agilizaron los procesos y que el número de adopciones creció, aunque aún “falta mucho"
Desde hace 16 años, Fabricio Rubinetto es director de los hogares de varones Ligüen y Marcelino, de la ciudad, donde viven niños y adolescentes de 4 a 12 años en situación de riesgo. Actualmente hay 22 niños en cada lugar, de los cuales unos 12 están en adopción. Rubinetto calcula que en 2018 lograron un 30% de adopciones positivas, muchas de ellas por convocatorias públicas como la de Francisco, y asegura que en los dos últimos años el número creció y se agilizaron los procesos, aunque "todavía falta mucho".
–¿Qué es lo principal en un proceso de adopción?
–Cuando vienen los matrimonios, les digo: esto es como un noviazgo previo al matrimonio. Es todo muy lindo hasta que van a convivir. Sobre todo con chicos que no son bebés, que ya vienen con una personalidad y con una historia. Hay que trabajar mucho con los chicos, con las familias, y respetar y acompañar el proceso hasta la guarda preadoptiva. Manejar los tiempos es lo más importante y lo más difícil. Muchas veces, esos postulantes también vienen de largas esperas igual que los chicos. Hay familias que esperaron hasta diez años. Pero hay que ir de menor a mayor, se tienen que ir conociendo de a poco.
–¿Qué les pasa a los chicos en esta transición?
–Hay miedos y mucha ansiedad que se mezclan con el desarraigo del hogar. Porque si bien no somos la familia, mal o bien encuentran contención y educación, y cuanto más tiempo pasan acá, cada vez cuesta más. Es difícil, así que el primer paso es darles la seguridad de que lo que va a venir es mejor.
–¿Diciembre es un mes más movilizante?
–Más que la fecha, lo que moviliza es el tiempo de espera, sobre todo si son niños que están hace el mismo tiempo y ven que su par se va. Eso para ellos es muy duro. Sabés lo que es llegar y que te digan: "¿Cuándo me toca a mí?". Más allá de las fechas especiales, pasa todos los días. Hay que contener, darles confianza. Por suerte, hasta ahora, pudimos lograr que antes de que tengan que dejar este hogar, los chicos se puedan ir con una familia. Ese es siempre mi objetivo.
–¿Qué sucede cuando los chicos pasan los 12 años?
–Estiramos lo que más se pueda para que se queden acá, porque sabemos que si pasan a otros hogares de chicos más grandes, cada vez se vuelve más difícil que sean adoptados. Y entonces presiono mucho en los juzgados para que busquen, yo sé que hay gente dispuesta, que hay muchas familias esperando tanto como estos chicos. Solo hay que encontrarlos.
–¿Por qué cree que hay tantos chicos grandes esperando?
–Las familias se cierran mucho con el tema de la edad. Yo les digo que vengan y conozcan los hogares, no solo por adoptar. Que los postulantes se den la posibilidad de conocer nenes más grandes, que entren en contacto. Hay muchos chicos esperando una familia, y chicos que realmente se merecen y pueden estar en una familia, más allá de su historia y su edad.
–¿A qué atribuye el incremento que notó en las adopciones?
–Mejoró la forma en que se comunican las convocatorias, hubo un cambio generacional de jueces, que son los que decretan las adopciones, que ayudó mucho. El registro de adopciones está modificando los modelos de evaluación e ingresaron más equipos, además del trabajo que lleva el Ruaga y la UBA. Más allá de los avances, todavía falta mucho, hay un gran camino por recorrer.