Medios de comunicación. La TV puede ayudar a cerrar las heridas del tejido social
Debería cambiar el amarillismo y la frivolidad por la difusión de historias edificantes
Si la gran mayoría de los medios audiovisuales en vez de estar orientados hacia el amarillismo estridente, la más vacua frivolidad, el relajamiento patente en las formas del trato y la sordidez con la que habitualmente rozan las temáticas sexuales, en cambio apuntaran a propiciar la cordialidad social, propulsaran las historias de vida edificantes y se obsesionaran con machacar más sobre la necesidad de ser solidarios, muchas de las heridas que exhibe el lastimado tejido social se restañarían.
En vez de integrar, algunos medios masivos se solazan en disolver. Disuelven el idioma y las normas de educación. Alientan la violación sistemática de la intimidad, atentan a toda hora contra el pudor y rehúyen de la inteligencia cada vez que piensan en nuevos contenidos. Presentan visiones muy sesgadas de la realidad y fomentan un tipo de satisfacción mezquina e individualista.
La telenovela Montecristo posibilitó el año pasado que un nuevo hijo de desaparecidos recuperara su identidad al ser impulsado por la temática de esa tira de Telefé a consultar con la entidad Abuelas de Plaza de Mayo. Seguramente, los tres especiales, que salieron por ese canal con el título de Televisión por la identidad, faciliten más esperados reencuentros de este tipo. Enhorabuena.
Cuando en 2006 Juan José Campanella intentó devolverle a la televisión calidad con su estimable miniserie Vientos de agua, que recreaba las inmigraciones cruzadas entre España y la Argentina, la experiencia valía la pena de ser apoyada porque elevaba sustancialmente el nivel del medio. Sin embargo, Canal 13 no la cuidó, la movió cuantas veces se le antojó de día y horario en un autosabotaje inexplicable.
Vientos de agua tenía una cuidada reconstrucción de épocas y apuntaba a capítulos cruciales de la vida de ambos pueblos. Aportar conocimientos y sentido de la tolerancia al público de la televisión redunda en una mejor vida social de todos.
Nuevamente Campanella, pocas semanas atrás, por Telefé, y con el auspicio del programa Escuelas y Medios del Ministerio de Educación, presentó en dos emisiones el documental Cuentos cardinales, que reflejaban la vida y los pareceres de jóvenes y adolescentes de distintos puntos del país. Su enfoque no dejaba de ser original: los modelos elegidos no se drogaban, no se alcoholizaban, no salían a robar, ni tenían relaciones sexuales de manera desaprensiva.
Si la TV logra variar sus actuales consignas (impactar/escandalizar/ alarmar) por otras más humanitarias, su contribución a hacer de nuestra sociedad un entorno más vivible e igualitario para todos estará al alcance de la mano.
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