Masacre en Nueva Zelanda: cuando estar online se vuelve una conducta riesgosa
En las últimas décadas, las adicciones crecieron de manera exponencial, no solo en la Argentina -que aparece en los puestos más altos de los rankings de la región-, sino en todo el mundo. A pesar de que lo primero que suele asociarse a esta problemática son las drogas, el alcohol o el tabaco, según los especialistas, en los últimos años otros consumos excesivos se dispararon, como el juego compulsivo online, la adicción a Internet y al celular.
Según una encuesta global de la compañía de investigación de mercado GfK realizada en 17 países, la Argentina está entre aquellos que presentan un mayor número de adictos a la tecnología. China tiene el porcentaje más alto (43%) y le siguen de cerca los países de América Latina donde se realizó la encuesta: Brasil (42%), la Argentina (40%) y México (38%).
Aunque es una decisión cuestionada por algunos profesionales, la OMS reconoció que la adicción a los videojuegos online u offline (no a otros dispositivos) es un desorden mental e incluyó recientemente esta problemática en la Clasificación de Enfermedades (IDC, por sus siglas en inglés) tal como lo había hecho con la ludopatía. Por otro lado, en un estudio del ex-Instituto de Juegos y Apuestas del gobierno de la ciudad de Buenos Aires (disuelto a fines de 2017), se señala que los juegos asociados a las nuevas tecnologías como los en red o la PlayStation son considerados tan problemáticos como las apuestas en el casino o el bingo.
Para los psicólogos, la tecnología es un producto adictivo y hay que considerarlo y tratarlo como tal. Laura Jurkowski, directora de ReConectarse, y Claudia Ameri, de la Fundación Manantiales, coinciden en que el cambio más importante devino con la llegada de los smartphones, que permiten el acceso a Internet desde cualquier lugar, potenciando la posibilidad de jugar o ingresar a las redes sociales.
Describen que este acceso constante trajo aparejados tres fenómenos: el síndrome o complejo de like me, que ocurre cuando las personas se vuelven dependientes del número de likes o "me gusta" que reciben en las redes sociales; una patología conocida como fear of missing out (FOMO) o miedo a perderse algo, que describe la necesidad compulsiva de estar siempre conectados y al tanto de lo que sucede en internet; y el descenso de la creatividad, porque ante un segundo de aburrimiento u ocio la tendencia es a agarrar el celular.
"Todo esto, en las personas inseguras, con menor autoestima, que están pasando por un momento más vulnerable o en algunos adolescentes, hace estragos", asegura Jurkowski. Desde ReConectarse advierten que el uso del celular se convierte en una adicción cuando pasa a ser una conducta compulsiva y que produce satisfacción. "Es un impulso que no se puede controlar. Esta adicción está afectando, fundamentalmente, a jóvenes y adolescentes", subraya Jurkowski.
El problema es la conducta incontrolable y exagerada que hace que las personas dejen de hacer otras actividades, como leer, practicar algún deporte, conversar cara a cara con un amigo o familiar.
Entre las posibles consecuencias de la adicción al celular, Jurkowski enumera: nerviosismo; menor rendimiento escolar o laboral; aislamiento y soledad; alteraciones del ánimo; problemas de comunicación y en el lenguaje; peligro de contactarse con desconocidos, que pueden llevar a situaciones de riesgo; aumento de sensibilidad con relación al juicio y a la valoración de los demás, lo que potencia la inseguridad, y agresividad. Ante la presencia de estos síntomas, la psicóloga recomienda pedir ayuda.
En la Fundación Manantiales, de las 240 consultas mensuales que reciben el 35% son por la gran cantidad de horas dedicadas a la computadora, la consola o el celular. La mayoría son varones de entre 14 a 35 años, que concurren acompañados por algún familiar cuando presentan un brusco aislamiento social, súbita reducción del rendimiento académico o laboral, de la mano de descuidos en la salud y en el aspecto físico.
El tratamiento por tecnoadicciones se basa en un abordaje terapéutico interdisciplinario. El adicto concurre a un centro de tratamiento con una frecuencia que varía de acuerdo con su patología, pero puede ser de dos o tres veces por semana. Se intenta trabajar para recuperar las habilidades sociales, regular emociones y desarrollar un plan para incluir la tecnología en la vida diaria de una forma saludable.
Los programas de la Fundación Manantiales, por ejemplo, cuentan con campamentos intensivos, psicoterapia familiar e individual, talleres de prevención y grupos de apoyo.
Algunos consejos para padres
- Según los especialistas, es fundamental que los padres les pongan límites claros a los chicos respecto del uso de la tecnología. Por ejemplo, estableciendo reglas razonables acerca del tiempo que pueden dedicar a usar la computadora o el celular, y las consecuencias cuando no cumplen lo preestablecido.
- Ayudar a los chicos a encontrar otras actividades e intereses alternativos (aunque se nieguen) es un rol importante que deben cumplir los adultos. Por otro lado, fomentar el diálogo y generar conciencia sobre el uso responsable de internet es clave.
- Ser cuidadosos con los modelos que se transmiten, es decir, cuál es el uso que los padres hacen de la computadora, teléfonos y demás dispositivos electrónicos.