Trata de personas: muchos mitos y pocas verdades
La trata de personas es un fenómeno que afecta a todas las personas de diversas formas, no reconoce fronteras ni clases sociales: cualquier persona puede ser víctima de este delito, que tiene como denominador común la explotación de las personas con el fin de obtener un rédito económico.
En el imaginario social existen muchos prejuicios, mitos y estereotipos vinculados al ideal colectivo referido a las víctimas de trata de personas, diferentes ideas y situaciones que no se condicen con la realidad de las circunstancias de este delito.
La esclavitud subsiste
En primer lugar, el mayor mito que subsiste es que la esclavitud fue superada y que la trata es muy poco común. Por el contrario, existe y es mucho más frecuente de lo que se cree.
Respecto de las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual, se suele creer que existe una tipología de la víctima y que solo algunas personas pueden sufrir este delito.Que son de clases sociales bajas o no tienen educación, pero ello no es real.
Si bien uno de los factores de vulnerabilidad que pueden incidir en la trata es la pobreza, no es el único. También es un mito que las víctimas de trata siempre son secuestradas. Existen víctimas cuyo modo de captación ha sido el secuestro, pero no es el más común ni el único modo.
La captación tiene diversas formas, que no siempre implica la violencia y el secuestro como sucede con las propuestas de trabajo falsas, las ofertas falsas de estudio o incluso de matrimonio, avisos publicitarios engañosos, las redes sociales, etc. Tampoco es verdad que las victimas de trata son sumisas y frágiles.
Lo único cierto es que existen factores de vulnerabilidad que pueden influir y hacer posible su captación, que no puede reducirse a un único factor. Cuanto mayor es el grado de vulnerabilidad de una persona, menor es su capacidad de decidir autónomamente, de acuerdo a sus deseos y voluntades.
Otro gran mito es creer que las víctimas están encadenadas o privadas de su libertad ambulatoria. Esto también escapa a la realidad: son muy pocos los casos en donde sucede este tipo de privación. Ahora bien, eso no significa que si las mujeres quieren escaparse pueden hacerlo. Es fundamental entender que la victima indefectiblemente está siendo sometida a mecanismos que de una otra forma no le permiten ser libre, como manipulación, violencia de todo tipo, amenazas, miedo, vergüenza.
Hay infinidad de ejemplos y en cada caso la víctima sufre maltrato psicológico y muchas veces físico, hasta que pierde la esperanza de poder liberarse, aceptando con resignación el destino que le tocó. Aún más: en muchos casos, las víctimas ni siquiera se identifican como tales y sostienen que están trabajando.
Por ello, desde La Casa del Encuentro afirmamos que la trata de personas afecta la dignidad y la libertad de la víctima.
Por último, respecto de los tratantes, erróneamente se cree que siempre son hombres. También hay mujeres dentro de las organizaciones que cometen el delito.
Es importante saber de qué hablamos cuando hablamos de trata y deconstruir las falsas creencias, para poder prevenir y eventualmente erradicar este tipo de delito. En efecto, se idealiza el delito en sí, a las víctimas, a los lugares donde son sometidas, limitando y evitando que las personas puedan estar prevenidas del riesgo a ser víctimas.
La autora es coordinadora del Área Jurídica de la Asociación Civil La Casa del Encuentro; www.lacasadelencuentro.org
Cinthia Amedei