Perros lazarillos: por qué no hay que hacerle mimos mientras trabajan
Con sus miradas tiernas invitan y tientan a la caricia inmediata. Pero, en letras claras y grandes, el llamado de atención está bordado en el arnés que la une a la mano de su dueña: "No me toques", advierte como para frenar a las manos que quieren tocar, por qué no abrazar, a Canela y Anubis, los perros lazarillos que dejan sus huellas sobre las arenas de Playa Popular mientras marchan a la par de María Sol Campos (42) y Miguel Eduardo Salinas (41).
No puede haber mimos ajenos mientras visten ese equipamiento que llevan sobre el lomo y los distingue. Es su uniforme y equipo de trabajo y así lo sienten. Porque alcanza que se lo retiren y la orden de "libre" para que comiencen a saltar y a jugar como perros normales. El arnés vuelve a su lugar y ahí están de nuevo, a la par de sus dueños y listos para marcarles un camino seguro.
De vacaciones por la costa atlántica, María Sol y Miguel experimentan esta adaptación no solo con quienes son sus guías jornada tras jornada sino también, ya en conjunto con los canes, en esta convivencia con terceros en distintas situaciones y escenarios. Desde el transporte público hasta paseos abiertos y cerrados, restaurantes, alojamientos y hasta lugares de entretenimiento.
María Sol Campos y Miguel Eduardo Salinas pasan sus días con sus perros lazarillos, Canela y Anubis.
Y en estos días entre Mar del Plata y Villa Gesell recogen buenas repercusiones. Y de las otras también. Por ejemplo, ser bienvenidos en un hotel, donde no ponen obstáculos a pernoctar en una habitación junto con el perro. O rechazados en una casa de comidas rápidas donde, a pesar de ley vigente que habilita el ingreso con perros guía, a lazarillo y usuario les cierran la puerta en la cara. Ambos se toparon con estas experiencias, ya que coincidieron en las fechas, pero viajaron separados.
"¿Cómo se reacciona? No discutí y me fui, pero les expliqué que estaban equivocados y les dejé el folleto con información de las normas que nos habilitan a entrar con el perro también a locales gastronómicos", cuenta Miguel sobre el mal momento que pasó en una reconocida cadena internacional que vende hamburguesas a la parrilla. La ley 26.858 a la que hace referencia Miguel, fue reglamentada en noviembre pasado, y pone en vigencia el derecho de acceso, deambulación y permanencia de perros guía o de asistencia que acompañen a personas con discapacidad. Sin embargo, como les pasó a María Sol y a Miguel con sus perros, no siempre se cumple.
La ley 26.858 fue reglamentada en noviembre pasado, y pone en vigencia el derecho de acceso, deambulación y permanencia de perros guía o de asistencia que acompañen a personas con discapacidad.
El otro inconveniente cotidiano es esa confusión bienintencionada de la gente, que al ver a los perros los quiere tocar. La idea es que mientras están en ejercicio de su función de guías ningún ajeno los acaricie, juegue con ellos o intente darles de comer.
María Sol lleva ya seis años junto a Canela, una hermosa cruza de golden y labrador de cabellos dorados que es su compañera full time. En estos días se dio otra vez el gran gusto de pasear a orillas del mar y sin sentir riesgos. "Era una salida que antes hacía con bastón y, obvio, ya no es lo mismo", indica.
Era una salida que antes hacía con bastón y, obvio, ya no es lo mismo.
Tanto María Sol como Miguel solo tienen visión de luz. Sufrieron retinopatías que los dejaron sin capacidad de ver más que algún reflejo. Ella en 2001, cuando además quedó con un ojo ciego por completo. Él apenas nació. La dificultad visual es la segunda con más prevalencia entre la población con discapacidad, un 25% de ellas, es decir, unas 900.000 personas aproximadamente, según determinó el Estudio Nacional de Personas con Discapacidad elaborado por el Indec en 2018. Y solo 35 de ellos accedieron a perros lazarillos.
María Sol y Miguel recurrieron a la Escuela de Perros Guías Argentinos (EPGA) para hacerse de un compañero que los guíe en sus rutinas y ganar mayor independencia. Allí los crían y capacitan durante casi dos años para su función de lazarillos. Es un recorrido de entrenamiento y sociabilización, para lo cual los vinculan con distintos escenarios posibles que son propios de la vida de las personas que los tendrán a cargo.
La dificultad visual es la segunda con más prevalencia entre la población con discapacidad, un 25% de ellas, es decir, unas 900.000 personas aproximadamente, de las cuales solo 35 accedieron a perros lazarillos.
Canela es una de las dos primeras egresadas de esa institución, que ya lleva entregados 20 perros. Cuenta María Sol que se debe presentar una solicitud y contar con el curso de orientación y movilidad. "Se requiere un uso muy aceitado del bastón blanco porque será herramienta para orientarse y dirigir al perro en esa unidad funcional que se forma en la pareja", explica.
Más que compañía
Los interesados se anotan en lista de espera hasta que llega el perro asignado. Se consigue con sponsors que cada persona ciega acerca. Sol, que es del partido bonaerense de Las Flores, logró apoyo de ese municipio, el Club de Leones local y algunas empresas. Miguel, que es abogado y de Florencio Varela, también sumó aportes de ese municipio –donde además es empleado–, también Club de Leones de Monte Grande y un estudio jurídico de colegas amigos.
Anubis lleva menos de dos meses con su compañero de ruta. Aprovecharon enero, mes de feria judicial, para recorrer los tribunales que Miguel transita a diario como parte de su labor profesional. "Cuando vaya a trabajar ahí ya reconocerá los lugares e irá más natural y seguro", advierte. Lo mismo en la municipalidad de Florencio Varela, donde ya anduvo con su guía para que se familiarice con los recorridos.
Sol, que ya tiene afianzada esa relación con Canela, insiste que siempre se busca compatibilidad entre perro y el usuario. Deben consolidarse como binomio. Y descarta que sea una relación de 24 horas. "Anoche salí a cenar con amigas y la dejé, uno decide cuándo va con el perro", aclara. Pero también puede ir al mismo lugar con su lazarillo con la certeza que no tendrá inconvenientes.
Uno decide cuándo va con el perro.
Por experiencia destaca que en seis meses a un año se logra la sintonía ideal con el perro guía a cargo. Dice Sol que se trata de fortalecer el vínculo, pero también conocerse mutuamente en movimiento. "Percibir que se acelera porque viene un perro o que frena porque hay pozos u obstáculos", explica.
La asistencia que les brindan a sus usuarios es fundamental. Marcan puertas, sillas, desniveles. Mediante órdenes claras y ya entrenadas pueden seguir un rumbo y cambiar de dirección. "Camina", "Derecha", "Izquierda", "Bordea" son algunos de los pedidos a los que los perros responden al instante. Si hay un escalón, lo marcan. Una profundidad con riesgo, también.
Mediante órdenes claras y ya entrenadas pueden seguir un rumbo y cambiar de dirección. "Camina", "Derecha", "Izquierda", "Bordea" son algunos de los pedidos a los que los perros responden al instante.
Hasta contar con sus lazarillos ambos se manejaban solo con bastón, que no dejan de usar. "Con el perro el andar es más relajado", reconoce Miguel. Sol acota que con Canela como asistente "se gana tiempo, se marcha a otro ritmo, con más seguridad". Lo que con bastón hay que tocar o chocar para detectar, el perro lo esquiva por sí solo.
"Respetando sus horarios, sus demandas de necesidades y juegos, acompaña la vida de uno terminamos siendo un equipo", resaltan ambos. La rutina diaria incluye ejercicios físicos y de obediencia porque, remarcan, siempre hay que marcarles la jerarquía. "El Alfa de los dos es uno, porque ellos siempre buscan ganar terreno", explica Sol.
La rutina diaria incluye ejercicios físicos y de obediencia porque, remarcan, siempre hay que marcarles la jerarquía.
También aclara que estos perros guía son parte de la familia de su usuario pero de ninguna manera la mascota del grupo. "Pueden jugar con otros, pero después nosotros jugamos más", explican sobre cómo ratifican ese vínculo y pertenencia exclusiva.
Más información
- La cría y capacitación de lazarillos en el país tiene uno de sus pilares y pioneros en la Escuela de Perros Guía Argentinos, programa que tiene sede en Quilmes, cuenta con el apoyo de Royal Canin y es reconocida a nivel internacional.
- Canela y Anubis son egresados de distintas camadas de animales preparados para afrontar distinto tipo de situaciones y convertirse de alguna manera en los ojos de las personas ciegas a las que asisten.
- Los primeros ejemplares llegaron desde Estados Unidos. En España solo los destinan a países europeos. La propuesta local comenzó a cubrir la demanda local e incluso enviar algunos de ellos al exterior.