Personas reales, con derechos y obligaciones
La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con discapacidad (Naciones Unidas, 2006) es un documento que impulsa en todo el mundo un cambio positivo en relación a estas personas y a la sociedad. Interpreta que la discapacidad se funda en una deficiencia -"física, mental, intelectual o sensorial a largo plazo"- y se constituye en interacción con los obstáculos que ofrece el contexto, ya sean materiales o inmateriales. Resumidamente, sostiene que en lugar de interrogar sobre qué le falta o qué no puede hacer una persona con deficiencia, debe ponerse el acento en lograr una sociedad para todos, equitativa y accesible, para que a esa persona no se le restrinja su participación en igualdad de condiciones con los demás.
Se trata de pensar en la persona con discapacidad como ciudadano pleno, con todos los derechos y con todas las obligaciones que le son inherentes.
Actualmente, se trabaja en diferentes ámbitos para hacer que el discurso de la Convención se torne en buenas prácticas y el cambio sea efectivo. Pero todavía falta mucho trecho por recorrer. Falta reconocer que la discapacidad es diversa y que no todos necesitan lo mismo o se ven perjudicados por los mismos obstáculos. Falta entender que estas personas no tienen ?necesidades especiales' sino las mismas necesidades que cualquiera, moldeadas por su situación específica. Falta aclarar que no tienen ?capacidades diferentes' sino ciertas limitaciones que se manifiestan cuando no están disponibles los apoyos, las adaptaciones o lo ajustes que requieren. Falta que las propias personas con discapacidad ?se sientan' con derechos y puedan ejercerlos. Falta que sus familias no empeñen su vida en luchar contra la discriminación o alcanzar lo que les corresponde. Falta que la autonomía a la que se aspira se gestione desde la cuna evitando la sobreprotección o la segregación. Pero cada vez se entiende mejor lo que se debe entender: que estamos hablando de personas reales y del ejercicio de sus derechos y obligaciones. Estamos en tránsito. No hay que perder la meta y hay que profundizar la lucha. A todas luces, vale la pena.
Liliana Pantano