Abel Canónico, una vida dedicada a combatir el cáncer
La muerte del doctor Abel Canónico, acaecida a los 90 años, priva al país de una personalidad reconocida por haber dedicado su vida a la prevención y el tratamiento del cáncer.
Precursor de la oncología en el país, en 1956 fundó, con su esposa, Edith Franck, y un grupo de amigos, la Asociación Argentina del Cáncer (Asarca), entidad sin fines de lucro que desarrolla incesantes campañas para prevenir e investigar esa enfermedad.
Era profesor extraordinario emérito de la Universidad de Buenos Aires (UBA) desde 1979, y dos décadas después, en 1999, recibió la distinción de médico ilustre, otorgada por la Asociación Médica Argentina. Había nacido en Buenos Aires en 1910. Se graduó en 1936 en la Facultad de Medicina de la UBA, donde fue ayudante en la cátedra de Fisiología del luego premio Nobel Bernardo Houssay. Apenas egresado, entró en el Servicio de Cirugía del Hospital de Clínicas, que dirigía el doctor José Arce, y allí tomó contacto con pacientes con cáncer avanzado.
En 1940 fue becado por el Consejo Británico para estudiar oncología en Gran Bretaña y posteriormente, por la Fundación Rockefeller, para hacerlo en la Clínica Mayo, en EE.UU. En un artículo publicado en La Nación -diario del cual fue un buen amigo y destacado colaborador-, recordó que desde el primer ataque aéreo alemán a Londres, que dejó más de 200 muertos y mil heridos el 25 de agosto de 1940, "todas las noches, desde las 20 hasta la mañana siguiente, se sufrió el infierno de los bombardeos". Su espíritu no dejó de estremecerse. "La asistencia en los puestos de primeros auxilios, durante o después del bombardeo, era realmente conmovedora." Allí luchó por combatir los contagios, las crisis nerviosas, y vio el empleo masivo de la sulfanilamida -contra las infecciones- y de las transfusiones de sangre.
En 1952 fue director del Instituto de Medicina Experimental, que transformó en el Instituto de Oncología Angel Roffo. En ese carácter, fue consultado sobre el tratamiento y la operación quirúrgica de Eva Perón, practicada por el especialista norteamericano Charles Pack, a la cual asistió.
Profesor titular de Clínica Quirúrgica en 1954, fue titular de Oncología en 1974. En 1978 organizó y presidió el XII Congreso Internacional del Cáncer, que congregó 8000 médicos en Buenos Aires. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Mastología. En 1991 recibió el Premio Maestro de la Medicina Argentina, una distinción que sólo se otorga a profesionales sobresalientes.
Desde Asarca promovió campañas de educación orientadas a los jóvenes, como el concurso "Qué sabe Ud. de cáncer", para estudiantes de todo el país.
Estimaba que "la mejor defensa contra el cáncer es el conocimiento". Era optimista. Hace una década decía: "El cáncer se cura. En la década del 40, sólo uno de cada ocho enfermos se escabullía de la muerte; actualmente sólo uno pierde la vida". Siempre sostenía que detectar tempranamente el mal posibilita en muchos casos la curación.
El doctor Canónico brindó sus conocimientos, su tiempo y su dinero con generosidad. Su vida estuvo imbuida del afán de servir a los demás. Formó con su mujer Edith una familia ejemplar, con tres hijos y nueve nietos.
El sepelio se efectuó ayer en el cementerio Alemán.