Alta Fidelidad. Shanzai: arte, música pop y mentiras verdaderas
Hace unos diez años atrás visité la casa y taller del pintor Max Gómez Canle en el barrio de Almagro (creo). En ese momento Gómez Canle (que nombre de poeta exiliado de la Guerra Civil Española, por cierto) había sido elegido para que una gigantografía de uno de sus cautivantes paisajes de inspiración flamenca pero en la era del ojo electrónico cubriera la fachada de las oficinas del gobierno de la ciudad sobre la avenida 9 de Julio. Fue una buena iniciativa que como todas las buenas cosas fue breve. Me soprendió entonces ver en las paredes de su casa obras de otros que eran de él. Cuadros de Roberto Aizenberg, Raúl Lozza o Lucio Fontana que Gómez Canle, coleccionista frustrado, había copiado porque simplemente quería tenerlos. Ahora que el Museo de Arte Moderno le dedica la exposición más completa de su obra, las copias de Canle han vuelto y de alguna manera son legitimadas por el sistema del arte. En un movimiento de pinzas nuestro artista consigue ser aurático a la vez que un artesano y un falsificador. Puede ir de lo más sublime de la creación para descender algunos escalones hacia lo que se subestima como folclórico y más abajo hacia lo que se persigue como ilegal. En esas copias afloran artistas de dos cabezas: Fontana Di Canle, Kasimir Maxlevich, Gomez de Aizenberg, entre otras bestias. Imagino que fantástico sería que la muestra se promocionara con afiches de vía pública ilustrados con los falsos pero verísimos Gómez Canle.
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Los afiches de la calle, en cambio, anuncian conciertos de artistas de música pop que no existen. Así se promociona a los Jackson 4, que son los Jackson 5 que brillaron a principios de los 70 pero sin el benjamín, Michael, que era el más brillante de todos. Los Jackson son fatalmente cuatro porque Michael se murió pero ya lo eran hace tanto como cuando guiado por Quincy Jones, el más pequeño de los Jackson dejó en "Off the Wall" una de las piezas más perfectas que haya dado el pop negro. Una cuadra más adelante, sin salir de la geografía vintage de San Telmo, otro cartel anuncia Dire Straits Legacy Tour que es Dire Straits sin Mark Knopfler que es como decir que no es Dire Straits. ¿Cómo puede apreciarse "Sultanes del ritmo" sin la voz dylanesca y el fraseo gitano de la guitarra de Knopfler? En ambos casos se trata de experiencias incompletas, espejos sucios o rotos del pasado. El filósofo coreano alemán Byun Chul Han hablaría de esta escena residual como "Shanzai Pop", algo que va contra la idea consagratoria del original que consagró Occidente. "Shanzai" es un neologismo chino con el que se puede entender toda una industria y una cultura de lo fake: de la copia pirata a la parodia. Jackson 4 y Dire Straits Legacy no vienen a satisfacer el apetito del consumo irónico sino que creen estar ofreciendo algo verdadero, lo más parecido al original que usted pueda obtener en el mercado. En su larga hegemonía la música pop pareciera estar volviéndose Shanzai, como el arte chino que simplemente se copiaba de una generación a otra con leves modificaciones y ningún artista-genio en el centro de la creación. Vistos desde esta óptica los falsos verdaderos cuadros de Max Gómez Canle bien pueden ser una forma de Shanzai de autor.
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Fui un pre adolescente Shanzai sin saberlo. En el comienzo de mi aventura melómana aparecen unos compilados editados en Argentina que se llamaban "Studio 57", en referencia a la discoteca neoyorquina "Studio 54" pero cambiándole levemente el nombre, tres números para ser más exactos. Compramos los dos volúmenes de "Studio 57" atraídos por sus tapas con chicas pin up rubias y sexys, era la intersección perfecta entre el despertar sexual y la atracción de la música pop. Los volúmenes de "Studio 57" estaban hechos con sesionistas y cantantes anónimos que tocaban las canciones de moda. No eran exactamente covers o versiones pues en ese caso el artista tiene una intención sobre el original y el que escucha busca algo diferente en esa intersección. Acá no. Trataban de emular las originales al límite de que no se supiera. Una especie de trampa para moscas que caerían solo por seguir a la chica de la tapa (la del Volumen 2 ya en 1981 dejaba ver que no había sostén bajo su campera de cuero negro levemente abierta) sin pensar que el hit de David Soul ("Dama de plata") no era el de David Soul o que "Somos los campeones" era igual a Queen pero sin serlo. Frente a las falsificaciones institucionalizadas de Gómez Canle pienso en estos cantantes y músicos anónimos consagrados a reproducir los hits del momento en compilados made in Argentina que, con una banderita inglesa en la contratapa intentaban vender la calidad de origen de una vieja vajilla de loza. Deberían haber llevado la bandera roja de la República Popular China pues.