Aventuras sin riesgo
El año que viví en peligro
Por Marcelo Figueiras
Alfaguara
$39
Aunque se presente como un viaje con destino incierto, una odisea jalonada de peligros virtuales a través de un belicoso "Saigón digital", vale la pena aclarar que El año que viví en peligro se gestó en las tranquilas aguas de www.elboomeran.com, un conjunto de bitácoras o blogs donde también escriben, usualmente, Félix de Azúa, Santiago Roncagliolo y Jorge Volpi, entre otros autores. Lo primero que el lector se pregunta, entonces, es si se trata de una emotiva zambullida en el "corazón de las tinieblas" vía Internet -tal y como se lo imagina Marcelo Figueras en "Una misión por mis pecados", la breve y apasionada nota que abre este libro-, o si es, más bien, un emprendimiento de promoción editorial, que acude a un soporte electrónico con el simple fin de difundir la mercadería.
La pregunta resulta pertinente, sobre todo en un momento en que los blogs están al rojo vivo, en el centro de una controversia que promete renovar (¡una vez más¡) los moldes anquilosados de la literatura, pero que raras veces excede los límites de una escaramuza periodística, o la cháchara de algunos aficionados que esgrimen, con toda justicia, su derecho a la libertad de expresión. En cualquier caso, Marcelo Figueras -autor de El niño peronista y Kamchatka - ha zarpado hacia su aventura cibernética a bordo de un crucero muy confortable, con todas las vacunas y las visas puestas a la orden del día. El blog no ha sido más que un trasbordo para arribar a las veteranas y siempre cumplidoras letras de molde. Así, en un plácido itinerario amenazado por tifones de juguete, el autor puede adoptar un tono sulfurado para opinar sobre la situación social latinoamericana, pero como quien escruta el horizonte debajo de una sombrilla. De un modo semejante, puede proyectarse, abrazando paternalmente a miles de lectores, o incluso imaginarse como la voz de Homero reencarnada en "un Teatro del Globo virtual". Lo raro es que Figueras apele a la retórica del escritor comprometido para intentar convencernos de que escribir un blog es una misión peligrosa, cuando en verdad, leyendo estos artículos que saltan de tema en tema, por todas las casillas del periodismo, da la sensación de que es más bien como jugar al juego de la oca.
Nada puede criticarse a un hombre que se conduele de un mundo injusto, practica el arte del arco o vota por las diez canciones que le cambiaron la vida. No obstante, proclamar a boca de jarro que Nippur de Lagash (un personaje de historieta de la revista D artagnan ) es un modelo de ética; afirmar que "lo importante, aun en medio del dolor más profundo, es no perder la elegancia", y más tarde preguntarse "¿qué demonios pasó con la ambición creadora?" puede, a veces, sonar un poco insólito.