I Bienal Kafka/Borges. Praga/Buenos Aires. Borges en la mirada de todos
En un delicado gesto de cortesía y admiración a Borges, dos investigadores checos y una eslovaca brindaron sus respectivas charlas en castellano
Enviada especial
PRAGA.– Sería exagerado suponer que la influencia de Borges y la literatura iberoamericana han llegado tan lejos, que en esta ciudad ubicada en "el corazón" de Europa, de conforme la definición de la especialista en literatura medieval, Jana Zuluetová, es tanto más fácil comunicarse con un checo en español, que hacerlo en inglés.
Cuando la República Checa estaba unida a Eslovaquia y el Muro de Berlín todavía era un oprobio, el poder comunista favoreció la enseñanza de la lengua de Proust en la escuela, antes que la de Shakespeare.
Ayer, en un delicado gesto de cortesía y admiración a Borges, en el segundo día de la I Bienal Kafka/Borges. Praga/Buenos Aires, dos investigadores checos y una eslovaca brindaron sus respectivas charlas en castellano. "Podemos leer a Borges en Europa sin darnos cuenta que es argentino. Pero es más rico leerlo como escritor argentino, y saber que Argentina y América latina tienen una literatura buena, es decir universal", dijo Anna Housková, en una intevención brillante.
Antes que la directora de Estudios Románicos de la Universidad Carolina, de Praga, habló la traductora Paulina Sismisová, de Bratislava. Con un conocimiento acabado sobre la literatura latinoamericana, la intelectual eslovaca rescató reflexiones de Carlos Fuentes al referirse a que la creación mítica de Buenos Aires, desde la mirada borgeana, responde a "la necesidad de verbalizar las ausencias" de civilizaciones que precedieron a la colonización.
Borges, de todos
Fue la argentina radicada hace 40 años en Italia, Susana Regazzoni, una fervorosa estudiosa de la obra de Borges, la que introdujo la tradición gauchesca al aproximarse al autor de El Aleph. "La literatura de Borges es profundamente argentina, intertextual y universal", dijo. Y el profesor checo, Daniel Nemrava, se sumergió en "los exilios de Borges", al señalar que "el carácter provocador de los textos de Borges puede interpretarse como reflejo de un problema más amplio que persigue al argentino: el complejo de sentirse menos (o más) europeo. Y al mismo tiempo, la inutilidad de toda esa erudición con la que pretende llenar el vacío de la pampa".
El argentino Rolando Costa Picazo evocó al Borges que emergía de las entrevistas, pero desde la perspectiva de quien lo entrevistaba. Habló sobre sus hábitos de trabajo y la idiosincrasia borgeana que se manifestaba en sus gustos literarios.
Durnate la mañana, Kafka había sido protagonista de las intervenciones. La estrella fue Josef Cermak. Siguiendo una tradición checa, el joven alcalde de Praga, Pavel Bém, de 38 años (a cargo del gobierno municipal desde hace seis), bendijo con champagne la edición argentina de la obra de Cermak, Franz Kafka. Ficciones y mistificaciones, publicada por Emecé. Un modo de dar continuidad a más traducciones checas a la lengua española.
En la animada velada que ofreció el alcalde, la subsecretaria de Patrimonio del gobierno porteño, Josefina Delgado, acordó la visita de especialistas checos en preservación patrimonial a Buenos Aires para este año. "Esta Bienal es más que el encuentro de dos escritores. Es el hermanamiento de dos ciudades. Aquí coinciden el sentido metafísico de Borges y el religioso de Kafka", le dijo a La Nación.
Anoche el broche del simposio fue la apertura en el Museo Kampa de la muestra del artista argentino-francés, Jack Vanarsky, que presentó la instalación "Borges en lo de Kafka", una respuesta creativa al ensayo del escritor argentino sobre los precursores del autor de El Proceso, que en 1951 (Otras Inquisiciones) escribió: "Cada escritor crea a sus precursores". La obra fusiona recursos estéticos: la mesa y la silla de Kafka, dos manos en un bastón y un retrato de Borges que se mira en un espejo fugitivo.
Vanarsky, quien eligió París como "exilio artístico en 1962", ha realizado varias exposiciones sobre Borges en la capital francesa y en Nueva York. Sin embargo, como le ocurre a Julio Le Parc, aún no consigue exhibir sus obras en Buenos Aires.
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