33ª Feria Internacional del Libro. Clima de campaña en el acto de apertura
Ante la presencia de Scioli y de Cristina Kirchner, Telerman anunció la creación de un polo editorial en la ciudad, lo que fue bien recibido por los editores; la senadora destacó el "crecimiento inédito del país"; hubo un incidente con estudiantes
Sin reclamos y sin críticas, y con un anuncio sorpresivo del jefe de gobierno porteño, Jorge Telerman, que empequeñeció cualquier otro discurso de campaña, incluidos los de la senadora Cristina Fernández de Kirchner y el secretario de Cultura de la Nación, José Nun, la 33a. Feria Internacional del Libro fue inaugurada con más de una hora de demora.
Hubo en la sala José Hernández, colmada de invitados especiales, un reclamo de viva voz que formuló un grupo de 50 docentes y estudiantes de bachilleratos populares que funcionan en fábricas recuperadas. Llevaban la queja de 300 docentes y 800 alumnos en esa condición que no están incluidos en el sistema educativo.
El incidente puso nerviosos a los custodios de la senadora y a la seguridad prevista por los organizadores, y entorpeció el discurso inicial del presidente de la Fundación El Libro, Horacio García, quien acompañó en la primera fila a la esposa del presidente Néstor Kirchner, flanqueada del otro lado por el vicepresidente Daniel Scioli.
El clima electoral fue perceptible cuando los funcionarios del gobierno nacional y de la ciudad de Buenos Aires comenzaron a llegar. El gesto tenso y adusto de la ministra de Derechos Humanos y Sociales porteña, Gabriela Cerruti, contrastaba con el distendido semblante del subsecretario de Cultura de la Nación, Pablo Wiznia, que acaba de ser padre. Ambos se sentaron juntos.
Antes, Cerruti había dicho a los periodistas que llegaron temprano, cuando el acto se demoraba en comenzar: "Esta vez no podrán decir que la demora es por el jefe de gobierno".
La senadora Kirchner ingresó en la sala José Hernández a las 19.15, una hora más tarde de lo previsto, escoltada por un celoso grupo de seguridad y el vocero presidencial Miguel Núñez.
La notable actriz argentina Norma Aleandro, que leyó fragmentos de Julio Cortázar y de Jorge Luis Borges, llegó a las 18.15. Y tuvo una intervención destacada al cabo de los discursos.
Entre los primeros en sentarse estuvieron el Tula, con la camiseta de Boca N° 5 y quiso la casualidad que en la misma fila, dos minutos antes de la llegada de la senadora Kirchner, se sentara Mauricio Macri, quien se retiró del acto apenas concluyó su discurso García.
Con mucha antelación llegó Carlos Heller. Los instantes previos a la apertura fueron dignos de verse. Mientras escritores, embajadores y representantes institucionales se ubicaban en la sala, el secretario Nun atendió al cronista del programa televisivo CGC. Y una asistente de la Presidencia de la Nación corría al titular de la Fundación El Libro para que atendiera un llamado del secretario general, Oscar Parrilli.
Cámaras y candidatos
El ministro y candidato Ginés González García y el vicepresidente Scioli dialogaban distendidos con otros funcionarios y con los periodistas, hasta que Telerman hizo su ingreso abroquelado entre sus ministros (Silvia Fajre, de Cultura; Enrique Rodríguez, de Producción, y la citada Cerrutti, entre otros). Las cámaras de TV corrieron detrás de Telerman que, con habilidad política, hizo ayer el anuncio que más satisface a la industria editorial independiente: la creación de un polo editorial que cohesionará la logística y producción de un gran número de editoriales pequeñas y medianas.
El acuerdo entre la Ciudad de Buenos Aires y la Cámara Argentina del Libro se firmó hace unas horas. La ciudad gestionará ante el Organismo Nacional de Administración de Bienes (Onabe) la compra de siete hectáreas en el barrio de La Parternal para levantar el polo que, como broma interna entre los editores pequeños (la que Telerman rescató ayer), se llama "Levingrado", pues es un caballito de batalla del actual titular de la Cámara Argentina del Libro, Hugo Levin. En diálogo con LA NACION, Levin dijo que ya hay inscriptas para ese futuro emprendimiento cerca de 40 pequeñas industrias del libro. No hubo este año ni homenajes a editores señeros ni entrega de reconocimientos.
El metamensaje del discurso de Telerman puede leerse de este modo: La Feria del Libro es de los argentinos, pero la hacemos en Buenos Aires. Y el secretario Nun rescató como hitos de las políticas culturales oficiales el protagonismo de la Argentina en la Feria del Libro de La Habana, realizada en febrero último, y el que tendrá en noviembre próximo en la Feria del Libro de Venezuela.
La senadora Kirchner puso de relieve datos que definen el mercado editorial argentino: en 2006 se editaron 19.126 títulos nuevos, "lo que equivale a decir dos títulos por hora", y se imprimieron 71 millones de ejemplares, "por si fuera poco, la mayoría se imprimió en el país y la Feria es este año un 25% más grande". Y destacó "el crecimiento inédito que nos estamos dando los argentinos. Por ello la Feria no es un fenómeno aislado".
En una recorrida previa a la inauguración, LA NACION recogió entre editores reconocidos del mercado una sensación común: la magnitud de la Feria del Libro no es exactamente proporcional al tamaño de la industria editorial argentina ni a sus volúmenes de facturación. Sin embargo, coincidieron los editores, impacta "a los visitantes extranjeros y a los jóvenes".
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