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Pensar el teatro
En 1996, el actor, director y docente Diego Starosta (Buenos Aires, 1969) ensayaba Lamentos, una obra basada en el libro Los poemas de Sidney West, de Juan Gelman. Una palabra de la poesía "Lamento por el pelo de Bright Morgan" inspiró el nombre de su incipiente compañía: El Muererío Teatro. Tiempo después, Starosta escribió Los pies en el camino, una memoria de los quince años de trabajo del grupo en el circuito independiente porteño. El libro, del que se imprimieron sólo mil ejemplares, fue realizado en colaboración con el diseñador Mauro Oliver.
Ordenados cronológicamente, los capítulos reflejan la producción teatral de El Muererío y también las actividades pedagógicas de sus integrantes. Hay fragmentos de textos, sinopsis de las obras, fotos, afiches. Resultan interesantes las reflexiones del director acerca de las posibles lecturas de diversas piezas y sus decisiones creativas para llevarlas a escena. También, la búsqueda de recursos y de estrategias durante los procesos de ensayo y de puesta. Allí, en esas cautivantes notas, reside la clave del libro, que puede leerse como un diario de viaje de un colectivo artístico que no sólo hace teatro sino que también lo piensa.
- Los pies en el camino
Diego Starosta
Edición de autor
207 páginas
$ 210
Natalia Blanc
Terror local
El corpus de la literatura de terror en la Argentina aún es exiguo: figuran en él obras de Eduardo Holmberg, Horacio Quiroga, Alberto Laiseca, Mariana Enriquez. Se suma ahora Súcubo. La Trinidad de la antigua serpiente, de Nicolás Correa (Morón, 1983). Ambientada en Santa Clara, un barrio obrero del conurbano bonaerense invadido por nieblas y un viento persistente, las desgracias de Ciro, el narrador, comienzan cuando avanza en el país el espectro del neoliberalismo. Los festejos en la unidad básica por el ascenso al poder de Carlos Menem atemperan los efectos del asesinato de un amigo de Ciro y de su antihéroe, el Elías. Tras ese episodio policial se oculta la infiltración del mal en una comunidad vulnerable: allí los adolescentes trabajan en fábricas o pasan el tiempo muerto en las esquinas.
Bajo la forma de una extensa carta escrita por Ciro, quien en la cárcel se convierte en un exorcista que pelea cuerpo a cuerpo con el diablo, el relato se contamina de un género también infrecuente en la producción literaria. Al tener que lidiar con un demonio que se hace pasar por una seductora mujer que debilita el cuerpo y la voluntad de los hombres, la pornografía se convierte en una aliada del espanto organizado verbalmente: "Trastornó a cada uno de los que se le acercaban, se dejó poseer por todos, una y otra vez, sin que ellos entendieran que era ella la que los dominaba con su oscura ciencia demoníaca". Correa, narrador consciente del material que emplea, introduce en su relato apuntes costumbristas, sociológicos y lingüísticos que coronan esta fábula sobre el mal y el príncipe de las tinieblas en versión vernácula.
- Súcubo
Nicolás Correa
Wu Wei
210 páginas
$ 90
Daniel Gigena