Música / Discos. Con África en la voz
Canta en español, pero su voz viene de África. Antes del gusto y la sensibilidad para frasear un vals, un landó o un festejo, están el color y la textura, el sonido que sale de esas cuerdas y de esa garganta. Allí -aunque no sólo allí- está la madre negra: en esa vibración metálica pero cálida, que la hermana con otros que cantan o han cantado ritmos distintos en otras lenguas. Ella Fitzgerald, Bob Marley y Gilberto Gil, por ejemplo. África en la voz.
La escuché por primera vez en Lima, a principios de los años 80. Yo iba en un colectivo con la vista perdida en la ventanilla cuando asomó su canto. Una sensación casi táctil. Le pregunté al conductor qué era lo que salía de la radio. Eva Ayllón, dijo. Cantaba "No, Valentín", con fondo de parches y cajones. Cuando puse un pie en tierra busqué dónde comprar algún cassette suyo. A partir de allí fue parte de la banda sonora de mi viaje, junto con John Coltrane, algo de Joni Mitchell y lo último de Silvio Rodríguez. Hay que tener en cuenta la época, claro.
Eva no hizo más que crecer desde entonces, pero su voz es en esencia la misma. La cantante que se convirtió en estrella nacional a fines de los 80, cuando el ex Weather Report Alex Acuña la incorporó a su grupo de jazz peruano Los hijos del Sol, es la misma que acaba de visitar al público argentino y que deslumbra en Kimba Fá (Suramusic), su último disco, donde la música criolla y los ritmos afroperuanos vuelven a encontrarse en interpretaciones que van de "El muñeco de la ciudad", un viejo éxito de la Sonora Matancera, a "Mi compadre Nicolás", clásico del cancionero negro del Perú; del vals "María Sueños", de Chabuca Granda, a una demoledora versión en vivo del landó "Toro mata".
Dos veces nominada al Grammy, radicada en los Estados Unidos (donde el año pasado llenó el Carnegie Hall), Eva Ayllón se muestra en este disco como una cantante apegada a sus raíces que se abre al Afrobeat de la world music sin perder un ápice de su integridad artística.
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