Confluencias en el fin de milenio
Recursos y técnicas diversos en las muestras porteñas de Silvia Goltzman, Fernando González y Jorge Alio, sus obras determinan un panorama con puntos en común, según el registro de la mirada del crítico.
JORGE ALIO es un pintor de algo más de 30 años que vive y trabaja en La Boca y cuyos bellos trabajos podemos apreciar en El Socorro, galería que dirigen los hermanos Basavilbaso con buen ojo para elegir muestras. Se trata de pinturas de tamaños generosos que en casi todos los casos superan al metro de ambos lados. La temática surge de una inspiración ciudadana, en los bares o en las calles de Buenos Aires, pobladas por personajes de uno y otro sexo, de acentos netamente porteños.
Me interesa la pintura de Alio porque, más allá de sus enfoques compositivos, trasluce una preocupación por el oficio que se traduce en pinceladas vigorosas, sin exagerar los alcanzes de un fino expresionismo. Ya se trate de figuras sedentes, ya de una muchacha que reposa en una cama, ya de un anciano frente a una mesita rebosante de flores, Alio alcanza lo que me atrevo a considerar nivel poético. Si aceptamos, como es mi caso, la existencia de una Escuela Boquense de pintura, con sus epígonos en Victorica o Diomede, bien que en una versión actualizada y moderna de aquellos inolvidables hallazgos, creo que Alio merece ser colocado dentro de esa tradición que estalló en la paleta de Quinquela Martín.
Advierte en el prólogo del catálogo Domingo Basavilbaso: "Desarrolló un lenguaje personal, producto de una investigación con diversos materiales y posibilidades; algunas veces recurre a lo irracional; ello sucede con mesas que se van por la puerta y objetos disímiles y desequilibrados". Aunque prefiero otra palabra a "investigación" tratándose de arte, acepto su sentido como experiencia válida de quien nos revela un crecimiento artístico en permanente estado de alerta.
( Hasta el 22 del actual, en la galería El Socorro, Suipacha 1331. )
Fernando X. González
En Nexus muestra un conjunto de pequeños trabajos al óleo el artista argentino, radicado en París, Fernando X. González. Según él mismo ha dicho: "Solo existo cuando pinto". Esto me trae a la memoria las palabras de Alberto Greco acerca de por qué pintaba. La respuesta fue: "Pinto o reviento".
Este grado de identificación con la propia tarea es, a mi entender, algo saludable como manifestación de un grado de compromiso entre el creador y su obra. Los trabajos de González no nos impactan por su tamaño, pero sí por su calidad. Ya sea figura o paisaje, en la gran mayoría de los casos se trata de una pintura de factura muy cuidada. No es casual su empleo del óleo, a veces sobre tabla. La paleta es baja, predominan los grises y en tal sentido, pese a su larga estada parisiense, podemos decir que no ha perdido su retina rioplatense.
Acaba de publicarse un libro de artistas argentinos residentes en París, producido por Diana Saiegh, a la que no se le ha escapado la importancia de este porteño nacido en 1956.
( Hasta el 24 del actual, en la galería Nexus, Suipacha 1151. )
Silvia Goltzman
Tiene calidad la obra presentada por Silvia Goltzman, digna representante de la escuela americanista que propagó entre nosotros su maestro Alberto Delmonte, un creador de méritos que con el tiempo serán reconocidos en toda su magnitud. En palabras del propio Delmonte en el catálogo que acompaña la muestra: "Emotiva, lúdica al mismo tiempo que creativa, ordenada y plástica son cualidades que en Silvia Goltzman dan lugar a imágenes que sugieren un universo de contenidos mágicos como aquellos que fueron posibles en los estados primigenios y que, a fin de cuentas, llegan para advertirnos de que aún es posible en el contexto globalizado y material del mundo actual, alcanzar para nuestras vidas un marco estético de equilibrio emocional".
Este marco estético de equilibrio emocional lo logra Silvia a partir de técnicas mixtas en las que hace gala de transparencias y veladuras.
Estas nos dicen de un oficio sapiente y una refinada sensibilidad. Los tonos opacados tirando a grises y rosados están invadidos por algunos blancos que hacen vibrar al todo, en contrapunto con una signología de fuerte acento americanista. Se trata, sin lugar a duda, de una muestra de alto nivel.
( Hasta el 24 de este mes, en la galería Arroyo, Arroyo 834. )