Cosecharás tu siembra
Coinciden en Buenos Aires dos muestras que apelan al árbol como metáfora del hombre contemporáneo. Evocan el crecimiento, el dolor y la transformación de nuestro concepto del mundo
Un señor árbol -arpista y de negra copa/cabellera- se enamora de una coqueta y seductora señorita árbol, hasta que un malvado y feo árbol se interpone entre ellos y provoca un incendio que casi destruye el bosque. Éste es el nudo argumental de Flores y árboles , el primer cortometraje animado ganador de un Oscar, producido por Walt Disney en 1932. La figura casi inmóvil del árbol se humaniza, toca el arpa, tiene un lance de esgrima con un rival, corre al rescate de su amada y hasta combate el incendio como el más vivaz de los paladines, basta comprobarlo en http://www.youtube.com/watch?v=v6VwNbt9ZPg .
Un jovencísimo español, nacido en 1987 y que se hace llamar Rablaci, trabaja de forma análoga con el concepto de movilidad de un ser inmóvil; en la galería de Daniel Maman, el artista presenta una selección de fotografías, esculturas y objetos intervenidos bajo el título de Metáforas del hombre contemporáneo . Hay naranjos enfermos que el artista desplazó del sur de la península ibérica y sobre los cuales ejecutó tres tipos de acciones: amarró con cuerdas, laceró con clavos y aprisionó con cadenas; respectivamente, fueron llamados metáfora del cuerpo atado, del hombre herido y del cuerpo encadenado.
Hay otros árboles de mayor porte, que no son naturales sino fundidos en bronce, que sufren los mismos daños y están dispuestos de la misma manera: las raíces arriba, las ramas apoyadas sobre el piso. Hay un tercer grupo de obras, una serie de fotografías de estos árboles ubicados en lugares abiertos en diferentes momentos del día y acompañados de otros árboles, vivos, que sí tienen sus raíces hundidas en la tierra.
En la tradición simbólica es conocida la identidad entre el árbol y el hombre. Ambos deben hundir muy bien sus raíces en la tierra para poder elevarse hacia el cielo; un árbol de raíces poco profundas crece poco, el hombre que no está bien plantado no podrá elevarse armoniosamente. Rablaci alude a la analogía entre los humanos y los árboles; sus obras no sólo representan dolor físico y presidio existencial, también aparece cierta observación del "mundo al revés" (el tópico literario medieval), el árbol "patas arriba", que además puede vagar por el mundo como un migrante sin rumbo.
La artista rosarina Fabiana Ímola también toma el árbol como eje de sus creaciones. En la galería Del Infinito hay una instalación de ramas dispersas en el suelo e iluminadas por reflectores, un políptico de papeles sobre los que se calcaron las sombras de otras ramas, y unos delicados objetos de acero que repiten el motivo.
La instalación se llama Sombra de Toro , un nombre poético que refiere a una especie del bosque pampeano de características atípicas: en otoño, cuando casi todas las plantas pierden las hojas, éste las conserva e incluso florece; los frutos nacen en invierno. Hoy, esta especie autóctona es poco menos que despreciada. No se utiliza su leña ni su sombra para descansar, ya que una creencia popular le atribuye la potestad de provocar dolores de cabeza. Apenas se usa como una especie ornamental, atractiva por sus hojas romboidales y sus frutos rojos. Sin embargo, no fue muy lejano el tiempo en que las poblaciones aborígenes lo consideraron sagrado por sus virtudes sanadoras; antaño, la corteza se utilizaba para curar la disentería, de la fruta se extraía un aceite para tratar las llagas venéreas y la infusión de sus hojas servía como laxante.
Todo lo que se puede decir de la Sombra de Toro (tanto del árbol como de la muestra) es que constituye una gran metáfora de cómo el hombre transformó su concepto del mundo ( Weltanschaung , para decirlo con propiedad) de una dimensión sagrada e integrada con la naturaleza a otra más utilitaria y productiva. Hoy el bosque no es un manantial de sabiduría sino un "recurso natural" que se explota y se reforesta.
A las muestras de Rablaci e Ímola se sumó, en junio de este año, la de Juan Doffo en la galería Rubbers, con una serie de pinturas y fotografías que abordaron el mismo tema. Piet Mondrian pintó una secuencia de tres árboles para llegar a su característica abstracción místico-geométrica; Siddharta Gautama -el Buda- llegó a la iluminación debajo del árbol Boddhi y los padres de la humanidad cristiana, Adán y Eva, fueron expulsados del Paraíso por comer del fruto del árbol del Bien y el Mal. Sería ciclópea la tarea de enumerar las ocasiones en que el árbol aparece ligado a la historia del hombre. Basta observar cómo, en cada celebración de la Natividad, seguimos colgando luces y adornos de las ramas de un pino, aunque sólo sea un ademán repetido en forma mecánica y alienado del sentido original del rito.
© LA NACION
FICHA.
adnRABLACI
(Valencia, España, 1987) Escultor y fotógrafo, Rafael Blasco Ciscar tiene una corta pero intensa carrera. Expuso en Tokio antes de llegar a la galería Daniel Maman con el apoyo de la Fundación Alon que presiden Jacobo Fiterman.
adnÍMOLA
(Rosario, Santa Fe, 1967) Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Rosario, realizó clínicas de obra con Juan Pablo Renzi, Pablo Suárez y Jorge Gumier Maier. Participó del programa de becas de Guillermo Kuitca y en varias muestras colectivas y premios. Sombra de toro es su primera exposición individual