Crítica visión del mundo
En el Museo de Arte Moderno se presenta una importante retrospectiva de Alberto Heredia, un escultor irreverente y cáustico.
lanacionarPOR primera vez se presenta una exposición retrospectiva de Alberto Heredia, artista que ocupa un lugar central en la escultura argentina de la segunda mitad del siglo. La muestra puede verse en el Museo de Arte Moderno a partir del próximo jueves. En ella se exhibe gran cantidad de esculturas y dibujos realizados desde 1948.
Cuando Heredia comenzó a trabajar en escultura, aún predominaba en Buenos Aires un lenguaje escultórico ecléctico, fundado en la masa compacta, en el modelado y la talla. Bourdelle y Maillol todavía eran referencias válidas. Libero Badii, con un tono actualizado, realizaba con materiales y técnicas tradicionales sus figuras estilizadas. Las únicas experiencias ligadas a un pensamiento de vanguardia eran las esculturas geométricas de los artistas de la Asociación Arte Concreto-Invención (Enio Iommi y Claudio Girola) y del Movimiento Madí (Gyula Kosice). Poco o nada se sabía de la nueva valoración poética del objeto iniciada por Duchamp, ni del uso de materiales no tradicionales.
Para Heredia, el descubrimiento de la posibilidad de usar objetos y materias diversas, así como el recurso del ensamblado, representaron una vía nueva de consecuencias invalorables. A partir de ese momento, dejó de entender la escultura como el resultado del modelado o del desbastado tradicional, para concebirla como una "construcción" de materiales nuevos o de deshecho (esta modalidad de la escultura la había inaugurado Picasso en 1912 con sus Guitarras de cartón ).
A lo largo de treinticinco años, Heredia realizó toda su obra con medios heterodoxos, con una notable inventiva y con total ausencia de prejuicios.
Posición ética
Heredia comenzó a estudiar escultura en 1946, en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Horacio Juárez, un modelador emotivo y tradicional, fue su comprensivo maestro. Pero, luego de ser aplazado en dibujo por Jorge Larco, abandonó definitivamente los estudios formales apenas un año después de iniciados.
Su formación posterior se debe a la inquietud que lo animaba. Concurrió al taller particular de Juárez y a los cursos que Romero Brest dictaba en la librería Fray Mocho. En 1952 conoció a Iommi, cuya madura experiencia escultórica fue fundamental para la orientación estética de Heredia. Poco después, inició su amistad con el siempre sorprendente Alberto Greco.
En 1960 Heredia presentó su primera exposición individual. Quince construcciones geométricas con títulos como Dirección lineal (1952) y Desarrollo de dos espirales (1954) mostraban su orientación constructivista. No perduró en esa dirección.
Viajó a Europa durante ese mismo año. Se instaló en Madrid, luego en París. En esta última ciudad, según sus propias palabras, aprendió a "perder el miedo". Cuando retornó a Buenos Aires, luego de un grave accidente que lo dejó cojo para siempre, comenzó a trabajar en varias series de esculturas, cuya unidad temática explicaba en estos términos, en una entrevista: "Tengo un solo motivo central que se puede ir modificando, pero yo soy siempre el de las Cajas de Camembert . Mi tema -decía citando a Ortega y Gasset- es el hombre y sus circunstancias. En este momento tengo, más que una actitud estética, una posición ética. El arte carece de sentido sin este concepto".
Cajas de Camembert
Heredia realizó en 1962, en París, un conjunto de objetos conocidos como las Cajas de Camembert . Estas piezas representaron el ingreso del escultor en el tiempo histórico de un arte que hablaba de un mundo lleno de amenazas, de la degradación del valor del individuo y del peligro del conformismo.
Las cajas del famoso queso estaban llenas de objetos banales sin transformación alguna: hilos, trapos, pelos, muñecos de celuloide y huesos. Los espectadores, con una participación activa propia de la época, debían abrirlas para ver su contenido. La visión no dejaba de ser sorprendente. Los Camembert fueron exhibidos en la galería Lirolay. El poeta y crítico Aldo Pellegini señalaba en el texto de presentación que "el ejercicio del asombro [de Heredia] es una de las prácticas más saludables en un medio que se escandaliza ante cualquier transgresión de la rutina".
Con similares conceptos, Heredia realizó El Paquetón y El Castillo . Creó luego la serie de Los embalajes . Utilizó en estas obras cartón, madera, lienzos y objetos de desecho. En los años setenta, cuando el país entró en el largo ciclo de la violencia, sus esculturas fueron afectadas de manera notoria por los hechos. En 1974 expuso la serie de Las Lenguas y la de Los Amordazamientos . Algunas de estas piezas tenían, entre otros materiales, prótesis dentales que se transformaban en bocas aterrorizadas y silenciadas sin compasión alguna.
En 1977, inspirado por alguna escena cortesana de cetrería (caza con halcones adiestrados para perseguir y matar la presa), creó El hombre pájaro . Este personaje metamórfico, con cabeza de terrible ave de rapiña, con botas de goma y harapos por vestimenta, puede ser tanto una metáfora de la realidad como una historia de la crueldad. Poco después, Heredia trabajó en las alegorías de diversos grupos sociales con viejos roperos deteriorados. Uno de estos muebles, el de la familia obrera, se distinguía por la pintura plateada, enfáticamente kitsch , y por los objetos que se guardaban en sus estantes: mate, calentador, delantal de cocina, platos y otros humildes utensilios.
Las obras de Heredia, plenas de erotismo, de humor y de mordacidad, son siempre críticas. La sociedad de consumo es uno de sus temas recurrentes. Por eso, según sus propias afirmaciones, inventa objetos críticos sobre la base de objetos de consumo. "A esos objetos -señala- los cargo de vida, muerte, horror, ironía, para reflexionar sobre el hombre y su existencia".
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